Así cambió la vida de un migrante deportado de EUA

Conoce la historia de un migrante deportado de Estados Unidos a México.

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Cuando Luis Alberto Arroyo Salinas salió de la cárcel de Atlanta, un grupo de oficiales de la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) ya lo esperaban para iniciar los trámites de deportación hacia México.

Luis Alberto estuvo preso durante 3 meses por conducir sin licencia; falta que se castiga en Atlanta con una multa de 500 dólares y 2 días de prisión como mínimo para los residentes legales.

Sin embargo, para los indocumentados, significa el inicio de su repatriación.

Arroyo Salinas llegó a Atlanta en 2002 procedente de Huasca de Ocampo, Hidalgo, para trabajar como albañil, al igual que decenas de sus familiares y amigos que viven sin documentos legales en aquel país.

Las deportaciones han afectado a Huasca que ocupa el cuarto lugar nacional en porcentaje de viviendas con migrantes de retorno con 15.6%, según el Censo de Población y Vivienda 2010.

Este municipio se ubicó en el puesto 1,236 de 2,456 en el índice de rezago social en 2010, lo que significó una caída de 61 lugares desde el Conteo de Población realizado 2005, antes de que se aceleraran las deportaciones desde Estados Unidos.

Huasca no cuenta con programas de apoyo específicos para apoyar a los migrantes a reinsertarse a la economía local.

El secretario general municipal de Huasca, Luis Alberto Olvera, reconoce que el municipio no tiene la capacidad de dar empleo a todos los migrantes que regresan, además de que el gasto y las inversiones que realizaban en Huasca ahora prefieren ahorrarlo, pues no pretenden volver a Estados Unidos en el corto plazo.

Su nueva vida

Es lunes por la mañana y Luis Alberto desayuna en el centro de Huasca con algunos amigos, todos exmigrantes, quienes han regresado por su voluntad o también deportados.

“Cuando me regresaron compré ganado y a eso me dedico, a veces le ayudo a mi papá en una maderería”, explicó Luis, pero reconoce que sus ingresos no son suficientes por lo que de vez en cuando dispone dinero de una cuenta de ahorro que mantiene en Estados Unidos.

“Allá ganaba hasta 150 dólares por día en la construcción, aquí a veces lo que ganas no alcanza para mucho”.

Huasca de Ocampo es un municipio de poco más de 15,000 habitantes que se ubica a 34 kilómetros de Pachuca. La principal actividad de sus pobladores es la ganadería y el trabajo con madera.

Fue el primer municipio de Hidalgo en convertirse en Pueblo Mágico en 2001, pero ni eso ha detenido la migración a Estados Unidos.

Sabe que la falta de empleo puede ser un factor que lo orille a volver, pero si este fuera el caso, le gustaría hacerlo de una forma legal, pues no quiere que su sueño termine de nuevo de forma abrupta y con el dolor de una separación familiar.

Detención

Esa tarde de 2012, salió en su automóvil rumbo una tienda cercana al suburbio donde vivía con su esposa y sus 2 hijos.

Al detenerse en un semáforo notó que una patrulla estaba algunos autos detrás de su vehículo. Esto no le preocupó, pues mientras respetara el reglamento de tránsito no tenían por qué infraccionarlo.

Cuando se puso la luz verde Luis avanzó, mientras la patrulla rebasó algunos coches para ponerse detrás de él y marcarle el alto.

En ese momento, Luis Alberto no sabía qué había hecho mal para que el oficial lo detuviera, pero de lo que estaba seguro es que sería deportado.

El agente le explicó que una luz trasera de su auto estaba fundida, falta que se castiga con una multa de 107.40 dólares, por lo que necesitaba su licencia para levantar la infracción.

Luis Alberto le confesó al policía que no tenía licencia y que era indocumentado, por lo que fue trasladado en la patrulla a la comisaría local.

Días después de ser detenido un juez le fijó una condena de 6 meses en prisión, pero sus conocidos le advirtieron que eso no era lo peor, sino que al cumplir su sentencia los oficiales del ICE lo estarían esperando por ser inmigrante indocumentado.

Ya en la cárcel se incluyó en un programa de trabajo para reducir su condena, pues el “salario” es un día menos de estancia en prisión por cada día trabajado.

Como parte del programa se dedicó a limpiar baños, lavar ropa, preparar la comida para el resto de los reos o cualquier actividad que le asignaran los encargados de la penitenciaría.

En 3 meses cumplió su condena y las autoridades de la prisión le notificaron que sería liberado, pero como le advirtieron desde que ingresó a la cárcel, los agentes de migración ya lo esperaban en la puerta.

