Lima, Perú, 16 de octubre. Miles de jóvenes peruanos marcharon ayer por la noche para exigir la renuncia del presidente interino, José Jerí, y de los legisladores, además de la derogación de leyes que, según creen, favorecen la delincuencia. Casi a medianoche, las autoridades reportaron la muerte de un civil y al menos 100 heridos, la mayoría de ellos policías.
Los manifestantes, entre los que había organizaciones autodenominadas Generación Z, quemaron frente al Congreso un violín gigante de cartón cubierto por una banda presidencial y lanzaron fuegos artificiales a la policía, que respondió con gases lacrimógenos y perdigones, según presenció la agencia The Associated Press.
Aunque la Generación Z se corresponde con menores de 30 años, las protestas en Perú incluyen también a sindicalistas y familiares de civiles muertos en las manifestaciones de 2022 y 2023.
La Defensoría del Pueblo confirmó que el cantante de hip hop Eduardo Ruíz, de 32 años, llegó muerto a un hospital de Lima con una herida de bala, mientras que 24 manifestantes más sufrieron contusiones. El ministro del Interior, Vicente Tiburcio, indicó que había 80 policías heridos. Seis periodistas recibieron el impacto de perdigones y otros cuatro fueron agredidos por la policía, según la Asociación Nacional de Periodistas.
La víspera, Jerí nombró primer ministro a Ernesto Álvarez, un exjuez ultraconservador activo en redes sociales que cerró sus cuentas en X e Instagram antes de juramentar. Álvarez dijo que la Generación Z peruana es una “banda que quiere tomar por asalto la democracia” y que no representa a la juventud que estudia y trabaja.
El primer ministro también afirmó que esta generación es “heredera” del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, un grupo peruano al que Estados Unidos calificó como terrorista hasta 2001. Además, apuntó que “la violencia en la protesta es reprimible para restablecer el orden”.
El presidente lamentó la muerte del manifestante. Álvarez no se ha pronunciado al respecto.
Algunos manifestantes llevaban banderas negras con un símbolo del anime japonés “One Piece” —una calavera pirata con un sombrero de paja—, como ocurrió en protestas similares contra los gobiernos de Nepal, Madagascar, Filipinas, Indonesia y Marruecos.
En una plaza de Lima donde suelen celebrarse protestas, el electricista David Tafur, de 27 años, cubría su espalda con la bandera negra. “El caso mío es la indignación por el abuso de autoridad, la corrupción, las muertes”, manifestó, y recordó cómo las cifras de asesinatos subieron de 676 casos en 2017 hasta dos mil 082 en 2024.