Se cumple un año del cierre de las escuelas en México debido a la pandemia de Covid-19 y el daño a la educación del país, a la enseñanza de niños, adolescentes y jóvenes, a las familias y a los maestros alcanza proporciones dramáticas, además de que el casi nulo aprendizaje que de acuerdo con especialistas han tenido durante el confinamiento provocará que millones de estudiantes sufran en su enseñanza un retraso de tres años respecto de su actual nivel educativo.
Al rezago que sufren los alumnos en su aprendizaje —un problema que arrastraba ya el Sistema Educativo Nacional y hoy se agudiza— se suma otra grave complicación: la deserción, que de acuerdo con expertos y representantes de organizaciones de padres de familia rebasa los cuatro millones de alumnos y podría alcanzar los seis millones, de quienes sus profesores de plano no tienen noticias o con los que mantienen un mínimo contacto desde el cierre de las aulas.
Junto con el déficit de aprendizaje los estudiantes mexicanos sufren un importante daño emocional a consecuencia del encierro y la inactividad física, el hacinamiento y las condiciones inadecuadas para su enseñanza, situación que es reconocida por la Secretaría de Educación Pública (SEP).
La decisión de las autoridades de salud y educación para mantener los planteles cerrados a fin de evitar contagios de coronavirus entre las comunidades estudiantiles —medida adoptada en una primera etapa del confinamiento a nivel internacional pero que hoy se ha revertido en un cada vez mayor número de países— genera también una grave crisis al interior de las familias: los padres suman a sus múltiples responsabilidades la de apoyar a sus hijos en las tareas escolares, aunque muchos no tienen los conocimientos, la habilidad ni el tiempo para asesorarlos, además de las presiones económicas que les genera el pago de servicios adicionales como internet o la compra de televisores, teléfonos inteligentes y hasta tabletas para atender la emergencia educativa.
De ahí que la carga de tareas para los alumnos y sus padres en condiciones no adecuadas para el aprovechamiento escolar, sumada a las necesidades económicas de las familias, que se han hecho apremiantes en la contingencia sanitaria, desencadenan situaciones de violencia intrafamiliar que provocan un mayor deterioro emocional de sus integrantes.
Los maestros son otras víctimas del cierre de las escuelas ya que no solo enfrentan dificultades derivadas de la enseñanza a distancia o de la complicada interacción con sus alumnos para resolver dudas o reforzar conocimientos sino que además asumen una mayor carga de trabajo que afecta su labor docente tanto como su vida personal y familiar.
Las escuelas privadas, por su lado, se encuentran en una grave situación financiera debido al cierre de los planteles y miles están a punto de cerrar, por lo que la Asociación Nacional de Escuelas Particulares (ANFE-ANEP) anunció que a partir del lunes 1 de marzo reabrirán más de ocho mil colegios para dar clases y asesorías, desde preescolar hasta nivel superior, con la aplicación de procesos de sanidad establecidas por las autoridades.
Este es el panorama preocupante que deja el cierre de más de 265 mil escuelas públicas y privadas a nivel nacional desde mediados del mes de marzo del año anterior a partir de la contingencia sanitaria.
Y aunque se anunció que cuando el semáforo epidemiológico estuviera en verde se daría la reapertura de los planteles, hasta la fecha no ha ocurrido pese a que varias entidades —como Campeche, Chiapas y Veracruz— han estado en ese color.
Asunto que preocupa: AMLO
Más de 36 millones de alumnos de preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y educación superior, tanto de escuelas públicas como privadas, quedaron sin clases presenciales tras el anuncio del cierre de las escuelas en México a partir del 23 de marzo pasado.
Pero a contracorriente de lo que ya ocurre en Europa, Asia y Latinoamérica, en el país las escuelas siguen cerradas y las autoridades de salud y educación se oponen a abrirlas y permitir las clases presenciales, pese a que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador pidió el 5 de enero de este año a los estados de Campeche y Chiapas (que se encontraban en semáforo verde) abrir ya los planteles educativos “para reiniciar la escuela, porque lo principal es el derecho a la vida: es el principal derecho humano, nada más, el derecho a la vida”.
