Cracovia. El Papa Francisco visitó un hospital pediátrico donde ofreció una dosis de cariñoterapia a los internos y pidió no abandonar a los niños que padecen enfermedades.
Tras vivir una mañana impactante en su visita al campo de exterminio de Auschwitz, Francisco dedicó la primera actividad de la tarde a recorrer el Hospital Pediátrico Universitario de Prokocim, donde saludó uno por uno a numerosos pequeños.
“Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno, escuchar por un momento a cada uno de vosotros y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezar”, confesó al momento de tomar la palabra.
Deseó que todos los cristianos sean capaces de estar al lado de los enfermos con el silencio, con una caricia y con la oración, pero constató que la sociedad actual está contaminada por la “cultura del descarte”, que es lo contrario de la cultura de la acogida.
Estableció que las principales víctimas de esa “cultura del descarte” son precisamente las personas más débiles y más frágiles, lo cual calificó como una crueldad.
No obstante, consideró “hermoso” el trabajo del hospital, donde los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados, por eso agradeció a todo el personal por el “signo de amor” que ofrecen poniendo en el centro de la atención social y política a las personas más desfavorecidas.