Tanatología: disciplina que libera al doliente

Lla familia y el paciente moribundo estarán mejor preparados para enfrentar la muerte y vivir un proceso de duelo. 

Lorena Ríos
Todo menos politica
Tanatología
Foto: NTX

Cuando en la vida de una persona se presentan pérdidas, ya sea la muerte de un ser querido, el trámite de un divorcio, un despido laboral o un diagnóstico médico poco favorable, debe saber que no está solo, sino que existen profesionales en tanatología que pueden ayudarlo a descubrir una serie de herramientas que lo apoyarán a superar el miedo, soledad, frustración, melancolía, ira, rencor o vacío emocional, y encontrar motivos para salir adelante y vivir feliz.

La tanatología es una disciplina joven, ya que apenas tiene 20 años, cuya pionera es Elizabeth Kubler-Ross y que permite superar el trance de la muerte o pérdida de una manera menos dolorosa y ayuda a la persona o a la familia a superar los miedos y tabúes.

“Tanto la familia como el paciente moribundo estarán mejor preparados para enfrentar la muerte y vivir un proceso de duelo con menor dolor emocional y sufrimiento. El objetivo es perder el miedo a la muerte o a cualquier pérdida significativa y vivir con plenitud y en paz”, comenta la doctora en sicología Lidia Pérez, creadora de la Maestría en Tanatología hace una década en México con reconocimiento de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

En entrevista, precisa que esta disciplina, cuya palabra proviene de tánatos (muerte) y logia (estudio de), ofrece a los dolientes una serie de herramientas. “Una es el conocimiento profundo de lo humano, el conocimiento de la vida y la aceptación de los procesos de vida; le brinda la capacidad de conocer, reconocer y procesar las emociones inevitables ante la experiencia de una pérdida”, explica.

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Con la pérdida, añade, ya sea la muerte natural de una persona o el fin de una relación amorosa o laboral, hay varias etapas.

La primera es la negación, donde las personas al enterarse de un diagnóstico de una enfermedad, o bien que han perdido el trabajo, de inmediato piensan que no está pasando. Buscan remediar la situación o buscar una segunda opinión médica, tratan de evadirse de la realidad.

Lidia Pérez comparte que después viene la etapa del enojo, cuando las personas se preguntan: ¿Por qué me pasa a mí? Intentan resolverlo, buscan salidas y opciones, pero no se puede hacer nada.

Entonces vienen la etapa de la tristeza y, finalmente, la de adaptación, que se llama también de negociación con la vida; y entonces llega una etapa creativa.

“Estas etapas no forzosamente tienen que ir en ese orden. Eso dependerá de cada persona, de su situación sicológica, de su estructura síquica. En esos momentos la gente siente que su mundo se ha quebrado y no sabe qué va a ser de su vida, porque había una dependencia muy importante. Entonces la fantasía negativa se incrementa”, expone.

Sin embargo, cuando las personas encuentran el apoyo de un tanatólogo, “de alguien que realmente esté bien formado, entonces el especialista le ayudará a ver otras posibilidades, adentro y afuera de sí; le ayudará a reconocer que el miedo y la vergüenza que tiene es natural; y a procesarlas para encontrar fortalezas interiores, así como recursos exteriores”, asegura la especialista.

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En los casos en los que existe un familiar con una enfermedad crónica degenerativa y cuya evolución es lenta y larga existe el riesgo de que se presenten conflictos familiares. Por lo regular, los más afectados son los cuidadores solidarios, quienes viven un cansancio y agotamiento tal, que requieren del apoyo de un profesional.

El tanatólogo, en este sentido, apoya a las personas que se encuentran en duelo llevándolas a una real aceptación mediante la elaboración y resolución del mismo, que se logra cuando se permite que el individuo que sufre física y emocionalmente exprese todos sus sentimientos.

Al cuestionarle quién debe acudir con un tanatólogo, Lidia Pérez comenta que “todos pecamos cuando pensamos que lo podemos todo; y sí creo que todos podemos afrontar cosas difíciles, con mucho esfuerzo y fuerza de voluntad, pero no es necesario: es bueno recibir apoyo, amarse y cuidarse”.

Cuando los niños preguntan por el ser querido que ya murió, la tanatóloga sugiere que se debe hablar con la verdad a los mayores de cuatro años. “Creo que los niños son muy inteligentes y sería un error ocultarles la verdad sobre la muerte. Hay que explicarles que los seres queridos están con nosotros un tiempo y que después no estarán, dependiendo de la edad del niño. Hay que contarles una historia, un cuento; los niños entienden eso; comprenden que el Universo es muy grande y que no siempre estamos aquí. Y lo más conveniente es que acudan junto con los padres al tanatólogo”.

Para los interesados en conocer más sobre esta disciplina se impartirá una Maestría en Tanatología en la Universidad de la Comunicación, ubicada en la calle de Zacatecas 120, colonia Roma, en conjunto con el Centro Universitario de Estudios Profesionales. Está dirigido a quienes gustan de la sicología, la antropología y el humanismo, así como a los que les interesan los aspectos jurídico-legales y la neurofisiología. El curso arrancará el próximo mes de febrero de 2016 y las inscripciones ya iniciaron.

Entre los temas que se abordarán se encuentran los fundamentos de tanatología, cuidados paliativos, corrientes sicológicas de la tanatología, antropología de la muerte, depresión, senectud, religión, bioética y resiliencia, entre otros. Para mayor información comuníquese a los teléfonos 5265-2270 y 5265-2265 o visite la página www.uc.edu.mx.

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