Esto, agregó el presidente, “está relacionado al derecho a la salud, pero también tenemos que garantizar el derecho a la educación. Tenemos que ir hacia la normalidad educativa: ese es un propósito; por eso la aplicación de la vacuna a los maestros”.
Sin embargo hasta el momento siguen cerradas las escuelas y solo Jalisco y Coahuila iniciaron una apertura gradual con grupos limitados y para brindar asesorías, todo ello con protocolos de sanidad.
En su conferencia del miércoles 24 de febrero el presidente se opuso a que se sancione a los colegios privados que anunciaron su decisión de reabrir los planteles a partir del 1 de marzo. “Prohibido prohibir. Nada más es llamar a la reflexión”, agregó.
Manifestó que su gobierno entiende la situación de los niños, de los adolescentes, de los maestros y de los directivos de las escuelas privadas, porque ya ha pasado mucho tiempo desde el cierre de las escuelas.
“Los padres de familia estamos conscientes, los que tenemos hijos que van a la escuela primaria, secundaria. Mi hijo está en segundo de secundaria y tiene que estar recibiendo clases por la televisión, por el internet. Pues ya es mucho tiempo. La escuela no se puede sustituir, o sea, el recibir clases presenciales. La escuela es el segundo hogar”, recalcó el jefe del Ejecutivo federal.
Reconoció que “sí hemos podido enfrentar el problema con este sistema de educación por televisión, por radio, por internet, pero no es lo mismo. Entonces, sí estamos pensando en el regreso, estamos trabajando con ese propósito”.
Expresó que consideran, si se logra tener vacunas suficientes, combinar la vacunación de adultos mayores con la de maestros para reiniciar lo más pronto posible las clases. “Sin que se prohíba, ese es mi punto de vista: decir a los directivos de las escuelas particulares que hacemos un esfuerzo y ojalá y nos esperen para que podamos vacunar a los maestros”.
El presidente agregó que se empezaría con la vacunación de los maestros en las entidades donde el semáforo epidemiológico se encuentre en verde o amarillo, donde hay menos riesgo, y con todas las medidas de seguridad, lo que se podría realizar con el apoyo de las escuelas privadas.
Reapertura
En este sentido la Asociación Nacional de Escuelas Particulares anunció que a partir del 1 de marzo las escuelas privadas de todos los niveles comenzarán con las clases presenciales.
Alfredo Villar Jiménez, presidente de la asociación, agregó que calculan retorne a las aulas 40% de los alumnos en más de ocho mil escuelas privadas a nivel nacional.
Explicó que se trabajará en un esquema mixto ya que el resto de los alumnos (60%) tomará clases a distancia y esperan que conforme avance el año se vayan incorporando al esquema presencial.
Resaltó que es de gran importancia el reinicio de las actividades educativas debido a los trastornos mentales y emocionales que sufren niños y adolescentes, así como padres de familia y maestros.
Añadió que la actual crisis implica un gran retraso en la educación, que tardará entre seis y diez años en recuperarse, con independencia de la recuperación de la salud mental y emocional.
En respuesta la SEP reiteró que la apertura de planteles educativos “dependerá de las disposiciones sanitarias vigentes”.
Puntualizó que “el regreso a clases presenciales será seguro, ordenado, gradual y cauto, siempre y cuando el semáforo epidemiológico esté en verde y conforme lo determinen las autoridades locales, respetando las nueve intervenciones establecidas por las autoridades sanitarias y educativas federales, que incluyen realizar la limpieza profunda de los planteles escolares; aplicar filtros de corresponsabilidad sanitaria; guardar sana distancia y usar cubrebocas, entre otras”.
Urgente necesidad
Ante un virus que permanecerá aún por mucho tiempo y frente a la evidencia de que la campaña de vacunación contra el Covid-19 se prolongará mucho más de lo que en un principio estimaron las autoridades, el retorno a las aulas se ha convertido en una urgente necesidad ante el grave deterioro del aprendizaje y el daño físico y emocional que afecta a millones de estudiantes que sufren por el encierro y las condiciones inadecuadas para proseguir con su aprendizaje.
