Al igual que el ser humano, la naturaleza debe ser protegida por las leyes y se debe reconocer su derecho a existir, prosperar y evolucionar.
En la Declaración Universal de los Derechos de los Ríos se reconoce que éstos son esenciales por su contribución a la diversidad de las especies, y son preocupantes las desviaciones excesivas de los cauces y las extracciones de aguas subterráneas, que han reducido significativamente los caudales en todo el mundo, afirmó Marisa Mazari Hiriart, investigadora del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad, del Instituto de Ecología de la UNAM.
A su vez, Rodrigo Gutiérrez, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), destacó que a nivel mundial enfrentamos un proceso de emergencia climática y de extinción de especies. “La diferencia con extinciones anteriores es que ésta sería antropocéntrica: culpa de nosotros”.
En los últimos años, algunos gobiernos han reconocido que los ríos tienen derecho a correr libremente, a estar exentos de contaminantes y abastecer de nutrientes a especies a lo largo de su cauce, pero son propuestas que quedan en letra muerta, enfatizaron los expertos en el Seminario Universitario de Sociedad, Medio ambiente e Instituciones (SUSMAI), del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS).
Mazari Hiriart añadió que la construcción de grandes represas afecta a más de dos tercios de todos los ríos, ejemplo de ello es el Lerma-Santiago. Debido a estas obras se fragmentan los ecosistemas, se reduce la biodiversidad y las poblaciones de peces se ven en peligro, pues se evita que el cauce natural limpie estos cuerpos de agua.