Así elegirán al sucesor de Benedicto XVI

Es un ritual cuya riqueza en tradición y simbolismos resulta digna de la Iglesia católica: juramentos secretos, cantos gregorianos hipnóticos, cardenales en color escarlata que llenan la Capilla Sixtina, todo mientras la gente en la Plaza de San Pedro espera el humo blanco o negro para saber si hay un nuevo Papa.

Varios cardenales hablan después que el papa Benedicto XVI les informó su renuncia durante un encuentro en el Vaticano
Foto: AP
Agencias
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Es un ritual cuya riqueza en tradición y simbolismos resulta digna de la Iglesia católica: juramentos secretos, cantos gregorianos hipnóticos, cardenales en color escarlata que llenan la Capilla Sixtina, todo mientras la gente en la Plaza de San Pedro espera el humo blanco o negro para saber si hay un nuevo Papa.

Procedimiento

El cónclave comienza cuando los purpurados llegan a la Capilla Sixtina cantando la monofónica Letanía de los Santos, seguida de Veni, Creator Spiritus, para implorar la intervención del Espíritu Santo, mientras toman sus lugares ante el “Juicio Final”, de Miguel Angel.

Los cardenales prometen guardar secreto absoluto durante y después del cónclave y no permitir ninguna forma de interferencia en la elección del pontífice. La secrecía bajo pena de excomunión también asegura que el nuevo Papa no sepa qué cardenales votaron en su contra, un elemento importante para mantener unificado el liderazgo de la Iglesia.

Después de que un cardenal mayor de 80 años —y por lo tanto no elegible— medita a solas sobre las cualidades que debe tener un Papa y los retos que enfrenta la iglesia, los cardenales comienzan a votar.

En el primer día, votan sólo una vez. Después votan 2 veces en la mañana y 2 en la tarde hasta que haya un ganador. Se necesita una mayoría de 2 terceras partes.

Cada cardenal escribe en un papel “Eligo in summen pontificem” o “Elijo como sumo pontífice” y lo coloca en una urna oval.

Cuando los votos son contados y se anuncia un resultado, los papeles son cosidos con aguja e hilo, perforados con la palabra “Eligo” y quemados con un químico para que de la chimenea de la Capilla Sixtina salga humo negro (que significa que todavía no hay consenso) o blanco para anunciar que hay un nuevo Papa.

Si se emite el humo blanco, un cardenal sale al balcón de la basílica de San Pedro y proclama “Habemus Papam” y anuncia en latín el nombre del nuevo jerarca. En seguida, el nuevo Papa pronuncia sus primeras palabras como pontífice.

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