A 40 años de distancia no todo está dicho sobre la muerte de Pablo Neruda. En 2011, quien fuera su chofer, Manuel Araya, declaró que el premio Nobel de Literatura había sido envenenado poco antes de su deceso. Su declaración contradijo la historia oficial sobre el fallecimiento del autor de Canto general. A partir de entonces, abogados y amigos del poeta iniciaron una cruzada por averiguar la verdadera causa.
La campaña encabezada por el abogado chileno Eduardo Contreras consiguió exhumar los restos del escritor para estudiar el tejido óseo y comprobar si perdió la vida por el cáncer de próstata que padecía o por una inyección letal.
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