Muchos piensan que la también llamada chatarra espacial parece no tener ninguna relación con la vida cotidiana, pero en realidad representa un gran peligro para muchas de las actividades en el mundo.
La basura espacial se define como el conjunto de desechos derivados de las misiones espaciales de los seres humanos, es decir el total de satélites activos o inactivos que han sido lanzados o bien bajados de sus órbitas para ser hundidos en el mar, así como cohetes espaciales, antiguos y en funcionamiento y demás objetos procedentes de la fragmentación de residuos.
La basura espacial puede ser tan diminuta como polvo de pintura, tornillos, fragmentos de cable, etcétera, y tan grande como satélites íntegros obsoletos, restos propulsores de naves o, en un futuro cercano, complejos espaciales completos, como puede ser la Estación Espacial Internacional (EEI).
Riesgos
Según datos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA) de Estados Unidos, la basura espacial que orbita la Tierra suma hasta el 1 de octubre de este año un total de 16 mil 994 escombros.
El peligro de la basura espacial no radica en el tamaño de los residuos sino en la velocidad que puede alcanzar: estos objetos se entrecruzan en el espacio en diferentes órbitas y diferentes velocidades que van desde diez mil hasta 25 mil kilómetros por hora, suficiente como para atravesar cualquier satélite o estación espacial.
Es decir, la basura espacial son balas que amenazan la entereza de satélites y naves espaciales; los primeros, vitales para la transmisión de señales de televisión, telefonía móvil, internet, detección de fenómenos metereológicos, control de armas de destrucción masiva, etcétera, mientras las segundas son indispensables como medio de investigación y tal vez en un futuro como medio de transporte.
Sin embargo eso no es todo: en un extraño fenómeno llamado Síndrome de Kessler, al colisionar la basura espacial provoca más residuos de ese tipo.
Ante el riesgo los expertos han lanzado un llamado de alerta sobre la necesidad de limpiar el espacio de desechos y lanzar satélites que no generen nuevos fragmentos de basura espacial.
Es una necesidad urgente, pero el costo de sustituir los casi mil satélites ahora en órbita se estima en 125 mil millones de dólares y perder estos satélites tendría para la economía en su conjunto un impacto superior en varios órdenes de magnitud, además de que las fallas en la comunicación son siempre para la sociedad pérdidas de graves consecuencias.
Medidas
La basura espacial no está distribuida de manera uniforme en torno del planeta sino que se acumula principalmente en dos bandas de altitud. La primera de ellas es la llamada órbita terrestre baja, LEO (por las siglas en inglés de Low Earth Orbit), que comprende la zona situada entre 160 y dos mil kilómetros de altitud. La otra franja saturada es la órbita geoestacionaria, GEO, situada a algo más de 36 mil kilómetros de altura.
Los objetos que ocupan esta última órbita tardan 24 horas en dar una vuelta a nuestro planeta, por lo que se encuentran siempre sobre un mismo punto de la superficie terrestre. Por ese motivo en la GEO se ubica la gran mayoría de los satélites meteorológicos y de telecomunicaciones.
Para limpiar la basura espacial las mentes de los científicos han generado multitud de posibilidades. Destacan primeramente las medidas de prevención que piden detener el crecimiento de la basura espacial, sobre todo en las zonas más saturadas: toda la GEO en general y una banda de los 800 kilómetros en la LEO. Estas medidas preventivas también habrá que combinarlas con otras acciones de limpieza de las órbitas satelitales.
La Agencia Espacial Japonesa, JAXA, propone a su vez retirar la basura espacial utilizando una gigantesca red de varios kilómetros cuadrados. La red estaría hecha de un material muy resistente, pero al mismo tiempo muy ligero. El candidato ideal serían los nanotubos de carbono y tras varias semanas de pesca la red se dirigiría hacia la Tierra, donde la fricción con la atmósfera remataría el trabajo.
Otra de las posibilidades se fundamenta en la tecnología láser. En 2011 la NASA propuso la construcción de una estación de láser que cumpliría la función de alterar la trayectoria de la basura espacial, una propuesta que gana adeptos con el tiempo.