Con una vista privilegiada del valle que le da nombre, abrió sus puertas el Museo de Sitio de Tehuacán, un espacio que mediante una rica colección de piezas arqueológicas y elementos audiovisuales, revela al visitante la que fue, en la época prehispánica, la ciudad más importante del oriente del actual estado de Puebla: Ndachjian, más conocida como Tehuacán Viejo, antigua urbe de la cultura nguiwa o popoloca.
En representación de María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura, el antropólogo Diego Prieto Hernández, encargado de la Dirección General del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), acompañó al gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, durante la inauguración de este recinto edificado con recursos del gobierno estatal, cuya museografía estuvo a cargo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH.
El gobernador de Puebla recordó que un esquema similar de colaboración con el INAH se dio para la edificación del Museo de Sitio de Cantona; en esta ocasión, el gobierno estatal apoyó tanto en la construcción del espacio museístico en Tehuacán, como en la carretera de acceso al mismo.
Diego Prieto, responsable del despacho del INAH, hizo hincapié en la importancia de esta región como espacio geográfico fundamental en la domesticación de diversas plantas, entre ellas el maíz, lo cual también representó el embrión para el desarrollo de grupos humanos. Es por ello que el INAH es uno de los organismos federales que impulsa la inscripción de la Reserva Tehuacán-Cuicatlán como Patrimonio Mixto, en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
El Museo de Sitio de Tehuacán —dijo— es la introducción al conocimiento de esta zona arqueológica que fue considerada el centro de culto y cabecera política más importante de la región durante el periodo Posclásico, de manera que la arquitectura de Ndachjian o Tehuacán data del año 1000 dC. al 1456 dC., aproximadamente.
Las más de 80 piezas arqueológicas que se exhiben en el espacio permiten acceder a las formas de vida y los medios que los popolocas idearon para su subsistencia, por ejemplo, debido al clima árido construyeron un complejo sistema hidráulico para el control de agua pluvial. El Museo de Sitio de Tehuacán se vale de cédulas, planos y animaciones 3D para abordar la planeación arquitectónica y el simbolismo religioso de la ciudad.
Destacan también figuras de barro denominadas “xantiles”, que son especialmente representativas de la región y que muestran a diferentes dioses en posición sedente y con los brazos cruzados: Xipe Tótec, Xochiquétzal, Xochipilli y Quetzalcóatl, con aplicaciones de pintura que se ha conservado hasta nuestros días. Estas representaciones fueron detectadas en el área de élite (palacios) donde habitaban los dignatarios.