El rock es tan importante como un buen libro

El rock es tan importante como un buen libro
Foto: Creative Commons/Martin Fisch
Redacción
Todo menos politica
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Diego A. Manrique. Jinetes en la tormenta. Espasa. 332 pp.

Mi primer acercamiento con la literatura fue a través de la música, y en particular del rock. Antes de Rulfo estuvo Tom Waits; antes de Paz, Bob Dylan; antes que nadie, Bruce Springsteen. No es falso decir que apenas son un puñado de suplementos o revistas las que tienen vocación divulgadora de la cultura y de tender puentes entre las manifestaciones populares con las más elevadas. Me consta que para muchos escritores el rock es tan importante como un buen libro.

El periodismo musical en castellano adolece de la amplia tradición sajona en este sentido, en términos de calidad y profundidad.

Son contados los críticos y/o reporteros que al escribir de música combinan una prosa fina con conocimiento. Uno de ellos, quizá de los más aventajados, es Diego A. Manrique (Burgos, España, 1950).

Quien esto escribe descubrió sus notas en el diario El País en la era de internet. A partir de entonces y con asiduidad cronométrica sigue sus chats, críticas y entrevistas. Manrique, como muchos, entiende la música pop como una cuestión fundacional y de identidad. No se limita a escuchar y traducir una letra: investiga, da contexto, profundiza. Sabe que una canción es algo más que una melodía de tres minutos.

Principios

La selección que da forma a Jinetes en la tormenta articula la posición de un testigo privilegiado de la música contemporánea. De James Brown a Cachao, de Lennon a Fito Cabrales, el periodista ejerce la crítica y la entrevista con la misma soltura. Pocos retratos tan precisos de Lou Reed o Patti Smith; pocos análisis tan acertados sobre la trascendencia de Prince o Manu Chao.

Sin escapar de alguna pretensión canónica los textos de Manrique alcanzan a esquivar la sociología musical que tanto aburre y aterrizan, por el contrario, en empatías y afinidades. El gusto es subjetivo y depende de muchos factores. Él, por ejemplo, descalifica de un plumazo al rock progresivo por su pretensión sinfónica y, al contrario, rescata la elocuencia de artistas como Joe Strummer o Elvis Costello.

Leer Jinetes en la tormenta es como estar ante un veterano lobo de mar con el que podemos hablar por horas de nuestras bandas favoritas. Al final hay discusiones, unas más bizantinas que otras, donde los principios van de por medio. Obvio no siempre estaremos de acuerdo y alguna que otra ocasión tendremos ganas de arrojarle la cerveza en la cara, pero al final todo terminará en un cálido abrazo porque después de todo existe el vínculo de la unión por la música.

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