En el nuevo periodo de sesiones legislativas se pretende debatir una reforma energética que, si conjuga las propuestas del Programa de Gobierno 2012-2018 del presidente Enrique Peña Nieto con los intereses de todos los mexicanos, podría traer el desarrollo económico que requiere el país.
Y es que, sin lugar a dudas, la inversión en el sector energético es clave para el progreso económico y la competitividad empresarial.
Las principales propuestas giran en torno de Petróleos Mexicanos (Pemex), fomento a la investigación, desarrollo tecnológico e infraestructura, pero para ello, y en primer lugar, se requieren grandes cambios en la estructura de la paraestatal.
Modernización
De acuerdo con el Pacto por México, la apuesta del gobierno federal está en la industria petroquímica, aunque sólo contamos con pocas reservas probadas y la producción petrolera ha disminuido.
El director general de Pemex, Emilio Lozoya, asevera que con ello se busca abaratar los costos que pagan los mexicanos por el consumo de gasolina y energéticos en general, y que la paraestatal continuará proveyendo de fondos a las cuentas públicas.
Cabe destacar, asimismo, que los puntos de partida estipulados en el Pacto por México tienen objetivos muy particulares.
En entrevista con Vértigo, David Shields, especialista en temas energéticos y consultor privado, explica las transformaciones que deberá tener el sector para el cumplimiento de estos compromisos.
En primera instancia, Shields argumenta que dicho documento es lo más concreto logrado hasta hoy, si bien, “para llevar a cabo esos propósitos se requerirían algunos cambios constitucionales”.
La pretensión fundamental, señala, es transformar a Pemex en una empresa pública de carácter productivo. “¿Qué quiere decir esto? Pues que hoy no es una empresa, es un organismo descentralizado del gobierno federal y que, por ende, no cubre las características específicas del sector empresarial”.
Para ello deberá contar con un marco jurídico específico, “bajo un esquema de contratación pública establecida en la Constitución”, explica.
—¿Qué se tiene que hacer?
—Se tiene que transformar a Pemex: separarla del presupuesto y de las estructuras de gobierno, darle algún tipo de estructura empresarial —que posiblemente no será Sociedad Anónima—, pero que tenga completa libertad para hacer sus contrataciones, obras, adquisiciones y alianzas; sobre todo, sacarla de la discrecionalidad política.
Al respecto, el doctor Raúl Vázquez del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, coincide y comenta: “Una empresa, aunque sea paraestatal, no puede ser competitiva cuando gran proporción de su capital se va en pago de impuestos”.
Ante esa realidad, el gobierno federal busca eliminar el criterio recaudatorio de la estrategia de explotación de petróleo, a través de la modificación del régimen fiscal que planea ejecutar con una reforma hacendaria integral.
A partir de eso, Pemex tendrá mayores posibilidades de planear y ejecutar con mayor efectividad algunos programas de mantenimiento y expansión.
Sin embargo, esto conlleva “darle a otras empresas las facultades para invertir, acabar con el monopolio e incluir elementos de competencia”, complementa Shields.
—¿Y esto nos conviene como país?
—Absolutamente, porque el sistema actual no está funcionando. Hoy la normatividad es tan agobiante que no le deja laborar; y ante ello, ha buscado de manera creciente desde hace varios años trabajar por las puertas traseras a través de filiales en otros países, lo cual no es lo más adecuado.
Proyección
Raúl Vázquez considera por su parte que la industria petroquímica es la que tiene una mayor relación con todos los sectores económicos, además de un mayor grado de articulación en comparación con otras.
Por eso el gobierno busca impulsar el sistema de investigación, generación de tecnología y la formación de capital humano en la industria, así como elevar la eficiencia de la exploración, explotación y refinación de hidrocarburos.
Sin embargo, como en toda cadena de valor, se deben vender bienes, pero con un mayor valor agregado; y el caso del petróleo es el mejor ejemplo, asevera el investigador del IIEc. “En lugar de venderlo crudo, pongámosle valor y lo vendemos en gasolinas o gas. Para eso se necesita inversión productiva.
“Ese capital tendría que venir del Estado, y se dirá que no hay dinero, pero en realidad la cuestión está en que no le cobres tanto a Pemex para que sea autónoma, tenga autogestión y pueda invertir en ese tipo de cosas”.