La planta más emblemática de la Navidad hoy lucha por sobrevivir ante el clima y la dependencia de variedades extranjeras.
En México la flor de nochebuena anuncia la Navidad antes que cualquier villancico: inunda mercados, centros comerciales, oficinas y hogares, tiñendo de rojo el paisaje decembrino.
Sin embargo, detrás de su popularidad hay meses de trabajo, siglos de historia y un futuro que hoy exige investigación científica, conservación y adaptación climática.
Para la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) esta planta es un patrimonio vivo que merece ser protegido.
Símbolo ancestral
Así lo explica en entrevista el ingeniero agrónomo José Merced Mejía Muñoz, profesor del Departamento de Fitotecnia y miembro de la Academia de Floricultura de la UACh, quien señala que la nochebuena es una de las plantas más importantes a nivel mundial en esta temporada y, particularmente en México, es la que más se vende en la época navideña.
“Para los productores es el reflejo del trabajo de más de cuatro meses en los invernaderos y en el campo. Su valor no es únicamente económico: la gente tiene la oportunidad de adornar sus arbolitos, sus nacimientos, sus casas y oficinas con una hermosa flor de nochebuena. Es parte de nuestra identidad y de nuestra historia”, dice.
Originaria de México, la cuetlaxóchitl fue para los mexicas símbolo de pureza y renacimiento. Sus pétalos se utilizaban para tintes, rituales y tratamientos medicinales. Con la llegada de los franciscanos, la planta se integró a la Navidad. Mejía recuerda un episodio clave de este sincretismo: desde el siglo XVII los frailes tomaban flores silvestres de Taxco y Cuernavaca para colocarlas en pesebres e iglesias. Esa tradición terminó por convertirla en uno de los símbolos más arraigados de las celebraciones decembrinas.
Por ello, investigadores y productores eligieron el 8 de diciembre como el Día Nacional de la Nochebuena, fecha ligada también a las antiguas Fiestas de las Conchitas.
Según Mejía, esta conmemoración tiene tres objetivos esenciales: honrar una planta mexicana que el mundo reconoce, destacar el trabajo de los productores que sostienen el cultivo año con año y difundir su historia y propiedades para fortalecer su consumo.
Aunque la nochebuena es un icono ornamental, conserva usos medicinales que siguen vigentes, sobre todo en la herbolaria tradicional. Mejía detalla que las brácteas secas continúan vendiéndose en mercados para preparar infusiones que ayudan a las mujeres con problemas de lactancia. También resalta otra característica menos conocida: los pigmentos rojos poseen propiedades antioxidantes y protectoras contra la radiación solar, además de ayudar a reducir fiebre e inflamaciones. “Cada vez se estudian más los compuestos químicos de la planta”, afirma.
Sin embargo, el cultivo enfrenta desafíos crecientes. Las variaciones climáticas extremas impactan directamente en la producción. Las temperaturas altas y la humedad acumulada hacen que los invernaderos requieran más energía para ventilar, enfriar y sombrear las plantas. “El invernadero protege, pero tiene un costo energético muy alto”, advierte Mejía.
La humedad excesiva dentro de estas estructuras también puede provocar enfermedades de raíz y follaje cuando no se controlan adecuadamente la ventilación y el manejo del agua.
A esto se suma la escasez de sustratos forestales, otrora comunes en la producción. La extracción de tierra negra o tierra de hoja está prohibida, lo que obliga a los productores a comprar sustratos orgánicos más costosos o importar fibra de coco y peat moss. El incremento en costos afecta directamente la rentabilidad, especialmente en un mercado con un periodo de venta limitado: las compras empiezan a finales de octubre, alcanzan su punto más fuerte en noviembre y se reducen a partir de la segunda semana de diciembre.
A pesar de ello, la producción sigue creciendo. En 2024 se generaron 29.5 millones de plantas frente a los 26.1 millones de 2023, lo que dejó una derrama económica superior a los mil 124 millones de pesos. El consumo se expande conforme la población crece y las condiciones económicas mejoran, un escenario que mantiene viva la demanda de esta flor emblemática.
Guardianes del germoplasma mexicano
En este contexto se celebró el Segundo Foro Día Nacional de la Nochebuena, organizado por la UACh, que reunió a investigadores, productores y especialistas para analizar la situación actual del cultivo.
Durante el encuentro la investigadora María Teresa Colinas León presentó los avances de la Red de Nochebuena, dedicada a recorrer regiones silvestres desde Sinaloa hasta Chiapas para recuperar semillas y caracterizar la diversidad genética de la especie. Este trabajo alimenta el Banco de Germoplasma de Chapingo, pieza clave para desarrollar variedades que puedan enfrentar las nuevas condiciones ambientales.
La genética, de hecho, aparece como uno de los temas más urgentes. Aunque la nochebuena silvestre es roja, la selección y el mejoramiento han permitido crear tonos rosados, blancos y marmoleados. Sin embargo, el país sigue dependiendo de esquejes importados, sobre todo de Estados Unidos y Alemania.
Para Mejía, esta dependencia debe superarse: “Estamos consumiendo cantidades importantes de esquejes extranjeros. México tiene la oportunidad y la obligación de generar su propio material vegetativo. Es un reto, pero necesitamos rescatar la riqueza del material mexicano y ofrecer variedades nacionales a los productores”.
En este sentido, Chapingo avanza en este terreno. El equipo del investigador Armando Espinosa Flores ha desarrollado 14 variedades mexicanas registradas, casi todas rojas y diseñadas para maceta, aunque varias pueden adaptarse a jardín. Una de las más peculiares es la variedad Juan Pablo, de tono rosado, que ocasionalmente emite ramas rojas que regresan a su tipo original. Esta particularidad genética la ha convertido en un ejemplo del potencial de los materiales mexicanos.
El proceso de registro de estas variedades se sustenta en la guía técnica elaborada bajo los lineamientos de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), coordinada por Colinas, que establece las características morfológicas y fenológicas necesarias para asegurar distinción, homogeneidad y estabilidad. Durante el foro también se expuso la situación de la producción en Michoacán, un estado clave para el mercado nacional, donde los productores enfrentan problemas como pudriciones de raíz, falta de sustratos y competencia comercial, aunque mantienen condiciones agroclimáticas favorables.
La principal conclusión del encuentro fue contundente: es urgente consolidar los trabajos de colecta, conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos genéticos de la nochebuena. Solo así podrán desarrollarse variedades mexicanas capaces de competir con las extranjeras y adaptarse a un clima cada vez más extremo. Para Mejía, difundir el origen mexicano de la planta también es fundamental: “La gente debe saber que la nochebuena es una planta mexicana. Consumirla es apoyar a los productores y al campo”.

