Siria, en la mira de Occidente

Las denuncias del uso de armas químicas en la guerra civil siria han elevado. Se habla de una inminente intervención militar en ese país por parte de EUA y sus aliados.

Política
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El miércoles 21 de agosto fue denunciado un presunto ataque con armas químicas por la oposición siria: una serie de explosiones sobre un campamento rebelde en las afueras de Damasco, la capital, fue reportada por varios testigos mientras se acusaba al gobierno del presidente Bashar al-Asad de utilizar agentes químicos contra sus enemigos.

Según la organización internacional Médicos Sin Fronteras, dichos ataques con gas sarín afectaron a más de mil 300 personas y al menos 355 murieron.

(Foto: AP)

La respuesta mundial fue de condena generalizada. La Organización de Naciones Unidas (ONU) envió de inmediato un equipo de inspectores al lugar para realizar peritajes, certificar si realmente se había producido ese ataque y determinar cuál bando utilizó ese tipo de armamento.

El presidente estadunidense, Barack Obama, reprobó el ataque y advirtió sobre una respuesta inminente contra el régimen sirio.

Estados Unidos cuenta de hecho con barcos de guerra en el Mediterráneo y sus aliados, Francia y Reino Unido, poseen también flotas en la región.

Ninguno de estos tres países acepta que el informe final de la ONU en torno del caso pueda impedir una intervención militar, aunque tampoco se han declarado formalmente dispuestos a realizarla.

Ofensiva

El ataque con armas químicas puede acelerar el desenlace del curso de la guerra civil de más de dos años en Siria, reconoce en entrevista con Vértigo el profesor Dejan Mihailovic, del Departamento de Derecho y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey campus Estado de México.

—¿Existe una posibilidad real de una respuesta internacional contra el régimen sirio?

—Por el momento es obvio que existe la posibilidad de una intervención militar combinada de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por Estados Unidos, con una presencia significativa, política y diplomática, de sus aliados en Oriente Medio, que son principalmente Turquía, Arabia Saudita e Israel.

Hoy el mundo es testigo, agrega Mihailovic, “del reagrupamiento de las fuerzas militares de la OTAN, sobre todo en la zona del Mediterráneo. Por un lado, en la base área de Akrotiri, en Chipre, se reagrupan naves de guerra y transbordadores militares. Igualmente, Gran Bretaña reagrupa su flota naval en las inmediaciones de las costas albanesas. Por otro lado, Estados Unidos aumenta la presencia de naves de guerra en el Mediterráneo oriental: ya no son tres, sino cuatro navíos. Precisamente se sumó el USS Mahan 72, un destructor que cuenta con misiles tipo crucero, los famosos Tomahawk, que tienen un alcance de mil 100 kilómetros”.


De este modo, afirma, “está todo dado para que presenciemos un escenario muy parecido al que aconteció en 1999 en la guerra de Kosovo. Inclusive es probable que tendremos una serie de bombardeos selectivos sobre puntos que la OTAN y Estados Unidos consideren estratégicos, en represalia por el presunto ataque de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al-Asad.

—¿Considera que sí hubo un ataque con armas químicas, sin duda?

—Está allá la comisión especial de la ONU para investigar sobre el terreno y comprobar si hubo uso de armas químicas. Hay indicios de que mil 300 personas fueron víctimas de estas armas en combates registrados en las inmediaciones de Damasco. Es mundialmente conocido que desde la convención que se suscribió en 1923 hay una prohibición tácita del uso de armas químicas; hay un acuerdo internacional de 1993, que entró en vigor en 1997, pero no todos los países lo suscribieron. Siria, en específico, no lo suscribió. La comisión de la ONU solo puede verificar si existió el uso de armas químicas, pero no puede comprobar quién usó estas armas.

En este sentido, explica, “existe una dimensión ética y moral de la intervención militar en ese caso. Porque si a Occidente no le molesta que la guerra civil de más de dos años en Siria se haya cobrado más de 100 mil vidas, ahora sí le molesta que algunos murieron a causa del uso de armas químicas. Podemos denotar nuevamente, entonces, la misma hipocresía que mantienen Estados Unidos y sus aliados occidentales en términos de intervenir no tanto para que las fuerzas opositoras ganen su causa, sino para que luego ganen por ellos mismos. Soy muy pesimista en el caso de Siria, porque aun saliendo del poder Bashar al-Asad la oposición está extremadamente fragmentada. Hay muchos grupos con objetivos bastante específicos y Siria es todo un crisol en términos sociales, políticos y religiosos. De tal manera que una vez saliendo del poder el propio Al-Asad, difícilmente vamos a presenciar un desmantelamiento completo del régimen. Más preveo una situación muy parecida a la que se vivió en los ochenta en Líbano”.

Los especialistas hablan de la posibilidad de dos tipos de ofensiva internacional contra Siria: una corta, de castigo; y una larga, para derrocar al régimen.

—¿No empeoraría cualquiera de estas opciones la tensión en Oriente Medio, ya de por sí grave desde hace muchos años?

—No quedó claro el pronunciamiento del presidente Obama sobre si el objetivo es derrocar el régimen o simplemente lanzar una serie de ataques de castigo con perspectiva punitiva. Si comienzan los ataques pronto, veremos cuál es el verdadero objetivo. Sobre todo porque el motivo puede ser un supuesto uso de armas químicas, sea por los rebeldes, sea por el régimen de Al-Asad. Pero detrás están los intereses mucho más amplios, un panorama geopolítico que, sobre todo pensando en grandes potencias mundiales como Estados Unidos y las potencias regionales, se antoja que pretenden utilizar el caso de Siria para cobrar ventaja y acomodarse de una mejor manera en la zona.


Pero la tensión en Siria no solo surge del territorio sirio: “En cuanto a Egipto, aunque es un caso bastante diferente, queda muy claro que la Hermandad Musulmana egipcia ofrece un apoyo tácito al régimen sirio; también algunos grupos de Líbano lo apoyan. El régimen de Bashar al-Asad es asimismo protegido por su aliado tradicional Irán, mientras que Rusia y China mantienen una posición de neutralidad; o más bien en contra de cualquier intervención militar”.

En este sentido, el mundo enfrenta un complejo entramado de intereses geopolíticos, donde toda la región es un conjunto que vive este gélido invierno árabe.

La situación es, pues, mucho más complicada de lo que se piensa. No es una simple guerra civil al interior de un país y una interrupción de la comunidad internacional que ya no puede dejar que las cosa sucedan sin que se intervenga en nombre de preservar las vidas humanas y otra vez incursionar a un conflicto bélico con el pretexto de razones humanitarias.

—¿Cómo legitimar, de efectuarse, esta intervención militar sin el respaldo de Naciones Unidas?

—Probablemente tengamos una ofensiva como las de Kosovo en 1999, Irak en 2003 y Libia en 2011. Es decir, fuera del mandato de Naciones Unidas. Hay una propuesta que presentó hace unos días Gran Bretaña para apresurar y justificar o legitimar los ataques, que probablemente no va a proceder en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde existe una profunda división entre, por un lado, Rusia y China, y, por otro, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, que es reflejo de las condiciones de cada uno sobre este conflicto. Una ofensiva fuera de cualquier resolución de Naciones Unidas pone en tela de juicio la existencia de la actual estructura del Consejo de Seguridad y, obviamente, como siempre, la opinión pública mundial está dividida, porque no cuenta con información suficiente fidedigna para formular una postura sobre las acciones que emprendan los gobiernos en el caso de Siria.

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