La clave para frenar al Kremlin pasa por la disuasión y actuar con firmeza, sin caer en la provocación, mientras más aliados de la OTAN siguen reportando incidencias.
A la guerra híbrida que provoca Rusia desde que inició la invasión de Ucrania hace casi cuatro años se suma en la actualidad una guerra sicológica desatada desde el Kremlin para atemorizar e influir en el estado de ánimo de los gobernantes europeos, quienes cada día observan nuevas acciones temerarias que en cualquier momento podrían desencadenar un conflicto directo con Moscú.
El líder ruso, Vladimir Putin, salió del ostracismo de las sanciones bastante empoderado al reivindicar su liderazgo geopolítico y estratégico avalado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con quien sostuvo un encuentro bilateral en la base militar Elmendorf-Richardson en Alaska, el 15 de agosto; y dos semanas después viajó a Beijing para reunirse con el mandatario chino, Xi Jinping.
Los dos presidentes de los países más poderosos del mundo recibieron a Putin con alfombra roja, entre honores y hasta aplausos. “Ningún líder mundial tiene la influencia geopolítica de Putin”, destacó el periódico ruso Komsomolskaya Pravda.
Además, en su viaje a Beijing pudo conversar con el mandatario norcoreano, Kim Jong-un, quien le prometió darle más soldados y mayor cantidad de armas para apoyar sus planes bélicos.
Desde entonces, la estrategia de Putin dio un giro temerario: recrudeció los ataques contra Ucrania, sobre todo contra Kiev, con drones y misiles; y ordenó a su ejército lograr más avances en un menor tiempo posible en la línea del frente.
El propio Trump declaró en diversas ocasiones en los últimos días que mueren muchos soldados en el frente y el ejército ruso tiene grandes pérdidas humanas.
También el Kremlin da un vuelco descarado para provocar a los europeos: los ciberataques a diversas infraestructuras, sobre todo relacionadas con el transporte, registran un incremento crítico, además de que varios países europeos, fundamentalmente de Europa del Este y los nórdicos, siguen detectando la intrusión en su espacio aéreo de drones rusos y hasta de cazas MIG.
Incluso funcionarios europeos de alto rango reciben amenazas contra su propia seguridad, registrándose interferencias en el GPS de los aviones que los transportan. Le sucedió a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea; y más recientemente a Margarita Robles, ministra de Defensa de España, mientras volaba en un Airbus A330 perteneciente al Ejército del Aire rumbo a la base de la OTAN en Lituania.
Esos incidentes se vuelven una constante y los ciberataques se intensifican: el aeropuerto de Heathrow, en Londres, es la diana favorita, pues a lo largo del verano sufrió sendos retrasos y tuvo desde incendios en una central eléctrica cercana hasta caídas en los sistemas y un ciberataque contra la empresa Collins Aerospace, cuyo software facilita el embarque de los viajeros.
Desde el 19 hasta el 22 de septiembre los aeropuertos de Londres, Bruselas, Berlín y Dublín sufrieron cientos de cancelaciones y retrasos en los vuelos, tanto nacionales como internacionales, porque no servía el servicio de facturación debido a la amenaza cibernética contra Collins Aerospace.
Dicha empresa pertenece al grupo RTX, uno de los consorcios aeroespaciales y armamentísticos más grandes del mundo.
Este incidente es el último de una serie de amenazas cibernéticas que afectan a grandes empresas en Reino Unido y van dejando pérdidas millonarias, como es el caso de Jaguar Land Rover, Marks & Spencer y Co-op.
Un informe publicado por la consultora de riesgos Howden indica que Alemania, Francia, Italia y España han sufrido en el último lustro pérdidas por 307 mil millones de euros a causa de los ciberataques, que sobre todo recrudecieron desde la invasión rusa en Ucrania.
Intrusiones
Otra práctica que lleva a cabo el Kremlin consiste en violar el espacio aéreo de algún país europeo, ya sea con drones y hasta con cazas. Los incidentes son múltiples: ha sucedido en Letonia, Lituania, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Rumania y los dos casos más graves transcurrieron en Polonia el pasado 10 de septiembre, en el marco de los ejercicios militares conjuntos entre Bielorrusia y Rusia.
De hecho, varios aviones de la OTAN derribaron a los drones intrusos para proteger a Polonia. Eso motivó que el primer ministro polaco, Donald Tusk, informase a su Parlamento que 19 drones rusos entraron al espacio aéreo polaco obligando a cerrar temporalmente cuatro aeródromos.
