HEBERT AXEL, IN MEMORIAM

Un maestro de numerosas generaciones.

Masha Zepeda
Columnas
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Jaime Chaidez

Acababa de cumplir 60 años: seis vitales décadas en que gozó la vida, gozó el teatro —su gran pasión—, gozó ser funcionario cultural, gozó la docencia, gozó a sus amigos, gozó a su familia…

Hebert Axel era bien querido en todos lados y será siempre recordado con cariño, con admiración y mucho agradecimiento porque también fue generoso, apoyó sin dudar a los jóvenes creadores, a los proyectos audaces, a las minorías, a lo novedoso y a lo tradicional.

Porque así era Hebert, un abanico enorme de posibilidades, talentos, inteligencia, comprensión y solidaridad en la emblemática Tijuana, su ciudad, su orgullo, su cuna que lo vio nacer en 1960 y lo vio partir en 2020, sin duda ambos años con gran incidencia en el mundo a nivel social y cultural, las dos ramas por las que caminó toda su vida buscando el equilibrio no solo propio porque le interesaba más el que se podía lograr como sociedad.

Hebert nació con estrella y se desarrolló en Tijuana como solamente los elegidos lo hacen en su propio mundo, al que convierten en universal. Estudió en la Lázaro Cárdenas, la preparatoria que sigue siendo un parteaguas en el país. Ahí descubrió su vocación teatral y se involucró con los grupos de teatro independientes, a donde llegó como un alumno para poco después convertirse en maestro de numerosas generaciones.

Vitalidad

A la par de su talento escénico, por su afable carácter y ganas reales de conectar creadores para divulgar la cultura desarrolló un agudo y comprometido sentido de servidor público, de funcionario cultural, con la misma pasión con la que se subía a un escenario. Pero esa labor la llevaba con discreción y gran empatía: siempre recibía a los que le pedían una cita, escuchaba proyectos, era un caballero, paciente, atento y pensando siempre cómo llevar a cabo las interesantes actividades que le proponían y estaban fuera del calendario pero valían la pena ser llevadas a cabo.

En este sentido era un directivo siempre abierto a su comunidad para perfeccionar los resultados, es decir, un garbanzo de a libra a quien no le importaban ni le significaban los cotos de poder.

Hebert Axel fue muy querido. Su partida, víctima de COVID-19, el fin de semana pasado, es llorada como el queridísimo y activo integrante de la vida cultural de Tijuana que fue y que nos dejó tantas enseñanzas, un gran sentido del humor y una vitalidad sin límites.