Como indica la doctora Arlene Ramírez, “África en 2015 vuelve a ser el emblema de la falta de desarrollo y de la falta de intervención humanitaria”.
Y no porque no haya solidaridad internacional con el continente negro, sino porque los gobiernos del área tampoco han provocado cambios al interior de la región.
África, explica Ramírez, “sigue viviendo en general —no sólo en los países donde se ha dado el brote de ébola o donde se registra el extremismo islámico— bajo la observación y ayuda de la comunidad internacional debido a la incapacidad de gestión de sus propios gobiernos, como Nigeria por ejemplo, donde el grupo Boko Haram realiza secuestros masivos de niñas frente a la ineficiencia de ese gobierno para detener a un grupo terrorista”.
Sobre el mismo tenor se expresa el doctor Oliva: “África, lamentablemente, es un continente cuyos países integrantes viven también un proceso de desestabilización, empezando por los países del Magreb, es decir, las naciones ubicadas desde las costas africanas al Mediterráneo, donde Egipto, Libia, Túnez y en menor medida Argelia y Marruecos, han observado procesos políticos de distintos niveles de violencia. Sobre todo en Libia, inmersa en una cruenta guerra civil. Bajando hacia el África subsahariana, como en República Centroafricana, República del Congo, Eritrea, etcétera, encontramos también la continuación de guerras tribales muy violentas”.
En cuanto al islamismo radical, agrega Oliva, “esas expresiones de terrorismo como Boko Haram, en algunas partes de Mali pueden ir ganando adeptos, pero en 2015 algunos países de África podrían verse beneficiados con inversiones e importantes proyectos de desarrollo. En Nigeria, por ejemplo, recientemente China, en su búsqueda de un posicionamiento importante en esa región, logró el contrato más grande en la historia de lo que va del siglo XXI para la construcción de un ferrocarril”.
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