Pelea sin límite de tiempo

El despiporre alrededor del “espía” gringo Edward Snowden al poner en evidencia a Estados Unidos, me recuerda la tira cómica de la revista MAD, Spy vs. Spy.

José Luis Belmar
Columnas
En los últimos días un espía (Barack Obama) y un chismoso (Snowden) se han involucrado en un pleito de verduleras
Foto: AP

El despiporre alrededor del “espía” gringo Edward Snowden al poner en evidencia a Estados Unidos, me recuerda la tira cómica de la revista MAD, Spy vs. Spy, en la que un espía narigón vestido de blanco le hacía la vida de cuadritos al otro espía, también narigón, pero vestido de negro, y viceversa.

En los últimos días un espía (Barack Obama) y un chismoso (Snowden) se han involucrado en un pleito de verduleras, pues de repente Snowden, para calmar sus ansias de novillero, se tiró al ruedo y a través del diario The Guardian despepitó sobre el espionaje que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos hacía.

Reveló que EU espía a todo mundo, como lo hizo en la reunión en Londres en 2009 del Grupo de los 20, donde hasta cafés internet puso para robarse contraseñas de correos electrónicos de los asistentes; pero también ha espiado al Parlamento de la Unión Europea, a México y otros aliados, como Japón, Corea del Sur, India y Turquía, y un titipuchal más de países amigos y enemigos. El imperio en acción.

A salto de mata, Snowden llegó a Moscú y se quedó varado en el aeropuerto de Sheremtyevo como un Tom Hanks del cine, pues no tiene pasaporte y sólo Rusia, hasta ahora, le ofreció otorgarle asilo político, ya que el zorro de todos los zorros, mi conocido Vladimir Putin —quien es ruso, pero idiota nunca ha sido—, sorpresivamente el pasado lunes 1 le abrió a Snowden el portón, “si dejaba de hacer daño a Estados Unidos y ya en Rusia no se dedicaba a lo mismo”.

Haciendo berrinche, Snowden dijo que retiraba su solicitud de asilo a Rusia, quizá pensando, estúpidamente, que alguno de los otros 20 países a los que solicitó asilo le iba a dar la alternativa en el coso de la Incertidumbre. ¡Vamos, hombre! Ni aunque la solicite a los otros 174 países del globo.

Limbo

Para nosotros, la reacción de Putin es harto interesante. Por un lado, le pintó un violín a los gringos cuando le exigieron les entregase a Snowden; y, por otro, no mostró ninguna simpatía con Snowden porque, creo, habiendo sido espía de la KGB rusa, no pudo simpatizar con un cuate que violó el régimen de confidencialidad y mandó por un tubo sus compromisos.

La postura de Putin fue la correcta porque, ¿por qué diantres iba a asilar a alguien que después le haría la vida imposible con su espionaje cibernético? Ni loco. Con “espías” como Snowden, Putin no necesita más enemigos en casa.

Snowden ha estado recibiendo negativa tras negativa a sus solicitudes de asilo y le salió el tiro por la culata; lo único que ha provocado es una irritación mundial.

Pienso que Snowden anda mal del coco y debe acostarse de inmediato en el sofá de Freud, si cree que países como Alemania, Francia, Italia, India y otros van a poner en peligro sus relaciones con el Tio Sam. ¡Está lurias!

Y para rematar el pleito entre los “espías”, alguien (léase Estados Unidos) acusó al presidente de Bolivia, Evo Morales, de que llevaba escondido en su avión a Snowden, al despegar su nave de Moscú.

A Morales lo tildaron de cómplice de espionaje por ayudar a Snowden y le hicieron la vida imposible. Tuvo que dormir en Viena porque, inicialmente, ni Francia ni Portugal le abrieron el espacio aéreo. Morales pudo despegar de Austria gracias a España.

Si Snowden sigue en Moscú, la jugada lógica era Moscú; pero eso ya es harina de otro costal, a menos que cambie de opinión y revalide su solicitud de asilo.

Hasta ahora, Snowden en el limbo y ni Premio Nobel de la Paz alcanzará. ¡Qué pena!

¡La cosa va pa’ largo!