¿Si no quieren, entonces cómo?

Los sectores que han asumido la bandera del Estado fallido y de la crisis del Estado en el escenario de la relación protestas-represión son paradójicamente los responsables del debilitamiento del Estado.

Carlos Ramírez
Columnas
Los sectores que han asumido la bandera del Estado fallido y de la crisis del Estado en el escenario de la relación protestas-represión son paradójicamente los responsables del debilitamiento del Estado.
Foto: NTX

Los sectores que han asumido la bandera del Estado fallido y de la crisis del Estado en el escenario de la relación protestas-represión son paradójicamente los responsables del debilitamiento del Estado.

La fundación teórica del Estado se dio con el Leviatán de Thomas Hobbes en 1651 y se ofreció como un pacto entre la sociedad y los gobernantes para garantizar sobre todo seguridad. Pero Hobbes también escribió que los pactos sin espada no sirven.

La teoría moderna del Estado —Alessandro Passerin D’Entrèves— le otorga a esta institución tres características fundamentales: fuerza, poder y autoridad. Por tanto, el Estado tiene la función de imponer el orden a favor de la sociedad, obviamente salvaguardando derechos, garantías y beneficios sociales.

En México el Estado fallido se acredita por su incapacidad para combatir a la delincuencia, pero ocurre que las fuerzas políticas le niegan al Estado facultades de fuerza y autoridad. Los temores de abusos de poder son fundados, pero por defender los derechos humanos se le han atado al Estado las dos manos y la espada.

Las reacciones sociales contra la crisis de Iguala-Ayotzinapa se presentan como un escenario de estudio de las posibilidades-limitaciones del Estado ante una crisis de autoridad. Las protestas sociales han tenido dos expresiones: la manifestación de una inconformidad con marchas y gritos y las agresiones violentas causando destrozos, además del bloqueo de carreteras, el incendio de edificios públicos y las agresiones físicas contra policías.

La respuesta del Estado vía uso de la fuerza ha sido contenida por la propia sociedad que protesta y los detenidos in fraganti han tenido que ser liberados por presiones de la sociedad. Por tanto, esta exige un Estado con fuerza y autoridad para combatir la inestabilidad y la desestabilización, pero luego le impide al Estado el uso de los instrumentos legales de fuerza para enfrentar la ruptura del orden constitucional y las agresiones contra terceros.

Preguntas

¿Cómo podrá el Estado encarar la crisis de Iguala-Ayotzinapa si las fuerzas políticas se han negado siquiera a discutir las iniciativas de reforma presentadas por el presidente de la República? Es decir, las fuerzas políticas y sociales se quejan de un Estadio fallido pero se niegan a modernizar los instrumentos de fuerza y autoridad del Estado. Lo peor radica en el hecho de que el Estado fallido —es decir, sin uso de la fuerza o la autoridad— permitió que el PRD avalara las candidaturas de Ángel Aguirre, José Luis abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda.

De ahí la pregunta: ¿cómo quieren las fuerzas sociales y políticas fortalecer el Estado si le niegan más instrumentos legales para enfrentar la inestabilidad de las protestas? La defensa del municipio es irreal ante la incapacidad municipal para organizar a la sociedad y profesionalizar sus instrumentos locales de gobierno.

El asunto se complica cuando las fuerzas políticas y sociales carecen de propuestas racionales o las que ofrecen no tienen consensos con otras fuerzas. Las propuestas presidenciales pudieron ser el paso para un enriquecimiento de aportaciones, pero el PRD y el PAN actúan como oposición y no como fuerzas partícipes en el Estado

Por eso la pregunta: ¿si no quieren reformas, entonces cómo quieren trascender el Estado fallido?