Parveen Rafiq gritó desde el techo de su casa: “He matado a mi hija. He salvado mi honor. Nunca más me avergonzará”. En el cuarto de abajo yacía el cadáver calcinado de su hija de 18 años, Zeenat.
Vecinos del callejón que vieron el humo y escucharon los gritos corrieron a la casa de Rafia, pero la puerta estaba trancada desde adentro. Zeenat estaba muerta. Su madre la estranguló y luego, mientras la muchacha estaba con vida, la roció con queroseno y le prendió fuego.
El crimen de Zeenat fue casarse con el amigo de infancia del que estaba enamorada, desafiando a su madre, una viuda que le presionaba para que se casara en un matrimonio arreglado y, según su madre y muchos vecinos, manchó el honor de su familia.
Su muerte, ocurrida el 8 de junio, fue el más reciente asesinato “por honor” en Pakistán, que tiene uno de los índices más altos de tales asesinatos en el mundo.
La brutalidad y rapidez con la que se han dado estos asesinatos ha horrorizado a muchos paquistaníes. La cantidad de estos homicidios ha aumentado. El año pasado mil 96 mujeres y 88 hombres fueron asesinados “por honor”, de acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán.
En 2014 el número fue de mil cinco mujeres, incluyendo 82 niñas, un aumento de las 869 contabilizadas el año anterior.
No obstante, diversos grupos de activistas por los derechos humanos y pro derechos de mujeres consideran que los números verdaderos son más altos y muchos casos no son reportados.
Para los expertos el aumento de la cantidad y brutalidad de estos asesinatos refleja una vieja generación afianzándose en contra del cambio.
A través de los años, indican, más mujeres van a la escuela y trabajan fuera de casa, y las redes sociales les han ayudado a levantar la voz. Más de 70% de los 180 millones de paquistaníes tienen menos de 30 años, y algunos están desafiando las tradiciones a un nivel sin precedentes. “El viejo orden de misoginia y extremismo se está viniendo abajo, está derrumbándose”, dice Marvi Sermid, activista pro derechos de mujeres.