PRIMER GOBIERNO DE COALICIÓN EN ESPAÑA

Lejos de tranquilizar, la formación de gobierno preserva un ambiente de crispación política interna.  

Redacción
Política
Foto: Especial
Gobierno de España

Por Claudia Luna Palencia

Después de cuatro elecciones generales celebradas en los últimos cuatro años y un gobierno en funciones operativo durante un año y medio, al fin España invistió como presidente a Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), quien además se estrena con un histórico gobierno de coalición con el ultraizquierdista Unidas Podemos.

Igualmente inédito es el hecho de que en los casi 43 años de democracia española esta es la primera vez que se crea un gobierno de coalición, necesario para romper el bloqueo político que empantana el quehacer legislativo y el entendimiento entre las diversas fuerzas partidistas.

Han pasado cinco años de ausencia de reformas. Los actuales presupuestos fueron aprobados en 2018 y diseñados por el entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, del Partido Popular (PP).

El pasado martes 7 de enero los españoles atestiguaron con la rosca de Reyes en la mano cómo su sistema político retrotrae a un escenario guerracivilista con dos polos perfectamente escindidos: el bloque de la derecha y el de “los otros”.

Se encuentra en el de “los otros” la izquierda con sus varios espectros, mezclada con una pulverización de grupos nacionalistas y antisistema: no se trata de un grupo cohesionado ideológicamente hablando, pero en España la derecha suma cuando trata de sumar y volvió a situar el momentum histórico del país ibérico contextualizándolo en la defensa de España ante aquellos que quieren destruirla… y es exactamente en este sitio en el que ha ubicado a ese bloque de “los otros”.

Aquí, en España, se ha vivido con irritación la investidura de Sánchez en el Congreso de los Diputados: el domingo 5 de enero salió rechazado por mayoría absoluta —176 votos necesarios— ya que solo consiguió 166 a favor y 165 en contra.

En la votación simple, el 7 de enero, necesitaba más síes que noes: Sánchez salió investido por únicamente dos votos de diferencia con 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones; ese pírrico margen es el más estrecho que se registra desde la reinstauración de la democracia.

Al día siguiente acudió al Palacio de la Zarzuela para jurar el cargo ante el rey Felipe VI, con el que bromas aparte hizo alusión a “los ocho meses” que llevaba aguardando para contar con los apoyos legislativos a fin de ser ratificado por el Parlamento y los “diez segundos” que duró la ceremonia con el monarca; a lo que Felipe VI, ágil de mente, reviró señalando que “ha sido rápido: el dolor viene después”.

Y puede que duela. Y que además sea una Legislatura —otra más— no de cuatro años sino nuevamente corta y bastante fangosa en momentos en que la economía ibérica pierde fuelle: el FMI señala un PIB de 2.2% para el año pasado y 1.8% en 2020, mientras prosigue la destrucción de empleo engrosándose el paro con 3.2 millones de personas desempleadas.

Primordialmente hay inquietud acerca de rumbo de las reformas que puedan ser emprendidas en el nuevo gobierno progresista —según lo autodenomina el propio Sánchez—, que anticipa meter mano en el mercado laboral, en el sistema de pensiones, el sistema educativo, el sistema de salud y la intención de promulgar varios decretos para evitar abusos en el precio de los alquileres a través de regular el libre mercado, así como dar más subsidios y ayudas sociales.

Algunos medios de comunicación anuncian un nuevo tipo impositivo con mayores incrementos en el Impuesto Sobre la Renta de las Personas físicas (IRPF) al menos en dos puntos en las rentas de más de 130 mil euros y en cuatro puntos para las superiores a los 300 mil euros; y el tipo mínimo de 15% pasaría a 18% para bancos y empresas energéticas.

Hay malestar entre los empresarios por el futuro inmediato. Félix Revuelta, fundador de NaturHouse Health, remarca la relevancia del tejido empresarial como creador de empleo y se muestra crítico con el gobierno recién formado.

“La meritocracia es importante para saber qué currículo se tiene y qué nos puede aportar; y nosotros como ciudadanos debemos exigir a nuestros políticos el ejemplo, porque no se puede mentir como se miente, no se pueden decir cosas que no se van a cumplir”, esgrime.

