“Me dedique a historiar y a criticar a nuestras pobres letras nacionales desde otra perspectiva, la de rigor y la retórica de nuestros días. Si nuestra literatura no es buena, más que en contados casos, es necesario buscar y valorar esos ‘contados casos’ en que aflora la excelencia. No podemos darnos el lujo de ser parciales como buenos compadres: por el contrario tenemos que ser exigentes para que los escritores no nos den gato por liebre. Tenemos la obligación de defender a los lectores y desenmascarar a los escritores que no se esfuerzan hasta el límite de sus posibilidades”, señalaba el crítico literario, escritor y ensayista Emmanuel Carballo
Así hablaba el autor (Guadalajara, Jalisco, México, 2 de julio, 1929 - Ciudad de México, 20 de abril, 2014) en el título Autoentrevistas de escritores mexicanos.
El escritor se refería también al poco espacio, profundidad y universalidad que se le da en los suplementos culturales y otros medios de comunicación, en los que deberían ser abordados libros de crítica de la poesía, cuento, novela y el ensayo.
Irónico, solía decir que tuvo más enemigos que amigos: “Tantos, que cabrían en el estadio Azteca”.
Una de sus polémicas más importantes fue la que sostuvo con Octavio Paz: “Cuando él vivía yo era el hombre a acabar. Todos los que querían entrar a su círculo o congraciarse con él tenían que atacarme; se me cerraron muchas puertas y las que se abrían a los pocos días recibía la noticas de que ya no era requerido”.
A Emmanuel Carballo se le refiere como historiador, escritor precursor del arte y la cultura. Entre sus obras destacan Amor se llama, Eso es todo; cuentos como Gran estorbo la esperanza; ensayos: Los dueños del tiempo, Agustín Yáñez, La narrativa mexicana de 1910 a 1969, Nueve asedios a García Márquez (en colaboración con otros autores), Protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX, entre otros.
Obtuvo importantes premios nacionales e internacionales como el Premio Jalisco de Literatura en 1990, el Premio Arlequín en 1999, el Premio Iberoamericano en 2005, el Premio Mazatlán en 2006 y en 2008 la Medalla Alfonso Reyes.