El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, advierte que sólo a través de leyes e instituciones eficaces y bajo el escrutinio ciudadano puede garantizarse la seguridad y justicia: sus palabras, insignia del V Foro sobre seguridad y justicia, representan el fundamento de las líneas de acción para alcanzar un México en paz.
El país, entonces, más allá de la observación ciudadana y la protección de los derechos humanos, requiere de un proceso arduo y largo de reparación de las afectaciones, no sólo para las víctimas directas, sino también para aquellas indirectas e invisibles que trae consigo la lucha contra la delincuencia organizada.
Daños
Diferentes organismos defensores de los derechos humanos, universidades y asociaciones de la sociedad civil se han dado a la tarea de denunciar la situación de grupos vulnerables y reportar los daños colaterales de la violencia.
De acuerdo con la asociación México Evalúa, una de las expresiones más dramáticas de las víctimas invisibles son aquellos niños que se han quedado sin alguno de sus padres, por ejemplo.
Este organismo ha registrado 261 mil 649 homicidios entre 1990 y 2009, en los que nueve de cada diez casos tuvo como víctima a un hombre, lo cual implica que casi 90 mil mujeres se convirtieron en viudas y más de 180 mil niños y jóvenes se quedaron sin padre.
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