Reseña de Bahidorá

Bahidorá existe; es un lugar imaginario

Bahidorá
Foto: Feli Gutiérres
Redacción
Todo menos politica
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El primer día del carnaval, la terra incógnita nos recibió con El Umbral para ambientarnos con el entorno natural de Las Estacas. Después de armar la tienda de campaña, nos dimos a la tarea de prepararnos para todo con las frecuencias que los artistas nos abastecieron la noche del viernes.

Para el sábado, a partir de las 10:30 de la mañana iniciaron por completo las actividades con el Wake México en la Isla B y una clase de salsa desde Tepito a las 11:00 en La Estación.

Cada día y a cada minuto, Bahidorá nos sorprendía con un área nueva dentro de las instalaciones, cierras los ojos por un segundo y es un festival totalmente renovado.

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Este año tenía un ciclo de cine animado compuesto por cerca de 70 cortometrajes, curado por Rodrigo Valdés y Jimena Montemayor, fue uno de los proyectos con mayor ambición y esperamos que continúe en las siguientes ediciones.

Por todos lados encuentras entretenimiento solo para dejarte llevar por el espíritu carnavalesco. El Asoleadero recibió algunos artistas que no estamos tan acostumbrados a escuchar; la mexicana Ali Gua Gua abrió el escenario, le siguieron Frente Cumbiero, el dúo sudafricano Black Motion y la rapera Princess Nokia, quien no pudo ocultar su inconformidad por la falta de armonía con las antiguas tradiciones y costumbres que hasta el momento no atienden los organizadores y prefieren sustituir con disfraces que reparten al público, carentes de identidad cultural.

Cargado de pura bomba musical, el Escenario Central nos deslumbró con géneros que abarcaron desde Technocumbia, Dub, Soul y Hip hop, hasta un poco de Dupstep y Pop. Mac Miller se llevó la corona como el mejor acto de todo el evento: nos ofreció una clase de lo increíble que es el Hip hop mostrándonos las claras dimensiones emotivas a las que puede llegar el género.

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La zona destinada a la electrónica fue el Dancefloor, donde dj’s y productores de diferentes rincones del planeta se unieron para crear una atmósfera llena de beats que se sincronizaron con nuestro corazón y con ello lograron sumergirnos en el trance de la danza; por fin logramos ver al famoso sueco Kornél Kovács.

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El domingo abrieron el último escenario llamado La Onda, funcionando como un Sound System al lado de las albercas y el río para que tuviéramos una sesión de recuperación y baile.