EL CIELO: UN BOSQUE DONDE SE ANDA ENTRE NUBES

“La ONU designó a El Cielo como Reserva de la Biosfera”.

Martha Mejía
Nacional
EL CIELO

El bosque nublado en el municipio de Gómez Farías y el árbol más austral en Chile hacen conexión, por lo que se eligió a la entidad para un convenio de investigación por una década.

La Reserva de la Biósfera El Cielo, en Gómez Farías, Tamaulipas, es un sitio que supera todas las expectativas: además de lograr una vista increíble cuando la niebla baja y cubre el inmenso bosque, causa una postal natural con un toque único por dicho fenómeno meteorológico.

De ahí que resulte una maravilla natural de México reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

La Reserva conjuga las dos grandes ecorregiones más importantes del continente americano: la neotropical y la neoártica; es decir, dentro de El Cielo se encuentran la vegetación y la fauna tanto del clima cálido como del frío. Aquí se puede admirar desde la selva tropical hasta el desierto, pasando por bosques templados húmedos (bosque de niebla) a bosques templados secos (bosque de pinos).

Su formación se remonta a 65 millones de años, cuando se encontraba cubierta de agua y fue emergiendo para dar forma a una región con una gran variedad de sótanos, grietas, galerías subterráneas, cuevas y paredes de montaña. En ella se han localizado vestigios fósiles de vida marina.

El sitio también aloja una rica diversidad de flora y fauna silvestre que incluye 92 especies de mamíferos, 430 de aves, 25 de anfibios, 60 de reptiles, mil 128 de plantas (entre las que destacan robles y pinos), 72 de orquídeas, 924 de insectos y 481 de hongos.

Ante tal riqueza natural, el estado de Tamaulipas ha sido catalogado por el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) como punta de lanza para el trabajo científico y la preservación de la biodiversidad.

Ricardo Rozzi, director del CHIC, visitó recientemente Ciudad Victoria para firmar un convenio con la administración que preside Américo Villarreal Anaya, a través de la Comisión de Parques y Biodiversidad de Tamaulipas.

El investigador dijo que Latinoamérica se extiende desde Tamaulipas en el extremo norte de México, hasta el extremo sur que es el Cabo de Hornos en Chile, “con lo que el bosque nublado en el Parque Ecológico de la Biósfera El Cielo y el árbol más austral en Chile hacen conexión; por eso se eligió a Tamaulipas para este convenio de investigación”.

En este acuerdo con el gobierno de Tamaulipas “vamos a levantar también lo que en Chile llamamos la lupa biocultural, para poner en su justo valor la diversidad biológica, biocultural y su interrelación”, agregó.

Biodiversidad

En 1987 la Organización de Naciones Unidas (ONU) designó a El Cielo como Reserva de la Biosfera en el marco del programa El hombre y la biosfera, en reconocimiento a sus zonas climáticas y por su biodiversidad.

Cabe señalar que en sus tierras bajas el agua fluye de un gigantesco sumidero llamado El Nacimiento, que nutre a un frondoso bosque a lo largo de la orilla del río. El borde del cañón proporciona una ubicación privilegiada para que los murciélagos mantengan un área de preparación para la caza.

Por ejemplo, durante años los observadores de aves habían pensado que el murciélago Falcón había dejado la reserva para siempre, pero se han registrado algunos avistamientos de esta especie. En el mismo sitio los guacamayos se pueden ver volando a menudo en una formación en forma de U.

Otras especies endémicas inquilinas de El Cielo son las ardillas de roca, que son más grandes que las ardillas de tierra; a menudo están alertas en la cima de las rocas, listas para correr hacia sus madrigueras. La comadreja de cola larga y los zorros grises se pueden ver explorando las rocas en el claro del bosque. Durante varios días en agosto las libélulas aparecen por cientos; sus brillantes alas reflejan la luz del sol y los cielos al pasar por su migración. Jaguares, pumas y ocasionalmente osos negros también han sido vistos en todo El Cielo.

“Estar posicionados en el mapa de la biodiversidad obliga a redoblar esfuerzos en el trabajo diario”, indicó durante la firma del convenio Eduardo Rocha, vocal ejecutivo de la Comisión de Parques y Biodiversidad de Tamaulipas (CPBT).

En este sentido, agregó que tal como lo señaló el gobernador Villarreal Anaya, “con una sociedad colaborativa y participativa se podrá continuar con la transformación para dejar a las próximas generaciones un mejor espacio”.

Ecoturismo

Dentro de la reserva se pueden encontrar áreas para la instalación de tiendas de campaña; también se puede pasar la noche en cabañas sencillas y en confortables hoteles ecológicos.

