¿Alguien ha visto al PRI por ahí?

Antes que hacer énfasis en el concepto del Estado fallido, los politólogos han comenzado a construir la categoría del partido disfuncional o desaparecido. No se trata solo de ver al presidente de la República sin brazo político, sino de percibir que el PRI ha tenido una representatividad social en la intermediación del poder.

Carlos Ramírez
Columnas
Por ahora el principal problema radica en el PRI, porque es el partido del presidente de la República. Pero se trata del mismo PRI de siempre, más preocupado por las parcelas de poder que por la intermediación politica.
Foto: Especial

Antes que hacer énfasis en el concepto del Estado fallido, los politólogos han comenzado a construir la categoría del partido disfuncional o desaparecido. No se trata solo de ver al presidente de la República sin brazo político, sino de percibir que el PRI ha tenido una representatividad social en la intermediación del poder.

Si una de las grandes crisis que marcó al PRI fue el movimiento estudiantil de 1968, los principales problemas actuales del país tienen que ver con los jóvenes sin espacios de participación poloca de participaciòjactuales del pa 68, a representatividad4 s adelantados de campaña podrro por el PAN y el segundo por elítica: desde los dos movimientos en la UNAM que impidieron el alza de cuotas hasta los normalistas de Ayotzinapa, pasando por el #YoSoy132 y los politécnicos.

El dato mayor radica en el hecho de que el PRI era, hasta hace poco, un partido-sistema o espacio de intermediación por excelencia. En el 68 hubo dos grandes formaciones estudiantiles: la liderada por la Juventud Comunista y la operada por el PRI. Ahora se ve a los jóvenes por la libre, sin canales de participación. Y lo más grave es que ni el PAN ni el PRD parecen preocupados por atender las inquietudes de los jóvenes.

Por ahora el principal problema radica en el PRI, porque es el partido del presidente de la República. Pero se trata del mismo PRI de siempre, más preocupado por las parcelas de poder que por la intermediación politica.

Lo grave es ver a un presidente de la República lidiando directamente con sectores sociales enardecidos. El partido en el poder como caja de despresurización social y política era hasta finales del siglo pasado un mecanismo de gobernabilidad.

Las fallas del PRI son de sectores, de élites políticas y de capacidad de análisis y caracterización de la crisis. El PRI de hoy se parece al del 68: ajeno a la realidad, con priistas buscando solo posiciones de poder. La crisis de Ayotzinapa, por ejemplo, se le ha endosado al presidente Enrique Peña Nieto cuando fue responsabilidad directa del PRD y de su gobernador de Guerrero y su alcalde de Iguala. Ante esa parte de la lucha política, y con el PRD tratando de echarle la culpa a otros, el PRI aparece como lampareado.

Dimensión

El desafío del PRI radica en la urgencia de modernizar sus estructuras, en organizar a la sociedad, en liderar demandas populares. El PRI está urgido de una caracterización de las crisis y de una participación en la búsqueda de soluciones. Al interior del PRI ha comenzado la rebatinga de precandidaturas. Los discursos del líder priista César Camacho Quiroz han sido tomados como meras declaraciones de coyuntura.

En su dimensión política y su exigencia de inteligencia de poder, la crisis juvenil del #132, el Politécnico y los normalistas de Ayotzinapa es equiparable al movimiento estudiantil del 68. Y si bien hoy en día es imposible otro tlatelolcazo, quizás hasta por la no-salida represiva el problema es mayor. No se trata de saber si el PRI perdería posiciones electorales por el mal manejo de la crisis estudiantil, sino de percibir que esa falta de espacios político-partidistas afectaría la gobernabilidad de la República y, por tanto, repercutiría en la administración de la crisis económica.

En el escenario de la crisis y la ausencia política del PRI, el propio presidente de la República estaría obligado a dar un golpe de timón en la función del partido o las circunstancias de una crisis sin salida estarían llevando al sistema político a medidas de fuerza o de agudización de las luchas sociales violentas en las calles.