Ciudad de México, 28 de noviembre 2025. En Lyncott sabemos que detrás de cada taza de leche caliente hay más que sabor: hay proteína completa para tus músculos, electrolitos que ayudan a tu recuperación y 80 años de experiencia cuidando la calidad de cada producto, nos lo han hecho saber. Porque moverte en otoño-invierno también es nutrirte con confianza.
Cuando las temperaturas bajan y los días se acortan, muchos guardan los tenis de entrenamiento o empacan la bici hasta volver a rodar en la primavera. Pero quienes amamos movernos al aire libre —ya sea corriendo sobre las hojas secas o pedaleando con guantes térmicos— sabemos que el frío no es excusa, sino un nuevo escenario para desafiar al cuerpo… y cuidarlo mejor.
El cuerpo en clima frío: ¡más que sudar frío!
Durante cualquier actividad física en ambientes fríos, el cuerpo realiza ajustes fisiológicos notables:
- Vasoconstricción periférica: los vasos sanguíneos se contraen para conservar el calor en el núcleo corporal, lo que puede reducir la sensibilidad en extremidades y aumentar el riesgo de lesiones si no hay un buen calentamiento.
- Mayor gasto energético: mantener la temperatura corporal requiere más calorías, lo que puede favorecer la oxidación de grasas si se combina con entrenamiento aeróbico.
- Menor sensación de sed: el frío engaña al hipotálamo, reduciendo la percepción de deshidratación, aunque el cuerpo siga perdiendo líquidos por sudor y respiración.
- Hidratación: el gran olvidado del invierno
Aunque no lo parezca, en invierno también sudamos. Y si además usamos ropa térmica o impermeable, la transpiración se acumula sin evaporarse, lo que puede llevar a una deshidratación silenciosa. ¿Qué hacer? Hidratarse antes, durante y después del ejercicio, incluso si no sentimos sed.
Un buen truco: alternar agua con infusiones calientes o bebidas funcionales templadas. El calor reconforta, pero también estimula la circulación y mejora la absorción de nutrientes post-entreno.
Leche caliente: el recovery drink más subestimado
Ciclistas y corredores se unen a las tendencias de consumir desde batidos de proteína hasta caldos de hueso. Pero cuando el frío cala, nada como una taza de leche caliente con canela o cúrcuma para recuperar cuerpo y alma. ¿Por qué?
Proteína completa: la leche aporta caseína y suero, esenciales para la reparación muscular.
Carbohidratos naturales: ideales para reponer glucógeno tras entrenamientos largos.
Electrolitos clave: como calcio, potasio y magnesio, que ayudan a la contracción muscular y previenen calambres.
Termogénesis: al ser caliente, favorece la recuperación térmica y reduce el estrés oxidativo post-ejercicio.
Y si eres intolerante a la lactosa, hay opciones deslactosadas o bebidas vegetales fortificadas que también pueden funcionar, aunque con menor densidad proteica.
Hábitos de temporada: moverse, respirar, nutrirse
El otoño-invierno no es una pausa, es una oportunidad para reconectar con el cuerpo desde otro lugar: más introspectivo, más resiliente. Salir a correr entre neblina o rodar con buff no solo fortalece músculos, también templa el carácter.
Concluir tus entrenamientos y actividades con una taza humeante entre las manos no es solo placer: es ciencia, salud y un abrazo interno.