No es en sí misma la figura de Sánchez, de 47 años, lo que intranquiliza a una parte de la sociedad ibérica: se trata más bien de los socios con los que ha pactado para gobernar y, por supuesto, obtener apoyos para aprobar leyes en el Congreso.

No es el triunfo de un candidato del PSOE lo que despierta a los demonios de la ultraderecha, a los franquistas y algunos bajo el influjo tardío de la ensoñación de los tiempos del dictador Francisco Franco: lo es el miedo al comunismo, el temor a un grupo como Unidas Podemos; primordialmente a gente como Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, uno de los mentores de Podemos y quien desde la sombra tiene una amplia influencia en Iglesias, futuro nuevo vicepresidente de España.

Se ha abierto la caja de Pandora con la nueva confrontación actual entre la ultraderecha de Vox y la ultraizquierda de Unidas Podemos. Y en medio del rifirrafe político, ideológico y social están los dos partidos otrora columnas del bipartidismo, léase el PP y el PSOE.

Y es social porque Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, advirtió que realizarán sendas convocatorias ciudadanas, manifestaciones de toda índole, para llenar las plazas de España de gente protestando contra el nuevo gobierno.

Nuevamente se escuchan discursos y retóricas de odio inflamado, de división, de enconamiento, de esa chocante distancia entre lo blanco y lo negro; la ultraderecha emerge como defensora de la patria, de la bandera, de la Constitución, de España y del concepto de ser español.

Precisamente Ortega Smith califica de “peligroso” este juego de alianzas entre Sánchez y Unidas Podemos, así como de varios grupos nacionalistas e independentistas de los que ha precisado también apoyo para investirse.

De Unidas Podemos advierte su filiación bolivariana y chavista que podría terminar convirtiendo a España en un “espejo” de Bolivia o de Venezuela en detrimento de la situación económica, social y de las libertades democráticas de la población española.

“En Vox seremos una oposición firme, leal con los españoles, leal con la Constitución, absolutamente contundente contra quienes quieren acabar con nuestras libertades y convertir a España en Bolivia o en Venezuela; y no es alarmismo”, defiende Ortega.

En Cataluña, añade el representante de la ultraderecha, hay opresión de las libertades producida por el “totalitarismo separatista” contra el que van a reaccionar.

Fobia

Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero emergieron en España con Podemos emanado de los debates acalorados en la Universidad Complutense, porque la larga crisis económica padecida en Europa desde 2008 construyó el caldo de cultivo para que florecieran sus ideas aprovechando el enorme descontento de la gente trabajadora.

Su grupo político se nutrió de forma toral del movimiento social (y primeramente espontáneo) del 15-M, conocido como el “movimiento de los indignados” e iniciado precisamente el 15 de mayo de 2011.

Muchas familias perjudicadas vieron depauperar su vida; algunas perdieron sus casas porque los bancos exigieron las hipotecas no pagadas; porque en medio de la crisis los ricos se volvieron más ricos y un grueso de la clase media española se empobreció, perdió su trabajo, cedieron derechos laborales; porque antes se hablaba de marginación y en la actualidad de pobreza.

Así germinaron las ideas de Iglesias (41 años) y de Monedero (56), que no son otras más que las ideas del Che Guevara junto con las de Fidel Castro y mucho más allá las del ruso Mijail Bakunin. Ambos se han sentido tan seducidos por el rostro populista y demagógico latinoamericano, que no solo se han acercado a aprender de cerca del fenómeno sino también se han vuelto sus asesores.

Sobre todo Monedero, con contada experiencia con Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Ecuador: en 2018 intentó un acercamiento en el caso de México, apenas supo del triunfo del candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador; lo recibió Martí Batres; hablaron de la necesidad de converger entre Morena y Podemos, buscar hilos conductores. Mientras tanto Monedero le dedicó uno de sus libros a Batres y otro al entonces candidato electo. Se ha construido una imagen de “asesor externo” de Podemos.

Por eso es que Sánchez asusta. Porque asusta Iglesias y porque detrás de este orbita Monedero, a pesar de ser personas inteligentes, con estudios de doctorado, académicamente bien formados; por ejemplo el presidente tiene un doctorado en Economía y Monedero e Iglesias cada uno en Ciencias Políticas y Sociales.

