Apoyo estratégico a Pymes

En América Latina, la desigualdad y la pobreza son grandes desafíos que traen consigo descomposición social, desempleo, morbilidad, inseguridad y hambre.

Las Pymes se han convertido en uno de los pilares de la economía mexicana, al ser una fuente importante de empleos en el país
Foto: Internet
Redacción
Política
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Por: Montserrat Bonilla

En América Latina, la desigualdad y la pobreza son grandes desafíos que traen consigo descomposición social, desempleo, morbilidad, inseguridad y hambre.

Y a pesar de que las perspectivas económicas para este año que inicia son relativamente positivas, la incertidumbre y la volatilidad del contexto externo imposibilitan un crecimiento acelerado y sostenido de la región.

Es por ello que la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), junto con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) recomiendan a los gobiernos un fortalecimiento y desarrollo a través de la diversificación de la economía, el incremento de la productividad y la reducción de las brechas productivas y tecnológicas.

Y son las Pequeñas y medianas empresas (Pymes) la clave: se debe fortalecer las cadenas productivas de valor e impulsar la modernización de la industria.

Agentes de cambio

Para la OCDE y la CEPAL, las Pymes deben jugar un papel central en el incremento del crecimiento económico y en la creación de empleos de calidad.

A pesar de que representan 99% del total de las empresas y emplean a 67% de los trabajadores en Latinoamérica, su contribución al PIB y su productividad son bajas.

En el informe Perspectivas económicas de América Latina 2013, dichos organismos proponen una serie de políticas para transformar a este tipo de unidades económicas al reducir las brechas en tecnología y financiamiento.

El texto explica que es preciso entender las características específicas y, con ello, diseñar estrategias eficientes que solventen las necesidades de cada tipo de entidad.

Sin embargo, en general, los gobiernos deberán mejorar las condiciones de financiamiento, fomentar la especialización por sectores y mercados, así como el acceso a Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y la adopción de nuevas y mejores prácticas a través de regulaciones específicas.

El caso mexicano

En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registra la existencia de cuatro millones 15 mil unidades empresariales, de las que casi 99% son micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) que en conjunto generan 52% del PIB y más de 70% de los empleos en el país.

Sin embargo, no es suficiente para el desarrollo económico y productivo que necesita nuestro país.

Los especialistas Cuauhtémoc Calderón e Isaac Sánchez, en su texto Crecimiento económico y política industrial en México, aseveran que de 1982 a 2010 nuestro país creció apenas 2.1%, lo que representa un crecimiento promedio anual de 0.46% de PIB per capita provocado, explican, por “la incapacidad de la economía nacional para hacerse de un núcleo endógeno de dinamización tecnológica en el sector manufacturero” y una serie de reformas que condujeron a una economía de mercado y una política comercial e industrial “pasiva”.

Por ello recomiendan la construcción de un modelo de desarrollo económico en el cual el sector industrial tenga un papel estratégico; y la aplicación de las propuestas de la OCDE y la CEPAL en la materia podría generar la competitividad necesaria entre las Pymes en México.

Más allá de recursos financieros, las políticas deberán ir enfocadas a la oferta de insumos y servicios para la especialización e integración de redes de empresas que conformen cadenas globales de valor y, con ello, diversifiquen las exportaciones, generen nuevos empleos y se adquieran capacidades tecnológicas de acuerdo con prácticas internacionales.

Talento

En los últimos años el talento es un valor agregado entre las empresas, pues genera una mayor competitividad e innovación tecnológica. Inclusive, en varios países, la visión actual gira en las habilidades del capital humano y la fuerza de trabajo.

De ahí que estos organismos de cooperación internacional adviertan que la educación también es clave para el desarrollo y la competitividad entre las empresas, ya que incrementa capacidades, amplía oportunidades, genera innovación y mejora regulaciones y el clima de negocios.

El rezago educativo y de competencias en México y América Latina es una gran brecha que enfrentan las Pymes, ya que genera la denominada “escasez de talento”, fenómeno de coexistencia entre profesionales desempleados y empleadores que no encuentran el talento adecuado.

A su vez, en su informe sobre perspectivas económicas la OCDE denuncia una importante desconexión entre las competencias que demanda el sector productivo y la formación que provee el sistema educativo.

Por ello se deben generar espacios de formación profesional en las empresas, crear puentes-relaciones bilaterales entre el gobierno y el sector privado, la provisión de contenidos curriculares sobre emprendedurismo y programas de entrenamiento dentro de las universidades, amedidadelas necesidades del mercado laboral.

Por otro lado, las empresas deben aprovechar la diversidad de edades, gustos, intereses y estilos de vida en un mismo equipo de trabajo, para generar incentivos o promociones internas atractivos para cada grupo social y así atraer y retener al talento.

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