Estudios como la encuesta Experiencias de las comunidades educativas durante la contingencia sanitaria por Covid-19, realizada por la Comisión Nacional para la Mejora Educativa (Mejoredu) y dada a conocer a mediados del mes de noviembre pasado, muestran que el prolongado confinamiento provoca además del bajo aprendizaje sentimientos de frustración y enojo en los alumnos por no entender gran parte de las actividades, en tanto que profesores y padres de familia sufren desgaste y sobrecarga laboral.
Esta situación la corroboran investigaciones como la realizada por Susan Parker, académica del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), quien encontró que las horas de estudio de los alumnos de doce a 18 años han disminuido 30% en promedio.
Agrega que en las circunstancias actuales hay menos alumnos conectados o aprendiendo y los que intentan estudiar le dedican menos tiempo a esa actividad.
Parker advierte que una de las consecuencias negativas de la pandemia es la deserción escolar, puesto que de acuerdo con testimonios de estudiantes entre 5 y 10% ya no dedican una sola hora al estudio; y si bien no se sabe si ya abandonaron la escuela lo cierto es que ya no dedican tiempo a las clases.
“Esos alumnos no hacen los ejercicios, no ven los programas, no se conectan, por lo que se esperaría que abandonen la escuela”, subraya la académica.
La SEP también detecta el riesgo de abandono escolar: el subsecretario de Educación Básica, Marcos Bucio, reconoció que 797 mil estudiantes (4.2% de la plantilla de ese nivel educativo) tuvieron una comunicación prácticamente nula con sus profesores, sin tomar en cuenta a otros segmentos de jóvenes que están en un alto riesgo de ya no regresar a los planteles.
Encierro sin aprendizaje
El presidente ejecutivo de la ONG Mexicanos Primero, David Calderón, asegura que el rezago escolar entre los estudiantes mexicanos por la suspensión de clases presenciales es muy fuerte.
Refiere que el sistema de enseñanza es de bajo logro educativo, como lo demuestran estudios que incluyen al Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Añade que si al rezago prevaleciente entre los estudiantes mexicanos que concluyen la educación básica (de los cuales 54% no alcanza el mínimo aceptable en matemáticas) se suma 25% adicional que calculan los expertos será el deterioro de su aprendizaje por la pandemia, se tendría 75% de atraso en la mitad de una generación de estudiantes a final del presente año, lo que significaría una pérdida equivalente de tres años de instrucción. “Es decir que los chicos de tercero de secundaria o primero de bachillerato tendrían un logro educativo que alcanzaron cuando estaban en primero de secundaria”.
Comenta que el cierre de planteles educativos perjudica el contacto entre maestros y alumnos: en el ciclo escolar 2019-2020 la organización que preside estimó que el riesgo de abandono podría alcanzar los cuatro millones y medio de alumnos, cálculo que se hizo con base en información de encuestas realizadas por las autoridades educativas.
Asevera que 12% de los profesores tuvo un contacto tan bajo con los alumnos en la contingencia sanitaria que ni siquiera se les pudo asignar una calificación, en tanto que otro 8% no tuvo ningún contacto con ellos, lo que da un porcentaje de 20% de maestros que el año pasado registró muy poco o nulo contacto con sus educandos.
“Esto quiere decir que el aprendizaje no se está logrando con la modalidad de clases a distancia”, apunta Calderón, para quien el riesgo de abandono y rezago acumulados son muy graves.
También afirma que la primera solución de emergencia de clases a distancia “ya tiene síntomas de agotamiento”, puesto que alumnos y padres ya no se sienten entusiastas con ese esquema, en tanto que los mismos maestros son conscientes de que aun cuando se avanza en el temario lo que se califica no es relevante.
“Les ponen calificación a los estudiantes; pero de ahí a considerar que exista un auténtico aprendizaje hay una gran distancia”, recalca.
Poco aprovechamiento
En este sentido el presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), Leonardo García Camarena, destaca que el nivel de afectación en el aprendizaje de los alumnos por el cierre de las escuelas se sabrá cuando se tenga información oficial ya que la SEP no la ha difundido a pesar de que esa organización ya la solicitó.
A falta de datos verificables García Camarena agrega que la percepción que tienen acerca del cierre de planteles es que más de cuatro millones de alumnos han desertado del ciclo escolar pasado al actual; un millón 800 mil abandonaron la escuela particular pero no se sabe que hayan entrado a la escuela pública, y las pérdidas de las escuelas particulares son de 31 por ciento.
