Ficrea salpica a todos

Rafael Olvera y los manejos irregulares en Ficrea

Alberto Barranco
Columnas
Ficrea defraudo miles
Foto: Facebook

Como en el más enfebrecido thriller a la mexicana, dirección de Juan Oriol, en plena auditoría de la autoridad en la sospecha del fraude, un cómplice del aprendiz del banquero se cuela a la caja fuerte para extraer 25 millones de pesos… y de pasadita la información comprometedora.

Las cajas de cartón plenas de billetes, los discos duros, las computadoras, los documentos, se colocan en la cajuela del auto del villano para cobijar su huida y proteger su evidencia. Ni alarmas, ni sellos, ni resguardo policial.

Se diría que en una sola noche, al estilo Fantomas o Rififi, el audaz malandrín se llevó a una sociedad financiera popular con todo y secuelas.

La película tiene drama, suspenso, emoción… La escena descarnada de la caravana de damnificados, la silla de ruedas, las mil arrugas, las piernas temblorosas, la voz cascada. Los ahorros de toda la vida. La posibilidad del retiro a 10% de rédito anual.

Más allá la vida de jeque árabe del socio principal de la ruleta, Rafael Olvera Amezcua, exhibida por sus hijos en las redes sociales. El rey de oros, propiedades al calce en Estados Unidos, ramificación de empresas nacionales en España y otros países.

El juego de la perinola.

Los primeros que ponen empiezan a ganar. Los siguientes se esperan a que se financien los negocios personales.

Si el que tenía el milloncito, peso por peso empapados en sudor, decidió jugársela, también lo hizo el urgido de lavar dinero en un lavadero sin restricciones. Y en la tentación el gobierno de Coahuila se jugó un dinero de los causantes como quien va al palenque o se lanza a la trifecta en la carrera de galgos.

Quien quita y pegue.

En el clímax de la audacia está el mismísimo Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, colocando los dineros en caja.

Se diría que Ficrea somos todos.

Pozo

La autoridad omisa y remisa que en su golpe de puño en el escritorio ahora pretende reglamentar ese tipo de sociedades, tras lavarse las manos de la angustia de quienes están en el viacrucis para exigir la devolución íntegra de sus recursos.

La regla habla de un seguro de depósito de 135 mil pesos. Y hágale como quiera.

Ahí está, también, la venganza judicial de entidades que jugaron al incierto con dinero ajeno, llenando el escenario de demandas.

Ahí está el Servicio de Administración Tributaria colocando centenares de trampas a título de auditorías para cazar a los grandes depositantes en un ejercicio singular: verificar si el monto de los dineros jugados es congruente con la declaración fiscal, o si estas son inexistentes.

La tarea, pues, de tapar el pozo después de una impunidad de años.

Ahí está el te-lo-dije de la calificadora de deuda que advirtió de la simbiosis ilegal de la sociedad financiera popular con empresas relacionadas. Los ahorros del público para pagar negocios ajenos o propiedades paradisiacas.

Ahí están dos mil 700 millones de pesos en el baile.

Ahí está el México que se niega a morir.

El Ficrea nuestro de cada día.