Edén: retrato del auge del garage y la música electrónica

La francesa Mia Hansen-Løve es una de las directoras más creativas de la actualidad del cine galo
Foto: Creative Commons/
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Por: Francisca Yolin

La historia Francia, mediados de los noventas. La música techno y los DJs buscan incansablemente el triunfo en las decenas de fiestas rave a las que acuden jóvenes adolescentes mientras experimentan el primer beso y los primeros enervantes.

La reseña La francesa Mia Hansen-Løve es una de las directoras más creativas de la actualidad del cine galo y su cuarta película funciona como un homenaje a su hermano, un músico que vivió un periplo similar a la evolución que sufre el protagonista de Edén. Sin embargo, la cinta supera sus referencias personales y trata de ser el retrato de toda una generación de Peter Panes que se niegan a crecer, que viven el presente sin pensar en el mañana, hasta que el paso del tiempo lo cambia todo y para muchos se siente que ya pasó la vida y ni siquiera se dieron cuenta.

La capacidad de la directora para acercarse a los personajes y crear una serie de vínculos entre ellos entra en la mejor tradición del cine francés, pero además es capaz de gestionar todo el contenido visual para llevarlo más allá. En este sentido la música se usa como excusa para mostrar a un grupo de adolescentes que veremos convertirse en hombres sin alcanzar su sueño: triunfar en aquello que les gusta. Otros realizadores habrían optado por un retrato desesperanzado, gris y sin apenas vida, pero Hansen-Løve prefiere un acercamiento más lírico, que despierta en el espectador una serie de emociones que van muy ligadas a la experiencia vital de este. Es decir, con base en cómo seamos capaces de vernos reflejados, la película funciona mejor o peor.

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Intentando ser objetivos es una película interesante, un retrato bien hecho. La trayectoria de su protagonista es universal (¿quién no ha peleado por algo durante mucho tiempo con la confianza de lograrlo finalmente?), pero su contexto puede resultar desconocido para muchos y por lo tanto no siempre consigue llegar al espectador con la fuerza que lo hacían algunas de las películas anteriores de la realizadora, como Un amor de juventud.

Para los que hayan vivido la época que refleja el filme (el auge del garage, la música electrónica y nacimiento en paralelo de grupos como Daft Punk) puede que la aventura del eterno Peter Pan les llegue mejor que a otros, y eso la hace un poco limitada; sin embargo, no por esto hay que negar los méritos de la cinta y como espectadores potenciales hay que darle al menos el beneficio de la duda.

Lo bueno Cuando funciona bien, es una película que no se ve: se está en ella.

Lo malo Si el espectador no se siente cercano al contexto del relato, se percibe como un filme que falla.

¿Vale la pena verla? Sí, es un retrato generacional interesante y una propuesta visual-musical novedosa.

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