Por: Arturo Rodríguez
Para la Secretaría de Hacienda el acuerdo de última hora entre republicanos y demócratas en Estados Unidos para evitar el llamado “precipicio fiscal” disipa un riesgo relevante para nuestra economía, en virtud de que nos encontramos íntimamente ligados al desarrollo económico del vecino país del norte.
El nuevo acuerdo fiscal estadunidense, que impidió la entrada en vigor de una serie de recortes al gasto y aumentos de impuestos por hasta 600 mil millones de dólares que, en opinión de expertos, hubiese enviado este año a la Unión Americana a un nuevo periodo recesivo, “representa una oportunidad para fortalecer las bases de crecimiento del mercado interno y la estabilidad macroeconómica de México”, sostiene la dependencia.
El consenso en tal sentido en la Cámara de Representantes, agrega, se traduce en una solución que mantiene bajos impuestos para la clase media e impulsa el crecimiento de nuestro vecino del norte, lo que aunado al paquete económico aprobadoaquípara 2013 “disminuye la vulnerabilidad de la economía nacional ante el complejo entorno internacional”.
No obstante, admite, “es necesario dar impulso a las reformas estructurales que el país necesita para alcanzar mayores tasas de crecimiento, generación de empleos y mayor bienestar para todas las familias mexicanas”.
Y al manifestar su confianza en que las medidas avaladas por los legisladores norteamericanos promuevan la recuperación económica y reduzcan el déficit del gobierno de EU durante los siguientes cinco años, lo que fortalecerá su economía, la Secretaría de Hacienda afirma que las consecuencias contrarias “pudieron haber sido muy negativas no sólo para ellos, sino también para muchas economías desarrolladas y emergentes del mundo, entre las cuales se encuentra México”.
De última hora
Entre 2000 y 2012, la deuda pública norteamericana prácticamente se triplicó debido a una serie de factores, como las guerras de Irak y Afganistán; los recortes de impuestos en la era Bush para reactivar la economía; así como la crisis económica y posterior recesión desatadas por el estallido de la burbuja inmobiliaria.
El fuerte incremento paralelo del déficit (actualmente superior a 7% del PIB) provocó que en el verano de 2011 republicanos y demócratas debieran negociar a marchas forzadas para prorrogar la situación y dejar la solución final al “precipicio fiscal” hasta después de los comicios presidenciales (que se celebraron en noviembre anterior y produjeron la reelección de Barack Obama).
Pero minutos antes de concluir el primer día de 2013, la Cámara de Representantes puso fin a la incertidumbre reinante entre los mercados mundiales, al lograr los votos necesarios para alcanzar un acuerdo que evitó el “precipicio fiscal” y sus irremediables repercusiones sobre la endeble recuperación de la economía norteamericana.
Así, con 257 votos a favor y 167 en contra, finalmente hubo una cantidad suficiente de republicanos en la cámara baja dispuestos a respaldar el proyecto de ley que el Senado había acordado el 31 de diciembre —con idénticos números en pro y en contra— y que eleva los impuestos a los estadunidenses más ricos, cerrando un capítulo crucial en la disputa presupuestaria, si bien quedan pendientes aún las previstas agrias discusiones para ampliar el techo de deuda.
La medida “evita una subida de impuestos para 98% de los estadunidenses y 97% de los dueños de pequeños negocios”, declaró el presidente Barack Obama al momento de promulgar el acuerdo.
El mandatario admitió que “todavía queda trabajo para reducir nuestra deuda”, pero el acuerdo garantiza que “vamos a continuar reduciendo el déficit a través de una combinación de nuevos recortes en el gasto y nuevos ingresos de los estadunidenses más ricos… Ni los republicanos ni los demócratas consiguieron todo aquello que querían, pero este acuerdo es lo correcto para nuestro país”, aseveró.