No obstante los posicionamientos de Iglesias siendo profesor en la Universidad Complutense y en los diversos canales de comunicación que utiliza para expresarse, al igual que Monedero, convergen a favor del populismo y la demagogia atacando al sistema, a los ricos, a los empresarios, a los bancos…

En opinión de Álvaro Nieto, director adjunto de Vozpópuli, si algo ha quedado claro en las dos primeras sesiones de la investidura, en mitad de las fiestas navideñas, es que el PSOE sucumbe a “los encantos” de Podemos. “Pablo Iglesias, un líder que estaba medio moribundo y llevaba tres elecciones generales perdiendo votos y la amistad de los que montaron el partido con él, ha conseguido lo que parecía imposible: resucitar y gobernar sin siquiera ser el presidente. Y lo ha logrado gracias a la debilidad del líder del PSOE”.

Para él, Sánchez ha decidido sobrevivir cediendo en todo lo que le han pedido unos y otros para tener esos 167 votos que le llevan a ser presidente. “Iglesias no solo coloca cinco ministros en el gobierno, él mismo y su pareja Irene Montero incluidos, en un extraordinario caso de nepotismo que nadie se atreve a denunciar sino que consigue que sus propias tesis y postulados se abran paso en el programa de gobierno y hasta en la dialéctica empleada por los dirigentes del PSOE”, remarca Nieto.

Dentro de la nueva estructura que se presentará en la Moncloa en unos días, Iglesias será vicepresidente segundo del Ejecutivo; de él dependerán áreas como derechos sociales y la Agenda 2030 de la ONU, entre otras más, y su equipo será responsable del Instituto de Mayores y Servicios Sociales y del Instituto de la Juventud.

Hay tanta emoción a flor de piel en el primer cuadro de mando de Podemos, que al final de la investidura del martes 7 de enero Iglesias lloró a lágrima suelta en el Congreso de los Diputados; sabe que tienen una oportunidad dorada y él nunca ha escondido sus ganas de “tomar el cielo del poder”.

España corre el riesgo de convertirse en una economía en la que trabajar y salir adelante sea más difícil que estar desempleado, subsidiado y mantenido por el sistema. A grupos como Unidas Podemos les conviene más lubricarse subsidiando y dando ayudas sociales que generando riqueza. Y eso preocupa muchísimo.

Cataluña, dinamita pura

El rostro de la política ibérica está deformado por la ausencia de entendimiento. El diálogo nacional roto orbita en el eje de la pulverización y de la crispación. El PSOE defiende que así funciona la democracia: “El más votado en las urnas debe gobernar”. Y Vox, junto con el PP, argumentan que saldrán a proteger “la libertad y la democracia” de los enemigos de España. Sucede todo ello en medio de un ambiente enrocado de falacias, acusaciones lisonjeras, insultos y hasta amenazas directas.

Muy lejos quedan los tiempos de los debates inteligentes, de las legislaturas presididas entonces por Felipe González, el añejo líder socialista que gobernó desde 1982 a 1996, acaso uno de los políticos pilares más relevantes de la democracia ibérica.

Persiste una carencia de identidad nacional, aprovechada siempre por quienes intentan llenar de burbujas de odio el caldero inflamando nacionalismos, erigidos en defensores de la patria.

Esa patria que Pablo Casado, líder del PP, espetó a Sánchez en la cara en la última votación en el hemiciclo tras fijar cada líder de bancada su posicionamiento: “La única patria de Sánchez es usted”.

“Señor Sánchez: dijo que no formaría gobierno con los independentistas y batasunos y mintió. Hoy nos los trae de socios sin dar una explicación. Ese el estigma con el que nace este gobierno contra España”, en palabras de Casado.

El socialista ha llegado a ser presidente gracias a los siguientes votos: por el PSOE 120, Unidas Podemos 35, Partido Nacionalista Vasco (PNV) seis; Más País dos; Compromís, Nueva Canarias, Teruel Existe y Bloque Nacionalista Galego uno cada cual, y las 13 abstenciones de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y 5 de Euskal Herria Bildu (EH Bildu).

