La solución a la contaminación ambiental en la zona metropolitana de la Ciudad de México requiere de medidas drásticas: “Un problema serio no se puede resolver con medidas a medias y de corto plazo”, sino que estas deben ser tomadas también a mediano y largo plazos, afirmó Mario Molina, miembro de El Colegio Nacional y ganador del Premio Nobel de Química 1995.
En el encuentro Hacia una ciudad sustentable, el científico añadió que en general se deben reducir las emisiones contaminantes, que son las causantes del deterioro de la calidad del aire.
Debemos preocuparnos, de forma simultánea, de la calidad del aire y de los congestionamientos, puesto que estos últimos interfieren no solo con las emisiones, sino con la eficiencia con la que funciona la economía de esta y otras ciudades del país.
El Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente, expuso, ha sugerido mejorar de manera importante el transporte público, que debe ser de bajas emisiones, de calidad e integrado a escala metropolitana.
De igual manera, promover el uso racional del auto y las tecnologías limpias, disminuir en forma drástica las emisiones de transporte de carga y las de contaminantes provenientes de la actividad industrial, así como la distribución de combustibles, agregó Molina, quien también resaltó la importancia de contener la expansión de la mancha urbana para reducir la demanda de movilidad.
Alicia Ziccardi, directora del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC)de la UNAM, refirió que la nuestra es una macro región urbana metropolitana, que en 2010 registró 21 millones de habitantes, de los cuales 53% vive en los municipios conurbados del Estado de México, 42% en la Ciudad de México y 5% en Hidalgo.
Las más altas tasas de crecimiento —entre 6 y 11% de 2000 y 2010— se dieron en municipios como Tecámac, Tizayuca o Huehuetoca. El aumento total de la superficie urbana de 2005 a 2010 fue de 18 mil 800 hectáreas, de las cuales 16 mil 500 fueron producto de la expansión periférica de nuevos asentamientos. Empero, por su lejanía hoy se registra un abandono masivo de esas viviendas, que alcanzan los centenares de miles.
Antonio del Río, director del Instituto de Energías Renovables, señaló que la situación ambiental actual es el resultado de producir energía con hidrocarburos, y hoy no existe una fuente capaz de sustituirlos.
Hay que generar un ciclo donde no alteremos nuestro entorno y así conseguir desarrollo sustentable. Se debe valorar la energía y aprovechar sus fuentes renovables: solar, eólica u oceánica, entre otras. Por ejemplo, la inversión inicial de un calentador solar —con una vida útil de 25 años— se recupera en tres años; en cambio, quienes usan uno de gas no solo emiten pequeñas cantidades de contaminantes, sino que “queman su dinero”. Hay que pensar en soluciones de largo plazo, concluyó.