De la cárcel a la expulsión de EUA

Días después de ser detenido un juez le fijó una condena de 6 meses en prisión, pero sus conocidos le advirtieron que eso no era lo peor, sino que al cumplir su sentencia los oficiales del ICE lo estarían esperando por ser inmigrante indocumentado.

Ya en la cárcel se incluyó en un programa de trabajo para reducir su condena, pues el “salario” es un día menos de estancia en prisión por cada día trabajado.

Como parte del programa se dedicó a limpiar baños, lavar ropa, preparar la comida para el resto de los reos o cualquier actividad que le asignaran los encargados de la penitenciaría.

En 3 meses cumplió su condena y las autoridades de la prisión le notificaron que sería liberado, pero como le advirtieron desde que ingresó a la cárcel, los agentes de migración ya lo esperaban en la puerta.

La deportación

Sentado en un puesto de comida frente a la plaza principal de Huasca, Luis recuerda que los agentes del ICE nunca lo maltrataron y le permitieron contactar a su familia vía telefónica.

Lo trasladaron a un centro de detención migratorio en Texas donde a pesar del inminente retorno a México se sintió más relajado que en la prisión, pues la mayoría de los que estaban ahí eran latinos.

En ese lugar conoció a decenas mexicanos que llevaban hasta 6 meses esperando su turno para la repatriación.

La escena de los centros de detención migratorios repletos es una constante durante presidencia de Barack Obama en Estados Unidos, pues en los 6 años de su administración ha deportado a más de 2 millones de personas. Más que las deportaciones registradas en los 8 años de su antecesor George W. Bush.


Luis conoció casos similares al suyo, pero otros dramáticos como el de un hidalguense que fue detenido por golpear a su esposa hasta dejarla discapacitada porque la encontró con otro hombre.

Arroyo Salinas mantiene contacto con algunas personas que conoció en este centro, chinos, indios, centroamericanos y muchos mexicanos quienes le propusieron iniciar negocios juntos.

Relató que durante su estancia los oficiales de migración lo entrevistaron en varias ocasiones para saber con quienes vivía, a qué se dedicaba, direcciones de sus conocidos, por donde cruzó ilegalmente. Luis Alberto reveló unos cuantos datos, pues temía que fueran usados para ir por otros de sus conocidos en Atlanta.

Tras 60 días en ese lugar, los agentes migratorios le informaron que su deportación estaba lista, por lo que tenía que abordar un camión junto con otros repatriados para llevarlos a la frontera con México.

El camión se estacionó justo en la línea fronteriza con Reynosa, Tamaulipas, lo bajaron esposado y lo acompañaron hasta el lugar donde las autoridades migratorias mexicanas ya esperaban al contingente de repatriados.

Luis Alberto recordó que los agentes mexicanos fueron amables, los cuestionaron sobre su estado de salud, les ofrecieron ponerlos en contacto con sus familiares y los llevaron a un albergue para migrantes en Reynosa.


En la Casa de Migrantes estuvo sólo algunos días antes de comprar un boleto de autobús rumbo a Pachuca para

volver a su pueblo.


Lo que más extraño son mis hijos

“Lo que más extraño son mis hijos”, dijo con nostalgia Luis Alberto sentado en un puesto de comida frente a la plaza principal de Huasca.

Sus pequeños tienen 8 y 10 años, ambos son ciudadanos estadunidenses viven con su ex pareja en la casa de la que salió para “ir a la tienda” y nunca regresar.

Las familias separadas es otra consecuencia de las deportaciones masivas que se realizan en Estados Unidos.

Entre 2010 y 2012, el gobierno norteamericano deportó al menos 205,000 padres mexicanos con hijos nacidos en Estados Unidos, según datos del Instituto para las Mujeres en la Migración.

Se estima que unos 5,100 menores de edad viven bajo custodia de Servicios de Protección a la Infancia (CPS) de Estados Unidos, debido a sus padres han sido detenido o deportado de acuerdo con información del Centro de Investigación Aplicada.

Luis Alberto recuerda que en un día normal en Atlanta, salía de trabajar en la construcción a las 18:00 horas y de inmediato iba por sus hijos para llevarlos al parque o al cine.

La convivencia con ellos ahora se limita a una llamada telefónica a la semana.

Cuenta orgulloso que sus hijos van a la escuela en Atlanta, hablan inglés, pero él siempre les habla en español para que no lo olviden, aunque confiesa que últimamente sus hijos le han dicho que no le entienden algunas frases por lo que debe repetírselas en inglés.

Pese al dolor de tener a sus hijos lejos, por el momento Luis Alberto no se plantea volver a Estados Unidos pues en Huasca se siente en casa.

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