Dicen que en el arte siempre se filtra algo de la experiencia del autor. No es una regla, pero en ocasiones sucede. El joven director Marcelo Tobar (Ciudad de México, 1977) vivió en carne propia una confrontación familiar y dejó de verse con su hermano. A partir de entonces el cineasta alojó en su mente la toxicidad de algunas relaciones consanguíneas.
Producto de aquel periodo es Asteroide, filme donde cuenta cómo el regreso de Cristina (Sophie Alexander-Katz) revive los fantasmas del pasado en una pareja de hermanos. La distancia y el tiempo, más que unirlos, cavaron una brecha entre ambos.
“Creo que la película me sirvió para sublimar mi experiencia”, reconoce el realizador. Su crítica apunta a la obligatoriedad cultural o institucional que establece la familia. “Predomina una falsa creencia de que la familia nuclear no se puede separar, pase lo que pase, aunque a veces tenga consecuencias desastrosas”.
Sin titubeos, Tobar cuestiona el peso de la culpa, mismo que relaciona con la formación judeo-cristiana de nuestra sociedad. “Vivimos con la culpa a cuestas. Por eso quería contar una historia a través de personajes que toman decisiones, incluso muchas de ellas incorrectas. Así es la vida real: todos nos equivocamos. Creo que esto es más poderoso que hacer una película con moraleja. Al menos a mí me funciona más contar las cosas tal y como son”.
Un blanco más del filme es el individuo y la resignación con que acepta las convenciones sociales. “La familia es un constructo social y aunque hay preceptos cada uno tiene la capacidad de cambiar lo que no le acomoda”.
Para Marcelo Tobar, más importante que hacer de la obra una experiencia catártica es sembrar una idea en el espectador. “Esto lo consigues sólo cuando tienes bien definido el tema. Si lo tienes claro, los personajes crecen solitos. El problema de las películas mexicanas es que luego no se sabe de qué tratan: saltan de género, no saben cuál es su tema. Cuando tienes el tema, las cosas se dan solas”.
Reflexionar
En este sentido el autor defiende la existencia de los géneros narrativos. Sin asumirse como un purista advierte que ayudan a relacionarse con la audiencia y a definir el mensaje: “Las complicaciones llegan cuando la gente desconoce los géneros. Hay muchos directores mexicanos que tratan de emular el género de tragicomedia estadunidense, cuando la realidad es que nosotros somos melodramáticos, no tragicómicos. Nuestros personajes no aprenden cosas, aquí durante siglos nos revolcamos en nuestras propias miserias”.
—¿Cómo define al melodrama?
—El melodrama es como un personaje que está colgado y todo el tiempo intenta zafarse de la cuerda pero no puede; y por el contrario, la soga cada vez le aprieta más. Es el personaje que intenta salir de la prisión, pero no sale porque no conoce otra cosa. El tragicómico sí aprende algo y ve la luz, pero el melodramático no: orbita dentro de un mundo que no cambia.
Tobar se dice ajeno a los maniqueísmos y por lo cual no cree en la redención. “Prefiero que cada persona reflexione. No me gusta dar lecciones digeridas. La redención está en permitirle a la audiencia tener una relación con el personaje y la obra para causar un cambio interno”.
El mito del cine indie
Más de 80% del rodaje de Asteroide se hizo en una casa. “La primera regla para hacer una película es: escribe algo que puede realizar”, sentencia Tobar.
La justificación no es otra más que los recursos. El filme ofrece también una fotografía estática y con planos largos. A decir de algunos críticos tiene los ingredientes que ostenta el cine indie.
No obstante el director pinta su raya ante quienes apuestan por hacer del cine independiente un género. “Es un error que los autores creamos que el cine independiente es un género con reglas y estética. El cine independiente tiene que ver con recursos y no con géneros o estética. Asteroide no parece independiente porque está bien hecho. Me molesta también que parezca obligatorio hacer un cine contemplativo. Hay gente que lo hace de manera honesta y otros nada más para presumir sus aspiraciones. Al final la audiencia no es tonta y sabe distinguirlo. Yo soy un gran fan de Carlos Reygadas, entiendo que haya gente que no le gusta, pero no es deshonesto. En mi caso el movimiento de la cámara es la voz del narrador y me quería centrar en esa cotidianidad, sin seguir a nadie”.
Al igual que muchos realizadores jóvenes, Marcelo Tobar se hizo cargo de la distribución de su película. “El gran problema del cine mexicano es la exhibición. Afortunadamente tenemos circuitos culturales, pero tampoco me preocupa tanto porque la mayor parte de la audiencia ya no está en los cines. Asteroide tardó en salir dos años, pero confío en que encontrará su público. Mi siguiente película, Oso polar, no tendrá el mismo vía crucis, espero que en seis meses se proyecte en los cines o circule por internet, que creo es la ruta del futuro para el cine”.
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