Hace unos cuantos años, en la época en la que todavía imperaba el LP, cuándo un compositor mexicano iba a imaginarse ver su obra reunida en un disco. Por fortuna las cosas han cambiado y gracias a la simplificación y abaratamiento de la tecnología cada vez es más común toparse con CD’s de músicos coterráneos y de nuestro tiempo. Aunque no todas, sí existen verdaderas antologías musicales, representativas y dignas. Como sucede con Visiones, de Leonardo Coral.
Compositor incansable, muy dado a experimentar nuevas formas, producto siempre de un ímpetu creador, Leonardo Coral (Ciudad de México, 1962) es de esos artistas que no se dan por vencidos. Alejado de aquel esnobismo trasnochado y vulgar que suele terminar por amordazar la creatividad, Leonardo emprende su trabajo con el suficiente optimismo e impulso para verlo crecer y cristalizar.
Teniendo como telón de fondo una pintura de su padre, Flaviano Coral —artista de imaginación cromática deslumbrante—, que rige el diseño del disco, Visiones refleja un universo musical más cercano a la intimidad que hacia el exterior. Aun en las obras de mayor envergadura tímbrica, como el Concierto para piano y ensamble de cámara, Leonardo parece dirigir su vista —su oído— hacia una parte incorrupta del escucha, un yo interno que lo aproxima a la introspección. Digamos que recupera ese río que corre entre las notas y que se llama el mensaje que un hombre envía a otro —y que un oído atento y sensible capta. Esto no es fácil en medio de una competencia musical en la que los contendientes se desgarran por producir los efectos sonoros más ruidosos.
Que la música incite al deleite por encima de la sofisticación es clarísimo en las Piezas fantásticas para violín y piano. Interpretadas acaso con sabiduría musical —bien llevados de la mano dominio técnico y labor de conjunto—, estas cinco piezas remiten a un lenguaje decantado, bien a bien inclasificable, donde todo parece encajar a la perfección para crear un ambiente de delicado artificio. No se trata de piezas brillantes, que puedan ser tocadas a modo de los clásicos encores, sino de breves pero intensos poemas musicales, apenas para que un lector musical —como lo somos quienes encontramos en la música el arte todo— acaricie la sensualidad de un violín y un piano felizmente imbricados.
Teclado
Bien podría calificarse al piano como el instrumento que constituye el eje de este disco. Al unísono no nada más con el violín o como instrumento solista con el conjunto de cámara, también se le escucha con la flauta y la viola, además de formar parte del conjunto de las Abstracciones que incluyen flauta, clarinete, violín y chelo.
Maestro de piano, Leonardo Coral conoce los secretos del teclado. El piano en su obra siempre resulta un instrumento novedoso, más apegado a la fascinación que a la grandilocuencia.
Mención especial merece la Elegía para guitarra. “A mí me parece más complicada la guitarra que el piano”, dijo en alguna ocasión Leonardo Coral. Y se advierte. La obra va desgranando paulatinamente su potencial enorme. Cada nota posee un acento que la distingue, lo cual obliga al intérprete a ejercitar las más difíciles gamas en lo que se refiere a la odisea guitarrística.
Visiones es un disco grato y amable. Hay que agradecer a Alejandro Escuer y José Areán, directores artístico y musical, respectivamente, de Ónix Ensemble, el apoyo a la propuesta de Leonardo Coral.