Benedicto XVI sufrió un accidente nocturno que le provocó una herida en la cabeza en su viaje a México en marzo de 2012, episodio hasta ahora desconocido y que habría influido en su decisión de renunciar al pontificado.
El hecho ocurrió la madrugada del 25 de marzo de ese año en su habitación en el Colegio Miraflores de la central ciudad de León, y como se trató de un pequeño corte, la delegación apostólica decidió no divulgarlo.
El pontífice se había levantado para ir al baño y, como ocurre cuando uno despierta en la madrugada en un ambiente no habitual, no encontró el interruptor de la luz y entonces se movió en la oscuridad.
La almohada de su cama y la alfombra de su habitación quedaron manchadas de sangre.
Algo similar había ocurrido al obispo de Roma en la madrugada del 17 de julio de 2009, durante sus vacaciones en la localidad de Introd, en la norteña región italiana de Valle de Aosta.
Esa vez cayó en su habitación luego de trastabillar en la oscuridad y se fracturó la muñeca derecha. Debió ser operado de urgencia, pero el episodio no pasó a mayores.
El lunes pasado, cuando el Papa anunció de forma sorpresiva su renuncia, el diario vaticano “LOsservatore Romano” sostuvo que su decisión había sido tomada tras el viaje apostólico a México y a Cuba, sin agregar detalles.