El Trastorno por Atracón es una condición reconocida por primera vez en el año 2013 como un desorden específico de la conducta alimentaria por el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5), que se caracteriza por la falta de control en la ingesta de una cantidad de alimentos claramente superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en un periodo similar, en circunstancias parecidas y con una frecuencia recurrente de al menos una vez a la semana durante tres meses o más.
Armando Barriguete, primer latinoamericano fellow de la Academy of Eating Disorders indica que el Trastorno por Atracón “tiene una prevalencia de 1.9% en el mundo y que, a pesar de su desconocimiento, es más común que la anorexia y la bulimia juntas”.
El también director de la Clínica Ángeles de Trastornos de la Conducta Alimentaria agregó que “hasta el momento se estima que en México su prevalencia es de 1.6%, de los cuales 60% son mujeres y 40% hombres, pertenecientes a cualquier nivel socioeconómico y de todas las edades —aunque es más común en adultos, lo que lo convierte en un problema de salud pública y social”.
Los episodios de atracón se asocian a tres o más de los siguientes hechos: comer mucho más rápidamente de lo normal; comer hasta sentirse desagradablemente lleno; comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente; comer solo, debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere; después de comer, sentirse a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado.
Sobre el perfil de los pacientes Alejandro Caballero, especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria y coautor de varias publicaciones científicas, dijo que estos comparten ciertas características importantes. “Frecuentemente les molesta su aspecto físico, pero no hacen nada al respecto, presentan estados emocionales negativos como depresión o ansiedad, además de patrones inconstantes en su alimentación, algunos tienen antecedentes de dietas que no siguieron con éxito y/o tienen problemas de impulsividad o conflicto en la resolución de problemas”.
Una de las diferencias con la bulimia es que el Trastorno por Atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento compensatorio inapropiado, como por ejemplo vomitar después de ingerir grandes cantidades de comida o el uso de laxantes.
“El Trastorno por Atracón puede derivar en consecuencias graves como otros trastornos sicológicos, baja calidad de vida y deterioro funcional. Asimismo, el paciente puede presentar comorbilidades como síndrome metabólico, hipertensión, dislipidemia, diabetes mellitus u obesidad —aunque el paciente con esta condición no es forzosamente obeso—”, aclaró Caballero.
A pesar de su gravedad y de la incomprensión por la cual atraviesan los pacientes por falta de conocimiento de la enfermedad, la recuperación total es posible. El médico indicado para atenderlo es el siquiatra y su abordaje debe ser integral, a través de psicoterapia, tratamiento farmacológico, orientación nutricional, el apoyo de sus familiares, y que tenga como objetivo disminuir la frecuencia de los atracones, el pensamiento distorsionado relacionado con los alimentos, mejorar la salud metabólica y regular las emociones.