En México existen alrededor de 900 mil sicópatas

En el mundo los individuos con este trastorno conforman entre 1 y 3% de la población

Sicópatas
Foto: Aleksandar Mijatovic
Todo menos politica
Compartir

En México hay aproximadamente 900 mil sicópatas y en el mundo la proporción de los individuos con este trastorno oscila entre 1 y 3% de la población, mientras que en las prisiones llegan a representar una cuarta parte de los reclusos, afirmó Feggy Ostrosky, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Durante el Seminario Universitario sobre Afectividad y Emociones (SUAFEM), la especialista apuntó que vivir en un medio hostil y haber padecido violencia derivada de experiencias traumáticas —que en etapas críticas del desarrollo alteran la maduración de las estructuras cerebrales y sistemas neurobiológicos esenciales— son algunos factores biosicosociales experimentados por estos sujetos.

Agregó que con frecuencia estas personas fueron hostilizadas de forma crónica. De ahí la importancia de realizar estudios detallados con el objetivo de entender qué genera estas personalidades. De hecho, así es factible anticipar su repertorio de agresión y calibrar con precisión la manera más efectiva de apaciguarlas o desarmarlas.

La violencia primaria incluye los trastornos antisociales de la personalidad y la sicopatía, la cual tiene un factor genético que interactúa con el medio ambiente. También existe la sociópata, que tiene un componente adquirido y puede dividirse en neuronal y social.

Al impartir la conferencia Emociones, cerebro y violencia, Ostrosky detalló que la tristeza, el miedo, la alegría e incluso la agresión son elementos constitutivos de la salud mental.

En contraparte, la depresión, fobias, manías y las actitudes violentas son manifestaciones de alteraciones del aspecto referido, añadió la también directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la FP.

El humano es naturalmente agresivo, pero posee neuronas especializadas en identificar señales para reprimirse (por ejemplo, algunos gestos infantiles mueven a la ternura). Estos inhibidores operan siempre y cuando el atacante no esté trastornado, dijo.

En contraparte, la violencia suele ser detonada por emociones (en grado intenso). Esta es una de las razones para ahondar en ellas, puesto que su complejidad característica se debe a que, al entremezclarse, generan una infinidad de sentimientos complicados, proceso equiparable al de los colores primarios que, al fundirse, dan pie a un amplio abanico de tonalidades, apuntó.

Para facilitar esta tarea la investigadora las clasificó en básicas (como el miedo, la ira, la alegría, el asco, la sorpresa y el desprecio) y complejas (la vergüenza, la culpa, la envidia y el orgullo).

Ostrosky refirió que si la interacción se da en los centros subcorticales las emociones se experimentan de forma inconsciente, y si es en la corteza frontal son conscientes. También las hay morales, es decir, ligadas a intereses de bienestar de individuos y sociedades, las cuales se presentan en las interacciones cotidianas, además de ser parte fundamental de muchos sistemas legales, políticos y sociales.

Para llevar a cabo sus estudios la universitaria ha trabajado en reclusorios estatales y federales de alta seguridad con personajes como Juana Barraza La Mataviejitas y Daniel Arizmendi El Mochaorejas, así como con maridos golpeadores y policías judiciales.

Aseguró que “el seminario, recientemente fundado, tiene como eje articulador el trabajo interdisciplinario a fin de entender mejor un tema muy vasto”.

Las emociones tienen efectos en nuestros cuerpos, atención, memoria, razonamiento y en las relaciones íntimas y socioculturales. Se encuentran en todas partes y pueden ser abordadas desde distintas ramas del conocimiento. “Aquí se tratarán diferentes aspectos para, gradualmente, profundizar en temas específicos”, concluyó.

×