En unas elecciones donde los ojos del mundo están puestos en los candidatos Hillary Clinton y Donald Trump, por otra parte se libra una áspera batalla en el Congreso donde el Senado (cámara alta) podría retornar a manos del Partido Demócrata.
En la actualidad, las dos cámaras —el Senado y la Cámara de Representantes— están en poder del conservador Partido Republicano y por ello la disputa por el control del Capitolio es fundamental para garantizar la estabilidad del nuevo presidente o para obstaculizar su acción, como se vio hasta ahora con el “freno de mano” a las decisiones del presidente Barack Obama.
Se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes: las 435 bancas de los legisladores y también los seis representantes territoriales sin derecho a voto (incluido el de Puerto Rico). De acuerdo con los sondeos, los republicanos, que en la actualidad poseen 247 curules, deberían mantener la mayoría.
Mientras tanto, en el Senado están en juego 34 de los 54 escaños. Allí, en la cámara alta, los demócratas tienen excelentes posibilidades de recuperar la mayoría que perdieron en 2014.
Veinticuatro de esas 34 que están en juego corresponden a republicanos, mientras que los demócratas solo tienen en juego diez.
En caso de que Clinton gane la Presidencia, la conquista del Senado es considerada fundamental no solo para restablecer el equilibrio con el control republicano en la cámara baja, sino también porque los empates en el Senado son quebrados con el voto del vicepresidente de Estados Unidos. En este escenario, la clave para los aspirantes republicanos a una banca del Senado es hasta qué punto deben mantener su campaña ligada a la de Trump, o hasta qué punto se pueden beneficiar de mantener una distancia saludable del millonario.
Por otra parte, la Cámara de Representantes es claramente una trinchera de los republicanos. El presidente de la Cámara, Paul Ryan, es el republicano con el más alto cargo electivo y mantiene una tormentosa relación con Trump, al punto de anunciar que no apoyaba la campaña a la Casa Blanca.
Para enfado de Trump, Ryan expresó que en esta campaña se concentraría en hacer que los republicanos mantengan la mayoría de la cámara baja. Y, sin embargo, los demócratas confían en poder corroer la mayoría republicana, arrebatándole diez o 20 bancas.
El Centro de Política de la Universidad de Virginia estima que los demócratas podrían obtener entre diez y 15 nuevas curules, lo que sería insuficiente para conquistar la Cámara de Representantes, pero sí permitiría reducir el espacio de maniobra del oponente.