La vida humana vs ensayos nucleares
Se entienden como la detonación de un arma atómica cuyo objetivo es la “experimentación”.
Desde el principio de la era atómica la posesión de armas atómicas ha sido una forma de medir el avance científico y el poderío militar: para conseguir esas armas y perfeccionarlas, muchos países realizaban ensayos nucleares, hasta que la Asamblea General de Naciones Unidas logró, en 1996, que los países miembros firmaran el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares.
Con el objetivo de captar la atención internacional y poner de relieve la necesidad de prevenir nuevas pruebas atómicas, la ONU decretó además, en 2009, que cada 29 de agosto se conmemore como Día Internacional contra los Ensayos Nucleares.
Antecedentes
El primer ensayo nuclear realizado en el mundo se registró el 16 de julio de 1945 en el desierto para ensayos de Alamogordo, Nuevo México, cuando Estados Unidos hizo explotar su primera bomba atómica.
Este ensayo fue la culminación de años de investigación científica en el marco del Proyecto Manhattan.
Desde entonces se llevaron a cabo casi dos mil ensayos nucleares, de 1945 a 1996, sin tener en cuenta sus devastadoras consecuencias sobre la vida humana.
La reflexión y la historia nos han mostrado las consecuencias trágicas y aterradoras de las pruebas atómicas, especialmente cuando hay fallos en el experimento o cuando se llevan a cabo con armas contemporáneas, mucho más poderosas y destructivas
Ruta de radiación
En 1961, en el archipiélago soviético de Nóvaya Zemliá, en el Océano Glacial Ártico, fue efectuado el ensayo más importante de la historia: el de una munición de hidrógeno de 58 megatoneladas. La prueba contaminó radiactivamente zonas de Siberia y el Ártico.
En 1954 el barco pesquero japonés Fukuro-maru estuvo dos horas dentro de una nube radiactiva después de la explosión de una bomba nuclear estadunidense en las islas Marshall, en el Océano Pacífico. Todos los tripulantes del barco, además de la fauna del lugar, desarrollaron el síndrome de irradiación aguda.
Los expertos dudan en predecir el rumbo de la radiación, ya que los elementos radiactivos siguen rutas complejas. Lo que sí está claro, con base en la experiencia del desastre de Chernobyl en 1986, es que las partículas radiactivas que ahora han sido liberadas seguirán siendo detectables durante años y a miles de kilómetros de distancia.
“Cuando la radiación se libera con gas, como ocurrió en los reactores japoneses, las partículas son transportadas por los vientos dominantes y algunas se depositarán en la tierra. La lluvia también traerá a la tierra parte de las partículas suspendidas en el aire”, señala el investigador Ward Whicker, experto en biología y radiación de la Universidad de Colorado.
Después del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares se creó un régimen de verificación y monitoreo para detectar cualquier detonación de armas atómicas que se basa en cuatro tecnologías: sísmica, hidroacústica, infrasonidos y radionucleidos.
Claudia Arango Galván, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica que una inspección tiene lugar si un país es sospechoso de haber efectuado una prueba nuclear prohibida en su territorio y no ha demostrado fehacientemente lo contrario.
Si los reportes proporcionados por el Centro Internacional de Datos (CID) señalan evidencia con duda, esta debe verificarse directamente en el sitio señalado.
La especialista apunta que en los monitoreos solo el radionucleido “pueden dar una clara indicación sobre si una explosión detectada por los otros métodos era realmente nuclear o no”, debido a que mide la atmósfera para detectar partículas radiactivas y también captura los gases nobles.
Si se detecta un ensayo nuclear, un Estado miembro de la ONU puede solicitar que se lleve a cabo una inspección in situ para reunir evidencias que permitan hacer la evaluación final sobre si ha tenido lugar en realidad una violación del Tratado.
De hecho, en febrero de este año Corea del Norte anunció oficialmente haber realizado una tercera prueba nuclear (la primera la realizó en 2006 y la segunda en 2009), con un dispositivo “miniatura”, desafiando los llamamientos de China, las potencias internacionales y la ONU para que no llevara a cabo este ensayo y pusiera fin a su programa de construcción de armas atómicas.
Como reacción, la presidenta sudcoreana, Park Geun-hye, reprochó “enérgicamente” la prueba atómica y advirtió que “obstaculiza” los esfuerzos para construir una relación de confianza intercoreana.
Barack Obama, presidente de Estados Unidos, fue uno de los primeros en expresar su crítica a la prueba, calificándola como “un acto altamente provocativo” que “amenaza la paz y la seguridad mundial”.
Impulso
Con motivo de la conmemoración del Día Internacional contra los Ensayos Nucleares este año, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, reafirmó la necesidad de mantener el impulso para poner fin a las pruebas de armas atómicas y librar al mundo de esos artefactos.
“La sociedad civil, el mundo académico y los medios de comunicación tienen una función esencial que desempeñar para promover el logro de esos objetivos”, dijo Ki-moon.
Para eso, el instrumento necesita la adhesión de ocho países del llamado Anexo-2 del acuerdo (Egipto, China, India, República Popular Democrática de Corea, Irán, Israel, Pakistán y Estados Unidos).
En su mensaje, Ban Ki-moon también exhortó a mantener o aplicar moratorias sobre las explosiones nucleares hasta conseguir el fin de los ensayos en todo el planeta “y dar a nuestros hijos un mundo donde no existan dichas armas”.
Según datos de la ONU, en la actualidad hay 23 mil 300 artefactos nucleares en todo el mundo, casi la mitad de ellos listos para ser empleados.
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