Muchos neoyorquinos se preparan para realizar masivas protestas durante la visita que realizará mañana el presidente Donald Trump a esa ciudad, a fin de denunciar sus políticas migratorias, económicas y de salud.
Trump hará su primer viaje de regreso a Manhattan desde que asumió el cargo, visitando Nueva York el jueves para celebrar el aniversario de una importante batalla de la Segunda Guerra Mundial con un discurso en un portaaviones retirado anclado en el río Hudson.
Pero no es probable que Trump tenga un cálido recibimiento. Varias protestas están planeadas en toda la ciudad, incluyendo cerca del “USS Intrepid” y junto a su casa en la Trump Tower, amenazando con trabar el tránsito en Manhattan y generar imágenes de una ciudad rechazando a su famoso hijo.
“Miles de personas están listas para protestar contra Donald Trump”, dijo Steven Choi, director ejecutivo de la New York Immigration Coalition, coorganizadora de una de las protestas grandes. “En el primer viaje del presidente de regreso a la ciudad de Nueva York, el mundo nos verá levantándonos y oponiéndonos de nuevo a él”.
El Departamento de Policía de Nueva York se encuentra listo para la visita con la mirada atenta en las manifestaciones. La participación es incierta, pero los activistas están usando las redes sociales y otros medios de comunicación para convocar a manifestantes de varias localidades en la ciudad para expresar rechazo a sus políticas de inmigración, salud y otras.
Centenares de policías estarán asignados a la seguridad de la presentación de Trump en el “Intrepid” y muchos más estarán en cuadras cercanas listos para el caso de que sean necesarios en arrestos. Intensas medidas de seguridad están implementadas ya en la Trump Tower, donde el Servicio Secreto y policías fuertemente armados han usado barricadas, retenes y cierres de calles para proteger el rascacielos donde el presidente tiene un apartamento.
Trump fue visto por última vez en Nueva York el 19 de enero, el día antes de prestar juramento como presidente, cuando dejó el rascacielos donde vivió durante más de 30 años para volar a Washington. Su esposa Melania y el hijo de ambos, Barron, de diez años, se quedaron en la ciudad.