Baltimore, entre las llamas tras jornada de protestas

Agencias
Política
Baltimore, en llamas
Foto: AP

La Guardia Nacional se desplegó el martes de madrugada en Baltimore, policía con escudos bloqueaba las calles y los bomberos apagaban los incendios aún activos mientras una creciente zona de la ciudad sufría los disturbios tras el funeral de un hombre negro que murió bajo custodia policial.

La violencia que comenzó el lunes por la tarde en el oeste de Baltimore —a una milla de donde Freddie Gray fue detenido y trasladado en un furgón policial este mes— se habían extendido a media noche al este de la ciudad y a barrios cerca del centro y el estadio de béisbol.

Se trata de uno de los estallidos de violencia más significativos provocados por una muerte relacionada con la policía desde los días de protestas que siguieron a la muerte de Michael Brown, un hombre negro desarmado que murió abatido a tiros en una confrontación con un agente de policía blanco en Ferguson, Missouri, el verano pasado.

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Al menos 15 agentes resultaron heridos, incluyendo seis que seguían hospitalizados el lunes por la noche, según la policía. Dos docenas de personas fueron arrestadas.

Las autoridades estatales y locales prometieron restaurar el orden y la calma en Baltimore, pero pronto se encontraron respondiendo a preguntas sobre si su respuesta inicial había sido la adecuada.

A la alcaldesa, Stephanie Rawlings-Blake, se le preguntó por qué había tardado horas en pedir al gobernador que declarase el estado de emergencia, y el propio gobernador insinuó que debería haber acudido antes a él.

“Estábamos todos en el centro de mando en el segundo piso de la Casa del Estado en comunicación constante, y tratamos de contactar con la alcaldes durante bastante tiempo”, dijo el gobernador, Larry Hogan, en una rueda de prensa. “Por fin hizo esa llamada, y tomamos medidas de inmediato”.

Cuando se le preguntó si la alcaldesa debió haber pedido ayuda antes, sin embargo, Hogan replicó que no quería cuestionar lo que hacían las autoridades de Baltimore. “Están todos bajo un tremendo estrés. Estamos todos en un equipo”.

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Rawlings-Blake dijo que las autoridades creían tener bajo control los disturbios iniciados el fin de semana, “y creo que habría sido inapropiado traer a la Guardia Nacional cuando lo teníamos bajo control”.

Pero más tarde, el comisario de la policía de Baltimore, Anthony Batts, dejó claro que la situación se había vuelto inmanejable.

“Simplemente nos superaban en número y nos flanquearon”, explicó. “Necesitábamos tener más recursos ahí fuera”.

Batts dijo que las autoridades habían tenido un “día muy difícil y decepcionante”.

Desde luego, la policía se vio puesta a prueba. Los agitadores incendiaron autos de policía y edificios en varios barrios, saquearon un centro comercial y varias licorerías y lanzaron piedras a la policía antimotines, que respondió de forma ocasional con gas pimienta.

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“Comprendo el enfado, pero lo que estamos viendo no es enfado”, dijo la alcaldesa. “Es la alteración de una comunidad. La misma comunidad que dicen que les importa, la están destruyendo. No pueden ser las dos cosas”.

La secretaria federal de Justicia, Loretta Lynch, en su primer día en el cargo, dijo que enviará a la ciudad a autoridades del Departamento de Justicia en los próximos días. Se impuso un toque de queda diario durante una semana, a partir del martes entre las 10 p.m. y las 5 a.m., informó la alcaldesa, y las escuelas públicas de la ciudad anunciaron que permanecerían cerradas el martes.

La general adjunta de la Guardia Nacional de Maryland, la mayor general Linda Singh, indicó que habría hasta 5,000 efectivos disponibles para las calles de Baltimore.

“Saldremos de forma masiva, y eso significa básicamente que patrullaremos las calles y saldremos a asegurar que protegemos la propiedad privada”, dijo Singh en una rueda de prensa el lunes por la noche.

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El congresista de Maryland Elijah Cummings y otras 200 personas, incluyendo pastores, intentaron sin éxito sofocar la violencia en un momento dado el lunes por la noche, marchando con los brazos enlazados por un barrio salpicado de cristales rotos, latas aplastadas y otros restos. Cuando se acercaron a la línea policial, los manifestantes se pusieron de rodillas. Después se pusieron en pie y avanzaron hasta ponerse frente a los agentes formados con material antimotines.

Pero la violencia continuó. Los saqueadores prendieron fuego a una licorería y lanzaron bloques de concreto a los camiones de bomberos cuando acudieron a apagar el incendio.

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Los disturbios del lunes son el último efecto de la muerte de Gray, y se producen en medio de un debate nacional sobre el uso de la fuerza, tras varios casos muy publicitados en los que hombres negros murieron tras encuentros con la policía, desde la muerte de Brown en Ferguson a las de Eric Garner en Nueva York y Walter Scott en North Charleston, Carolina del Sur.

Gray era negro. La policía ha declinado indicar la raza de los seis agentes implicados en su detención, que están suspendidos con sueldo mientras se investiga el incidente.

Aunque molesta con lo que ocurrió a Gray, la familia del fallecido dijo que la violencia no es la forma de recordarlo.

“Creo que la violencia está mal”, dijo la hermana gemela del fallecido, Fredericka Gray, el lunes por la noche. “No me gusta nada”.