Farnesio de Bernal, sereno, con una paz envidiable, sentado en la sala de la casa de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), platica con Vértigo a propósito del reestreno de El jardín de los cerezos.
La emblemática obra de Chéjov es una de las más difíciles de interpretar para este actor de 87 años, con más de 60 de trayectoria profesional, por la carga simbólica y el dolor de sus personajes; principalmente, el suyo: un viejo sirviente llamado Firsque olvidó vivir, renovarse y ser libre, a cambio de morir sirviendo y olvidado.
Su humildad y sencillez son tan brillantes como los rayos de sol que aterrizan sobre su experimentado rostro minutos antes de su ensayo con los actores de la compañía a cargo de Luis de Tavira.
“Es una obra maravillosa, porque Chéjov se me hace un autor sensacional. Él presenta las cosas como son y todo lo muestra dentro de lo cotidiano, lo banal, donde parece que no está pasando nada, pero sí pasa. Los diálogos son muy naturales, pero están llenos de contenido. Y eso para un actor es lo difícil de interpretar”.
—¿Por qué seguir montando a Chéjov? ¿Por qué sigue siendo tan actual este autor en nuestros días?
—Porque Chéjov quiere que nos veamos a nosotros mismos. Quiere decirnos: “Véanse cómo son, vean lo malos que son ustedes, lo tontos que son y lo absurdos que son en su vida monótona; hay que cambiar, porque el cambio hace que la gente progrese”.
Todo cambia
Con sus ojos claros gastados por el tiempo, pero firmes y penetrantes, el intérprete y bailarín mexicano originario de Zamora, Michoacán, galardonado en 2011 con la Medalla de Oro de Bellas Artes por su trayectoria, explica: “En la obra se habla de un cambio; todo está cambiando. Está cambiando el régimen, está llegando el capitalismo, se acabó la esclavitud y muchos personajes también van cambiando. Por ejemplo, mi personaje fue un esclavo durante mucho tiempo y no quiso dejar de serlo. Él quería seguir y seguir haciendo lo que siempre hacía. Y terminó muy mal. De eso trata la obra: de la gente que no quiere cambiar. La sociedad cambia, las circunstancias cambian y muchas personas no pueden, ni entienden que tienen que llevar otra vida y que si no cambian, eso los va a destruir”.
Farnesio de Bernal no puede evitar sentir lo que su personaje vive en la obra: en sus ojos se percibe el nacimiento de algunas lágrimas, señal de que el actor se adentra en su personaje al admitir que el final de este lo perturba.
“Él es un hombre bueno, pero tuvo un final horrible por no cambiar. En la última escena, dice: ‘Se fueron y se olvidaron de mí’. Y termina con una última frase, tremenda y muy dolorosa: ‘Pasó la vida y ni siquiera viví’”, comenta el actor, perturbado al considerar que su personaje le da un sentido tremendo a la emblemática obra de Chéjov.
“Ese viejo es el personaje de la obra. Entenderlo es muy fácil, pero hacerlo entender al público es difícil”, aclara.
Naturalezas
Con más de seis décadas dedicándose a la actuación en teatro, cine y televisión, este versátil intérprete michoacano ha trabajado con directores como Salvador Novo, Héctor Mendoza, Alejandro Jodorowsky, Juan José Gurrola, Julio Castillo y Ludwik Margules, entre otros.
Por eso comenta la importancia que debe tener para un actor involucrarse en un personaje: “Hay actores de composición y actores de naturaleza. Los de naturaleza son los que siempre hacen el mismo tipo de personajes, mientras que los de composición siempre se transforman; estos no son tan conocidos, porque siempre cambian. Creo que yo soy de composición, porque no me da vergüenza sacar lo que tengo de perverso o de lo que sea”.
Entusiasmado, defendiendo su tesis, asevera: “Todos somos parte del alma universal; todos tenemos algo de santos; todos tenemos algo de asesinos; todos algo de perversos; todos algo de magníficas personas; todos algo de generosos… Y los actores tenemos la facultad de meternos a ese abismo de emociones”.
Sobre este punto, confiesa que tiene su propio método de actuación. “Uso un método que se puede resumir en lo siguiente: todas las obras tienen un tema, una idea y una anécdota; y hay que saber dónde encaja el personaje en ese tema, en esa idea y en esa anécdota… y no salirse del personaje”.
De Bernal muestra los apuntes de un cuaderno donde tiene notas, dibujos de los movimientos escénicos a realizar, bocetos de la escenografía y frases subrayadas en el guión.
Señala: “Primero se debe identificar de qué se trata la obra, cuál es el tema. Todas las obras dicen algo y hay que saber qué dicen. Dos, entender el tema. Y tres, descubrir qué quiere el personaje y cómo hace para conseguirlo. En principio, entenderlo es fácil, pero lo difícil es hacerlo, porque a veces es muy complicado encontrar lo que quiere el personaje, por qué lo quiere y cómo hace para conseguirlo. Ese es mi método, y lo sigo”.
Farnesio de Bernal recibe la segunda llamada para integrarse al ensayo de la CNT, por parte de Julieta Egurrola, su compañera de reparto en El jardín de los cerezos, a estrenarse el 18 de mayo con temporada hasta el 16 de junio.
El actor no puede llegar tarde a su ensayo. Agradece la charla y se despide. Camina más rápido que nosotros y llega a tiempo. Mientras miro a este joven gran artista viejo, recuerdo su frase al recibir la medalla de Bellas Artes por su trayectoria: “Para llegar a ser joven en el arte, hacen falta muchos años”.
Y Farnesio de Bernal, a sus 87, es más joven en el arte, cada día.