Periodismo: profesión en movimiento
Alrededor del periodismo giran todo tipo de hipótesis: los apocalípticos prevén su fin; los optimistas apuestan porque los días corrientes son una época de reajuste.
Y sin embargo, se mueve. Alrededor del periodismo giran todo tipo de hipótesis: los apocalípticos prevén su fin; los optimistas apuestan porque los días corrientes son una época de reajuste. En aras de arrojar un poco de luz, diversos autores reflexionan sobre el oficio.
Es el caso del periodista Armando Rojas Arévalo, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México y autor del libro Las historias a fondo (UNAM).
“El periodismo es una profesión en movimiento. A principios del siglo XVII iniciaron los periódicos profesionales en Francia e Inglaterra. A mitad del siglo XIX las noticias se hacían con los comentarios de los viajeros. Después se tendió el cable submarino que permitió acercar a América y Europa. Y así sucesivamente. Ahora el periodismo entró en una enfermedad crónica, porque los adelantos científicos y la realidad lo rebasaron”, explica el autor.
Luego de la aparición de internet, la profesión cayó en un pasmo del cual no termina de reaccionar. “Hasta diciembre de 2012, al menos 500 diarios habían desparecido”, dice. No obstante, asevera que el oficio podrá estar enfermo pero no morirá. “Los periódicos impresos seguirán, ahora lo que vivimos es un periodo de adaptabilidad”.
Colaborador de diversos medios nacionales, Rojas Arévalo se refiere a la innovación como un elemento necesario; explica que títulos como el suyo pretenden contribuir a que el reportero esté en consonancia con su presente y busque la constante actualización.
“Hoy los diarios crearon sus páginas digitales y hacen un periodismo mixto. Sin embargo, las redes sociales han ido más allá y no han sabido alcanzarlas”, señala.
Cambia el medio, cambian los lectores: actualmente las publicaciones impresas responden a exigencias mayores. “La gente ya no se pregunta qué periódico o revista comprar, sino por qué tendría que comprarlo. Estamos ante un público más exigente y mejor preparado. Los jóvenes demandan más. Al público le afectan los problemas que inciden sobre él, pero no encuentra explicaciones; es decir, no hay un seguimiento de la información. Las noticias estallan y se dejan. Se necesita profundizar; los reporteros deben ser especialistas; ya no hay lugar para improvisados”.
Ética
Su recomendación apunta hacia la recuperación del periodismo de investigación. Aun cuando los espacios prefieren la información sucinta y resumida, ahondar en las causas y repercusiones de las noticias será el recurso, adelanta Rojas Arévalo, que marcará la diferencia.
“En 1970 había 174 escuelas de Ciencias de la Comunicación en América Latina; en 2000 había 150 escuelas en México; para 2006, nuestro país contaba con 150 mil egresados de la carrera. El mercado laboral está cooptado”, argumenta.
Al panorama habría que sumar un cambio de paradigma: “El valor supremo del periodista es la verdad; pero la verdad tiene muchas connotaciones que dependen de la perspectiva y aficiones de quien la cuenta. Ahora han cambiado los valores: la verdad dejó de ser el paradigma”.
Por si fuera poco, existe una crisis de credibilidad. Las redes sociales, en mayor o menor medida, sustituyen la prontitud y asertividad de las publicaciones. “No podemos coartar la libre circulación de las ideas, pero los medios de comunicación deben recuperar la posición que tenían hace cuatro décadas. La agenda del público y de los medios se han separado gracias a los intereses de los segundos. No se trata de cambiar la ética, sino de ser más realistas en los principios de la ética, educando a través de los medios. Hoy los niños se educan por medio de las redes sociales”.
Expone también la necesidad de que las escuelas se vinculen más directamente con el mercado laboral. “Creamos productos humanos con un perfil que los empleadores no aceptan. Nos falta práctica y aterrizar en el contexto. Formamos profesionistas intelectuales de la comunicación, pero no buenos reporteros o periodistas especializados”.
Pese a todo, y contrario a lo que sucede en los países desarrollados, en las naciones tercermundistas la tendencia de publicaciones impresas aún es al alza: “Es paradójico, porque hay más medios, pero menos lectores; esto obedece al predominio de las publicaciones que alaban al gobierno”.
A través de Las historias a fondo Armando Rojas Arévalo propone un manual de investigación periodística y la obligatoriedad en los comunicadores por conocer su marco legal. “Hay que saber dónde estamos parados. Los periódicos no pueden competir con la radio y la televisión. La tendencia es agarrar lo importante de las redes y profundizar. Precisamos también de retomar la investigación y mezclarla con una narrativa ágil y constructiva. La principal herencia del nuevo periodismo estadunidense es la literatura”.
En Latinoamérica el periodismo narrativo al que se refiere el académico vive un auge. Cronistas y reporteros se codean con los grandes novelistas; revistas como Soho, Clinic o Etiqueta Negra se arriesgan con materiales mejor trabajados en contenido y extensión.
Por ahora, México no figura dentro de la estela. “Mientras que en otros países los gobiernos fomentan al periodismo de investigación, porque lo consideran una manifestación de la democracia, en México no. Aquí se mantiene la mentalidad del siglo pasado”.
Su propuesta alcanza la creación de un Colegio de Periodistas que dignifique la profesión. “Falta un código de ética que sirva de inspiración para otros medios. En otros países, para ingresar a un medio se necesita de un colegio que avale al reportero”.
Sugiere además diferenciar a los medios de los periodistas. “Los empresarios suelen ser los dueños de los medios y publican lo que quieren, no nuestro trabajo. Suele suceder que empresarios, reporteros y público van por lados opuestos”.
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