“Se trata de una provocación peligrosa. Y por razones de seguridad he solicitado la invocación del artículo 4 del tratado de la OTAN (que permite a un miembro consultar formalmente con sus aliados siempre que su integridad territorial, independencia política o seguridad se vean amenazadas).… Entendamos que esta no es solo una guerra contra los ucranianos, sino una confrontación que Rusia ha declarado contra todo el mundo libre”, aseveró Tusk.
La postura del Kremlin mediante su vocero, Dmitri Peskov, es negar los hechos, calificar de alarmistas e histéricos a los líderes de la Unión Europea y denunciar una presunta mala propaganda impulsada desde la OTAN.
Solo Bielorrusia reconoció que varios drones entraron al espacio aéreo polaco de forma “accidental” luego de bloquearse sus sistemas de navegación, de acuerdo con Pavel Muravyeika, viceministro de Defensa.
Hay tal nivel de alarmismo aquí en Europa, que el primer ministro polaco sugirió a la OTAN crear una zona de exclusión aérea en Ucrania para prevenir la incursión de drones en el espacio aéreo de los países aliados.
En respuesta, Dmitri Medvédev, expresidente de Rusia y miembro del Consejo de Seguridad ruso, declaró que si se establece una zona de exclusión aérea y se abaten drones rusos sobre Ucrania solo significaría una cosa: “Una guerra entre la OTAN y Rusia”.
Y mientras aumenta la tensión y los roces con Rusia, las autoridades de Dinamarca denuncian que su país es hostigado con la presencia de drones que provocan en consecuencia el cierre de los aeropuertos: la incursión más reciente aconteció en la madrugada del 25 de septiembre, con drones sobrevolando el aeropuerto de Aalborg.
Cazas rusos en Estonia
Este ha sido el segundo caso más serio: el pasado 20 de septiembre tres cazas rusos MIG-31 entraron en el espacio aéreo de Estonia y durante doce minutos ignoraron todas las peticiones y advertencias por parte de la Misión de la Policía Aérea en el Báltico perteneciente a la OTAN. “Diversos cazas italianos lanzaron señales de advertencia, pero los rusos hicieron caso omiso”.
Margus Tsahkna, ministro de Asunto Exteriores de Estonia, dijo que el incidente era una violación muy grave del espacio aéreo de la OTAN y anunció que el gobierno de su país también solicitaría la activación del artículo 4 de la Alianza.
A la invocación previa de Polonia, la OTAN respondió activando la misión Eastern Sentry para reforzar las defensas a lo largo de su frontera oriental.
La ministra de Defensa de Lituania, Dovile Sakaliene, señaló a su vez que Turquía, un país miembro de la OTAN, dio el ejemplo de cómo responder a este tipo de incidentes y en 2015 derribó un caza ruso que violó su espacio aéreo durante 17 segundos.
De hecho, la presidenta de la Comisión Europea animó a los países europeos a que derriben a los cazas rusos que violen sus respectivos espacios aéreos.
¿Qué van a derribar? Los drones rusos ya están siendo abatidos en cuanto entran en el espacio aéreo de los países aliados, pero Polonia pretende subir un peldaño más: derribar a los cazas rusos infractores siempre y cuando se cuente con el apoyo de la OTAN, es decir, fundamentalmente con el visto bueno de Estados Unidos.
Otro mandatario que apunta en la misma dirección es el presidente checo, Petr Pavel, quien sugirió que los países de la OTAN derriben a los aviones rusos infiltrados. “Rusia se dará cuenta muy pronto de que ha cometido un error y ha excedido los límites aceptables al llevar a cabo incursiones en el espacio aéreo de los países de la Alianza Atlántica”, advirtió Pavel, quien tuvo una consistente trayectoria militar.
Sin duda el más prudente de todos es Mark Rutte, secretario general de la OTAN, quien con ese peso encima mide al milímetro sus declaraciones y, en una rueda de prensa en el cuartel general de los aliados en Bruselas, respondió a las preguntas de los medios, pero nunca afirmó abiertamente que la Alianza abatirá a los aviones rusos.
Peligrosa provocación
El pasado 23 de septiembre el Consejo del Atlántico Norte celebró consultas en virtud del artículo 4 del Tratado de Washington. Esto siguió a la solicitud de Estonia después de que su espacio aéreo fue violado por tres aviones de combate MIG-31.
“Es una escalada peligrosa y se corre el riesgo de cometer errores de cálculo que ponen en peligro vidas. Los aliados afirmaron una vez más que nuestro compromiso compartido con la defensa colectiva es inquebrantable. No queremos ver una continuación de este peligroso patrón por parte de Rusia, intencional o no; pero estamos listos y dispuestos a continuar defendiendo cada centímetro del territorio aliado”, afirmó Rutte.
