Malaquías es un niño de seis años que acaba de vivir la experiencia más difícil de su corta edad: perder a su padre. Ante esta situación, comienza a tener problemas con su madre por querer pasar todo el tiempo con Nadie, su amigo imaginario, en lugar de estar con ella o con niños de su edad.
Preocupada por su comportamiento, la madre lleva a Malaquías con el extraño Doctor Bombillo -especializado en meterse a las mentes de los niños-, para que le ayude a convivir con otros niños, pues a todos les parece extraño que prefiera pasar más tiempo con Nadie que con otras personas.
Una tarde, Malaquías recibe una carta de su mamá, donde le explica que también está muy triste por la pérdida de su padre, que además era para ella su mejor amigo.
Al tratar de consolarla, Nadie le aconseja a Malaquías que le dé un regalo para que se sienta mejor, así que decide hacerle un dibujo. Este acto hace que los dos personajes se acerquen, entiendan y tengan mucha mejor comunicación en adelante.
Nadie quiere ser mi amigo es una obra de teatro con base en el cuento original -homólogo- del dramaturgo mexicano Javier Malpica, bajo la dirección y adaptación libre de Oswaldo Valdovinos a través de la compañía Astillero Teatro y la participación de los titiriteros María Teresa Adalid, Itzel Casas y Ulises Mendoza, además de la música original de Daniel Pérez Vázquez.
Esta conmovedora historia comprueba nuevamente la poderosa sutileza con infinita sensibilidad que tiene Malpica, no sólo como dramaturgo, sino también como cuentista. Su obra se ha caracterizado por ser un teatro poderoso, que conmueve y logra trascender tanto en niños como en adultos; consigue fusionar a través de su inteligencia y de su experiencia en la dramaturgia infantil un teatro didáctico, humano e imposible de ser indiferente, defendiendo su título como uno de los más destacados dramaturgos mexicanos contemporáneos, que conmueve con sus montajes porque convierte la palabra dramática en un arte escénico útil, conmovedor y necesario. Y este montaje no fue la excepción.
En cuanto a su director, Oswaldo Valdovinos hace un trabajo entrañable, fascinante en cuanto al manejo de recursos, estética y conocimiento del espacio escénico, aprovechando al máximo las posibilidades que existen dentro del teatro con títeres.
El resultado es un teatro de títeres íntegro, respetable, que en cada trazo busca entregarse sin condiciones al público más generoso, más noble y más difícil de todos: los niños.
Nadie quiere ser mi amigo se presenta hasta el 31 de marzo, los sábados y domingos, a las 13:00 horas, en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque.
Otras latitudes
“¿Todos los niños son iguales?” es la premisa bajo la cual Emilio, el personaje de esta conmovedora historia, cuestiona a su madre cuando una mañana descubre una pequeña pluma negra que brota de su brazo.
Dirigida por Boris Schoemann y escrita por Maribel Carrasco, Los cuervos no se peinan exhibe el derecho de ser diferente y tolerante, y cómo una mayoría excluye a las minorías a través del bullying.
La obra explora también el conocimiento y amor de uno mismo desde niños, para tener fortaleza de grandes, así como fomentar la virtud de la tolerancia como un valor necesario en nuestra sociedad.
Se presenta hasta el 28 de abril, sábados y domingos, a las 12:30 horas, en el teatro El Granero.