El dirigente de la UNPF expresa que de acuerdo a los resultados de una encuesta de la Comisión Nacional para la Mejora de la Educación (Mejoredu), a la que fueron invitados como organización, 20% de los alumnos de educación media respondieron que abandonaron la escuela y uno de cada tres (36%) reconoce que aprendió algo durante la pandemia.
Comenta que la educación en la contingencia sanitaria es una mayor responsabilidad para los padres, quienes enfrentan la situación a pesar de la sobrecarga laboral y emocional, de supervisión y seguimiento de sus hijos, así como del aumento de costos para la economía familiar.
Daño emocional
El encierro y la inactividad física de los estudiantes debido al cierre de las escuelas provoca severos problemas en la salud emocional.
Niños y adolescentes que antes de la pandemia contaban con un historial académico sobresaliente empezaron a tener una disminución en el aprovechamiento escolar.
Cuando las clases pasaron del aula a plataformas digitales su aprendizaje se vino en picada, afirman especialistas que han atendido casos de ansiedad severa que se transforman en episodios de llanto e hiperventilación, por lo que se comenzó a considerar que se trataba de síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
“El coronavirus es un punto de inflexión que empuja a algunas familias a buscar ayuda”, dice el doctor Melvin Oatis, de la Academia Estadunidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente. Añade que el estrés de la pandemia, el cambio al aprendizaje remoto y el aislamiento social crean condiciones que provocan ansiedad y afectan el nivel de atención de los estudiantes.
Los testimonios de niños a quienes les gustaba ir a la escuela y ahora han perdido el entusiasmo aumentan y los expertos y sicólogos se preocupan por el impacto a largo plazo. “Necesitan el entorno social de la escuela para aprender a regularse a sí mismos. Sin eso realmente pasan muchas dificultades”, destacan.
Apertura gradual
En Jalisco y Coahuila se da una apertura gradual de colegios. En Saltillo se registran varios planteles, como el Colegio Inglés, que reanudó labores presenciales a las que acuden unos 250 alumnos de diferentes niveles. Las autoridades del plantel colocaron detectores de temperatura, los niños acuden con mascarillas y caretas, hay protocolos de limpieza y espacios amplios entre los pupitres, entre otras medidas.
La Secretaría de Educación estatal ha permitido que 130 escuelas particulares de educación básica reinicien clases presenciales no obligatorias, de las cuales entre 15 y 19 ya abrieron sus salones con las medidas de higiene establecidas por las autoridades de salud y de educación.
Jalisco también reinició clases presenciales limitadas a finales del mes de enero, con grupos pequeños y protocolos de sanidad.
El gobierno de la entidad aclaró que el 1 de marzo no se regresará a clases presenciales y solo se abrirán las aulas de educación básica, escuelas normales y preparatorias para dar seguimiento académico con atrasos en su aprendizaje con un máximo de nueve alumnos y 30% de cupo en el caso de uso de talleres y laboratorios.
Efecto “devastador”: UNICEF
La urgencia de reabrir los planteles educativos fue reiterada el 12 de enero pasado por la directora ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Henrietta Fore, quien afirmó que a medida que los países se adentran en el segundo año de la pandemia de Covid-19 “no se deben escatimar esfuerzos para mantener las escuelas abiertas”.
Subrayó que existen pruebas contundentes acerca de los efectos negativos del cierre de las escuelas sobre los niños y cada vez más evidencia de que no son la causa de la pandemia.
“El precio del cierre de las escuelas ha sido devastador”, agregó Fore, quien advirtió que la capacidad de los niños de leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas se deteriora, en tanto que las habilidades que necesitan para salir adelante en la economía del siglo XXI disminuyen.
“Su salud, su desarrollo, su seguridad y su bienestar están en peligro. Los niños más vulnerables sufrirán las peores consecuencias”, recalcó.
Añadió que por la falta de interacciones diarias con sus compañeros y la reducción de la movilidad millones de estudiantes en el mundo pierden habilidades físicas y muestran síntomas de trastornos mentales.
“Si los niños tienen que afrontar otro año sin escuela los efectos seguirán haciendo estragos en las próximas generaciones”, aseveró.