De los ejercicios conjuntos el titular de la OTAN mencionó que los aliados continúan ejercitándose para garantizar las maniobras tanto disuasorias como defensivas. “Incluso, el portaaviones más grande del mundo, el USS Gerald R Ford, está en la región y se ejercita con los aliados en todo el continente, lo que refuerza nuestra capacidad de operar juntos”.
Rutte aprovechó para aclarar que este ejercicio defensivo entre los aliados se planeó desde hacía varios meses y no se relaciona con los roces actuales.
¿La OTAN derribará a los aviones rusos que entren en su espacio aéreo? A este cuestionamiento, Rutte respondió señalando que las decisiones se toman en tiempo real y siempre sobre la información disponible y el grado de amenaza.
“Nos aseguraremos de que siempre podamos defender y disuadir cuando sea necesario. Somos una Alianza defensiva, sí, pero no somos ingenuos. Así es que vemos lo que está sucediendo y si es intencional o no, o bien si es una clara incompetencia”, remarcó el líder de la OTAN.
¿Son incidentes aislados, incompetencias o claras provocaciones? En opinión del ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, son claras provocaciones por parte del Kremlin.
“Lo hace para jugar con nuestro nerviosismo. No hay duda: son violaciones flagrantes del espacio aéreo de estos países y de su propia soberanía. Y tampoco me queda ninguna duda sobre la respuesta de unidad que tenemos los aliados. No caemos en la provocación, pero tampoco en la inacción”, aseveró desde la sede de la ONU en Nueva York.
La clave pasa por la disuasión y actuar con firmeza, sin caer en la provocación, mientras más aliados siguen reportando incidencias: el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, dio a conocer que un avión militar ruso sobrevoló varias veces alrededor de una fragata alemana en el Báltico. “Putin quiere provocar a la OTAN e identificar, exponer y explotar sus supuestas debilidades, pero se equivoca”, advirtió.
Reunión de la OTAN
Hasta el momento, la OTAN, en voz de su secretario general, Mark Rutte, no ha anunciado que comenzará a derribar a los cazas rusos que violen el espacio aéreo de los países aliados.
Lo que sí ha declarado Rutte en Bruselas es que los pilotos de la Alianza están haciendo justamente lo que deben cuando existe un riesgo potencial de incursión. “El general Grynkewich, comandante supremo aliado de la OTAN, tiene las herramientas y las autoridades que necesita para garantizar nuestra defensa. Y Eastern Sentry, que él y yo lanzamos a principios de este mes, agrega más fuerza y flexibilidad a nuestra postura a lo largo de nuestro flanco oriental. Y en cualquier otro lugar que podamos necesitarlo”, subrayó Rutte.
En el marco de las incidencias reportadas por Dinamarca, Copenhague será sede los días 1 y 2 de octubre de una reunión informal de líderes europeos y de la Comunidad Política Europea.
Al respecto Rutte aclaró que está en contacto directo con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, y que Dinamarca tiene y tendrá todo el apoyo de la Alianza Atlántica.
Trump cambia de tono
En un interesante artículo el periodista británico Dan Sabbagh escribió que el cambio en el tono de Trump vale algo para Kiev y que si el presidente de Estados Unidos se tomara en serio una victoria ucraniana en el campo de batalla requeriría no solo más sanciones económicas, sino una provisión mucho mayor de armas estadunidenses y probablemente también una intervención militar directa por parte de Occidente.
Para el editor de la sección de defensa y seguridad del periódico The Guardian la afirmación del presidente de EU en el sentido de que Kiev puede recuperar toda la tierra perdida por la invasión rusa solo se puede lograr a través de una ayuda más directa en el campo de batalla.
“En el lado positivo, desde la perspectiva de Ucrania, los comentarios sugieren que EU abandona definitivamente su esfuerzo por persuadirla de que renuncie a la provincia de Donetsk por una promesa vaga de conversaciones de alto el fuego con Moscú”, de acuerdo con Sabbagh.
Rusia se ha visto obligada a retroceder solo durante dos periodos desde que comenzó su invasión a gran escala en febrero de 2022: en la primavera de ese año, cuando se extendió demasiado alrededor de Kiev; y de nuevo en otoño de 2022, cuando se enfrentó a un problema similar en Jersón y las defensas estaban escasamente controladas en la región de Járkov, antes de que el Kremlin lanzara una campaña de movilización.