Estos apoyos no han sido gratuitos: hay compromisos asumidos con cada grupo. No nada más le ha abierto la puerta a populistas y demagogos: también a los grupos independentistas y otros con un historial de apoyo a ETA.

Con una Legislatura incendiaria y con el bloque de la derecha dispuesto a dinamitarla por completo, el mandatario español requerirá hasta del más mínimo voto para llevar a cabo su programa de gobierno; simplemente para contar con nuevos presupuestos.

Y como brasa ardiente está desde luego el tema catalán, porque ERC se ha abstenido en la votación a cambio de dos objetivos: autodeterminación y situación de los presos independentistas. Y si no están ambas premisas en el diálogo, como lo señaló su diputado Gabriel Rufián, si no hay mesa, “no hay Legislatura”.

Montse Bassa, otra de sus compañeras legisladoras, fue más grotesca en la más alta tribuna, a donde llegó a decir que “me importa un comino la gobernabilidad de España” porque lo único pretendido es lograr “la República catalana independiente desde la cordialidad con España”.

Desde el punto de vista de Luis Ventoso, a la larga Sánchez es un pato cojo; tiene que haberles presentado un “ofertón” bajo cuerda, algo más que competencias y dinero.

“Así que cuando se acerquen los presupuestos ERC le pasará su factura: o me das el referéndum o despídete del chiringuito. Con tal de dormir en la Moncloa, Sánchez es capaz de continuar con las cuentas de Montoro ad infinitum”, apunta el articulista español.

ERC quiere orillar al nuevo gobierno a darle mayores concesiones para favorecer sus intereses independentistas. Para Sánchez implica prácticamente venderle su alma al diablo.

A veces parece que la democracia, como la guerra, es un juego de niños, o más bien una oscura red de intereses en la que, como decía Max Weber, lo que prevalece es una lucha en la selección de los gobernantes.

A Sánchez se le acusa de su “ambición” desmedida para llegar a la Moncloa. Él se defiende señalando que dos veces ha sido elegido en las urnas; la primera vez le votaron 7.5 millones de electores y la segunda, el pasado noviembre, 6.7 millones.

Con toda razón esgrime que debe gobernar. El problema es que una democracia parlamentaria debe pasar por el cedazo del Congreso y tener allí los votos, en escaños, necesarios para que la voluntad mayoritaria de las urnas se cumpla. Y allí España está bastante floja de tuercas, porque la fragmentación política y el canibalismo partidista hacen que cada quien vea por sus propios intereses.

Por el momento en los pasillos oficiales corren las apuestas: la gran mayoría no le da ni dos años al gobierno sanchista.

Europa de coalición

El nuevo gobierno de coalición inédito en España no espanta en Europa, un continente acostumbrado a formar gobiernos de alianzas y coaliciones para preservar su régimen democrático.

En 1998 esta forma de gobierno prevalecía en 69% de los países europeos; para 2008 subió a 79.4%; y en 2020, ya contando a España, hay coaliciones en 28 de 38 naciones europeas; esto es, 421 millones de habitantes.

España y sus novedades políticas

Pedro Sánchez, investido ya presidente, prepara el gabinete que anunciará próximamente.

Por lo pronto contará con cuatro vicepresidencias, tres encabezadas por mujeres, con Carmen Calvo como vicepresidenta primera con competencias sobre Memoria Democrática y Relaciones con las Cortes.

En las otras tres estarán Nadia Calviño, quien coordinará los asuntos económicos y la transformación digital, y su compañera del gabinete en funciones Teresa Ribera, como vicepresidenta de Transición Ecológica y Reto Demográfico; y la última vicepresidencia es para Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos, que ocupará Derechos Sociales y la Agenda 2030.

La Moncloa confirmó que cinco integrantes del partido de Iglesias estarán en el gabinete: “Irene Montero ocupará el Ministerio de Igualdad; la dirigente gallega Yolanda Díaz se encargará de Trabajo; el coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón, asumirá la cartera de Consumo, y el catedrático de Sociología de la Universidad de Berkeley (California), Manuel Castells, será titular de Universidades”.