Consenso
Entre los principales puntos del consenso bipartidista figuran la permanencia de las actuales ventajas fiscales para la mayoría de la población estadunidense, excepto para las familias que manejan ingresos superiores a los 450 mil millones de dólares anuales o a individuos que registren ingresos arriba de los 400 mil, que significa menos de 2% de la lista de contribuyentes norteamericanos.
Asimismo, se extenderán por un año las ayudas a la gente que no tiene trabajo, las cuales se tenía previsto desaparecer con la entrada del “precipicio fiscal”; se suspenderán por dos meses las reducciones del gasto público, con lo que se impedirá un recorte de 27% en los salarios y comisiones pagados a los médicos que atienden a pacientes inscritos en el seguro de salud de los jubilados (MediCare).
Al mismo tiempo, se impide el aumento de 900 dólares al pago de los legisladores que entraría en vigor a partir del primer trimestre de este año; tasa permanente máxima de 15% en ingreso por dividendos y ganancias de capital a largo plazo para personas físicas y parejas con ingresos de hasta 450 mil dólares; e incremento de 35% a 39.6% de la tasa media de imposición de los hogares con ingresos que superen esta última cifra.
Asimismo, menores tasas fiscales permanentes para propiedades inmobiliarias por valor de hasta cinco millones de dólares y solución permanente al impuesto mínimo alternativo (gravamen aplicado a las personas físicas que tienen sustanciales ingresos con preferencia fiscal).
Vital
El pasado 31 de diciembre, la deuda norteamericana alcanzó el más reciente nivel avalado por el Congreso (16.4 billones de dólares), ante lo cual el secretario de Finanzas, Timothy Geithner, se ha dado a la tarea de iniciar la reestructuración del presupuesto para que el país pueda seguir siendo solvente durante dos meses más.
Ello supone que el Congreso tendrá que aumentar el techo de deuda otra vez, a más tardar a finales de febrero o comienzos de marzo, precisamente cuando tendrán que fijarse las partes del programa de ahorro postergadas.
Como primer paso en tal sentido, el gobierno de EU considera vital que el Congreso resuelva rápidamente las próximas disputas sobre el gasto y los impuestos, y elevar la capacidad de endeudamiento estadunidense para evitar la incertidumbre económica.
Al respecto, Alan Krueger, presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, advirtió que una larga batalla sobre el nivel de endeudamiento y el presupuesto podría llevar a EU a un deterioro de su calificación crediticia y con ello a la elevación del crédito. “Creo que realmente estamos jugando con dinamita con el techo de la deuda”, declaró.
Beneficios
En medio de la persistencia de nubarrones que aún imposibilitan encontrar la salida al final del túnel de la crisis internacional desatada en 2008, entre ellos el resultado de las negociaciones de la elevación de la deuda en el Congreso estadunidense; la resolución de los problemas económicos y financieros de Europa; y enfrentar un crecimiento global limitado, analistas y entidades financieras locales y extranjeras coinciden con la Secretaría de Hacienda en el sentido de que el acuerdo alcanzado en el Congreso norteamericano protege a nuestra economía de un impacto inmediato.
Al respecto, la empresa de servicios financieros JP Morgan considera que las expectativas del mercado sobre el crecimiento del país se han fortalecido: “Aunque se prevé que la actividad industrial y manufacturera estadunidense sufra una desaceleración, esta no generará cambios relevantes como para modificar el ritmo de crecimiento en México”, augura.
Prolongar los beneficios impositivos para la mayoría de las familias norteamericanas y proteger la recuperación de la economía, indica, traerá como consecuencia que México y EU aspiren este año a crecimientos cercanos a 4 y 2% de sus respectivos PIB, lo cual no hubiese podido ser alcanzado de haber persistido las diferencias entre los legisladores.
“México y el mundo podían haber tenido repercusiones importantes de no haberse alcanzado un acuerdo… Podemos decir que los riesgos en el panorama de 2013 son menores de los que hubo el año pasado y el panorama se ha aclarado”, destaca.