Preservación de especies ‘in vitro’, reto de científicos mexicanos

El objetivo es deesarrollar protocolos adecuados de conservación, ya sea con la técnica de crecimiento mínimo o con la criopreservación.

Martha Mejía
Bienestar
El objetivo es deesarrollar protocolos adecuados de conservación, ya sea con la técnica de crecimiento mínimo o con la criopreservación.
Foto: Creative Commons/genebank2

Uno de los proyectos más ambiciosos de preservación que tiene el Centro Nacional de Recursos Genéticos (CNRG) es el macroproyecto de investigación sobre el resguardo genético forestal del país, mismo que coordina la Comisión Nacional Forestal (Conafor) con miras a lograr la conservación in vitro de especies relevantes para México, algunas de las cuales se encuentran en riesgo o en situación crítica.

Esmeralda Cruz Gutiérrez, investigadora del CNRG, señala en entrevista que este proyecto contiene cinco componentes: biofábrica, realización de protocolos de conservación, colección nacional de semillas forestales, análisis de diversidad genética y arboreto.

Biofábrica

La también coordinadora del proyecto por parte del CNRG indica que el primer componte consiste en clonar 39 especies forestales: 22 latifoliadas, especies de hoja ancha como el cedro rojo, la caoba y el eucalipto, y 17 confieras como el pino michoacano o el pino azul, especies que se utilizan para producción de resinas, reforestación o producción maderable.

“La Conafor nos proporcionará árboles plus, que son plantaciones con mejoramiento que se hacen en campo. Estos ejemplares tienen un fuste más alto, son más resistentes a plagas y a enfermedades”, indica Cruz Gutiérrez.


Una vez que estas especies estén propagadas “las vamos a aclimatar para tener plantas en sustrato para sacar a reforestar. El compromiso es sacar una producción de un millón de plantas al año de esas 39 especies; esto para diciembre de 2015”.

Al respecto, José Medina Mora, coordinador del proyecto por parte de Conafor, recalca que “no se trata de organismos genéticamente modificados, sino de multiplicación de especies prioritarias. Vamos a tener una muchos individuos que vienen de muchas zonas del país y eso nos permitirá conservar la diversidad genética de la especie”.

Resalta que este proyecto cumple con un estricto régimen normativo que está marcado por el Protocolo de Nagoya, la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) y, por supuesto, la legislación mexicana correspondiente.

Protocolos de conservación

Las semillas no ortodoxas se caracterizan por no sobrevivir en condiciones de sequedad y frío cuando son conservadas ex situ, es decir, fuera de su lugar. Estas semillas no resisten sequedad o temperaturas menores de 10 grados centígrados, por lo que “no pueden ser conservadas en cámaras frías, como lo son los bancos de germoplasma convencionales, ya que perderían sus propiedades”, indica Carlos Román Castillo Martínez, investigador responsable del segundo componente del proyecto.

No obstante, dice, existen otras formas de conservación alterna que se basan en la tecnología de cultivo: poner el tejido vivo de una planta en un medio de cultivo que contiene todos los nutrimentos que esta requiere.

Esta tecnología tiene dos procedimientos. El primero es el de crecimiento mínimo que consiste en limitar las condiciones de los tejidos para que estos se desarrollen. Es decir, “si removemos todos los nutrientes la planta se desarrollará, crecerá, echará raíces y nuevos brotes. Lo que hacemos es modificar la temperatura de la conservación o en su defecto modificar el medio de cultivo donde se contienen los tejidos”, explica.

El segundo procedimiento de esta técnica es la criopreservación a largo plazo, “que consiste en meter un tejido encapsulado a nitrógeno líquido”.

Colección nacional de semillas forestales

El tercer componte del proyecto es lograr esta colección en conservación de temperaturas de menos 18 grados en cámaras frías, “si es que son semillas con especies ortodoxas; si son especies de semillas recalcitrantes se hará con los protocolos de conservación de mediano y largo plazo”, indica Juan Manuel Pichardo González, responsable del laboratorio agrícola forestal del CNRG.

Explica que una semilla ortodoxa es aquella a la cual se le puede extraer gran contenido de humedad y almacenarla en bancos de germoplasma. “Algunos ejemplos de este tipo de semilla con la que trabajamos son las de caoba o la parota, que es una semilla forestal, pero el ejemplo clásico son los pinos”, indica Pichardo González.

Con el convenio con Conafor se tendrán 175 especies de semillas forestales para su evaluación, preservación y resguardo.

Análisis de diversidad genética

Moisés Alberto Cortés Cruz, responsable del laboratorio de ADN y geonómicas del CNRG, señala que su participación en el macroproyecto forestal va en dos sentidos: “El primero es asegurarnos de que a nivel genético estas especies sean muy contrastantes, con el objetivo de conservar las diferencias.

Es decir, si existiera un evento catastrófico, digamos una sequía o una plaga, y todas las plantas tienen la misma información genética, si una de ellas es susceptible a la sequía o a plagas entonces todas las demás van a ser susceptibles; en cambio, si tenemos diferente información genética dentro de estas plantas habrá algunas que sí van a morir porque serán susceptibles, pero otras van a ser tolerantes y podrán sobrevivir”.

El segundo objetivo, indica, es “asegurarnos de que la planta que entra a propagarse de forma masiva en los laboratorios conserve las mismas características de la planta madre.

Durante este proceso existen diferentes etapas de desarrollo que harán que la estructura genética de la planta pueda cambiar y en algunos casos puede ser perjudicial o benéfico. Pero de cierta manera tenemos la seguridad de que la planta madre y las hijas son idénticas”, apunta.