¿Habrá reforma?

En Washington, demócratas y republicanos parecen estar de acuerdo y dispuestos a cooperar, al menos en lo que se refiere a la reforma migratoria.

Senado de Estados Unidos
Foto: Internet
Gabriela Guajardo
Política
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En Washington, demócratas y republicanos parecen estar de acuerdo y dispuestos a cooperar, al menos en lo que se refiere a la reforma migratoria: un grupo de ocho senadores de ambos partidos presentó una serie de principios que formarían la estructura de una propuesta concreta sobre este asunto vital para tantos mexicanos residentes en Estados Unidos.

Entre esos senadores están Marco Rubio, quien ha encabezado el esfuerzo de los republicanos por acercarse a los hispanos, y el ex candidato presidencial John McCain.

Las propuestas de los senadores se basan en cuatro pilares: abrir un camino hacia la obtención de ciudadanía por parte de los once millones de inmigrantes indocumentados que viven en EU actualmente; reformar el sistema, para adaptarlo a las necesidades de la economía; crear un sistema de verificación de empleo, para evitar la contratación de indocumentados; y asegurar la frontera.

A simple vista, parecería que el panorama es favorable para la reforma. Incluso el presidente Barack Obama aplaudió el esfuerzo de los legisladores: les dijo, en conferencia de prensa, que muchas de sus propuestas coinciden con las suyas.

Sin embargo, se prevé que la discusión será larga… y tensa.

Dos propuestas

La propuesta de los senadores es conservadora. Rubio ha expresado que de esta manera esperan encontrar menos resistencia en el Senado y en la Cámara de Representantes. Pero una vez que nos acercamos a ver los detalles, saltan diversos problemas.

La propuesta, por ejemplo, condiciona la residencia para los indocumentados a que la frontera esté segura, para evitar una nueva ola de inmigrantes una vez que se apruebe la reforma.

Además, pondría a los indocumentados en línea detrás de todos los inmigrantes legales que están en espera de su green card. Es decir, la espera podría tomar años o hasta décadas. Obama, en cambio, no incluye esta condición.

Los senadores hacen excepciones para los trabajadores agrícolas y para personas con maestría o doctorado en las áreas de Matemáticas y Ciencias, mientras que el presidente va más allá, buscando atraer también a emprendedores.

Asimismo, la propuesta de Obama da prioridad a unificar a familias separadas, incluyendo a aquellas de parejas del mismo sexo.

Barack Obama habló con mucho optimismo al apoyar el plan de los senadores y señaló que es momento de tener una reforma migratoria. Sin embargo, advirtió que conforme avance la discusión, aumentarán las tensiones.

Las discrepancias entre su propuesta y la de los senadores no son menores. Y hay republicanos que ya expresan su rechazo a las dos iniciativas porque, a pesar de que la falta de apoyo de los hispanos les costó la elección presidencial, existen muchos legisladores cuyos distritos están compuestos en su mayoría por estadunidenses: recordemos que antes de la siguiente elección presidencial se renovarán la cámara baja y un tercio del Senado.

Y recordemos, también, que Obama está en deuda con los hispanos, pues en su primera campaña prometió una reforma en su primer año de gobierno, cuando tenía una mayoría demócrata en ambas cámaras; y ahora, a pesar de los resultados de las últimas elecciones, donde los hispanos demostraron su poder en las urnas, el panorama es menos optimista.

Los dos partidos se han enfrentado una y otra vez durante los últimos meses, y pese a la cooperación de un pequeño grupo de senadores, aprobar una reforma migratoria será complicado. Más una tan liberal como la de Obama.

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