Sus paisajes extraordinarios y los elementos que conforman la Reserva de la Biósfera hacen que sea el lugar ideal para ecoturismo, práctica del kayakismo, tirolesa, escalada de montaña, descenso a rapel y paseos a caballo o una simple caminata al aire libre entre sus diversos tipos de bosque.

En la parte baja de la reserva se pueden realizar actividades como senderismo. Algunas rutas parten del municipio de Gómez Farías hacia el Río Azteca, con una caminata yendo por el cañón para conocer la parte baja. Llegar hasta ese punto toma seis kilómetros de ida y seis de vuelta a Gómez Farías.

Otro sitio es el Centro Interpretativo Ecológico (CIE), donde se realizan labores de sensibilización y aprendizaje para sus visitantes sobre las maravillas naturales y las experiencias por descubrir en el sitio. Se trata de un centro interpretativo ecológico sustentable que abrió sus puertas en 2010; surgió de la necesidad de proteger a El Cielo a través de la información para todo el público que le visite, fomentando la educación ambiental durante su recorrido por las galerías y sus andadores.

Este centro es un ejemplo de arquitectura en donde los materiales y el proceso constructivo van de acuerdo con los principios de sustentabilidad.

Otro de los puntos turísticos que forman parte de la reserva es el Puente Colgante. Se ubica a cuatro kilómetros del ejido Lázaro Cárdenas. La importancia de este punto turístico reside en que es necesario pasar sobre su estructura para llegar a la Poza Azul, uno más de los puntos importantes de la Reserva de la Biosfera.

El puente tiene una longitud de 50 metros aproximadamente, cruzando el famoso Río Frío, el cual desemboca en la Poza Azul, donde los visitantes pueden disfrutar de sus aguas realizando diversas actividades como nado, snorkel, paseo en lancha o simplemente una caminata junto al famoso cuerpo de agua.

Al ser un puente colgante no conserva la rigidez de un puente fijo. Este tipo de estructura tiene cables suspendidos entre las torres, más cables de suspensión vertical anclados en ellos que soportan el peso del tablero inferior, sobre los que cruza el tráfico. A pesar de ser utilizado constantemente por los visitantes, el puente se encuentra en excelentes condiciones y es seguro para el paso de niños, jóvenes y adultos.

La Bocatoma es un pequeño balneario natural ubicado en el poblado de Gómez Farías, a 13 kilómetros de la cabecera municipal. En esta gran área verde se puede acampar, ya que está a un costado del Río Frío.

Planta alta

En la planta alta de la reserva se puede encontrar uno de los lugares más visitados: la comunidad de San José. En el recorrido de Gómez Farías a San José puede admirarse la belleza del paisaje en medio de plantas exóticas y cientos de aves.

En San José pueden realizarse caminatas de 20 kilómetros hasta la Cueva del Agua, donde habita una fauna troglobia que se caracteriza por la falta de ojos y pigmentación.

Otra de los atractivos naturales más visitados en la planta alta es la Piedra del Elefante, una roca nombrada de este modo debido a su semejanza con este paquidermo. Para llegar a ella es necesario cruzar La Gloria, una pequeña ranchería compuesta por menos de seis viviendas de madera, todas rodeadas por encinos cargados de magnolias tamaulipecas (especie endémica), de intenso color rojo. Al final de ese camino se encuentra la figura de piedra, que ha logrado sobrevivir intacta a fenómenos naturales por aproximadamente 65 millones de años.

El Valle del Ovni es una zona de bosque de pino y encino en la parte alta, poco antes de llegar al ejido San José (el punto más alto). El nombre se debe a la anécdota de un grupo de biólogos, quienes acampaban con frecuencia en esta reserva. En una ocasión (según cuentan los pobladores) estos visitantes fueron sorprendidos durante varias noches con la aparición de una docena de luces en el cielo, las cuales se desplazaban de un lado a otro como si se trataran de aeronaves tripuladas. La historia se transmitió de boca en boca hasta que los oriundos y los exploradores optaron por bautizar a la zona con el nombre de Valle del Ovni.

Este bellísimo lugar se localiza en un pequeño valle rodeado por el bosque de niebla. También es un sitio muy solicitado por los “observadores de estrellas”, quienes aprovechan la gran claridad y visibilidad que ofrece su cielo. Este espacio permite disfrutar de sorprendentes vistas de la Vía Láctea y de los satélites que exploran el espacio, algo difícil de lograr en otras latitudes.

El Valle del Ovni le confiere un halo de misticismo a la expedición tamaulipeca. Aquí se puede pernoctar en sitios como salidos de una postal rural, con cabañitas de madera rodeadas de milenarios y hermosos árboles: un paisaje perfecto para estar en comunión con el cosmos y la naturaleza.