Responsabilidades estructurales en Iguala-Ayotzinapa

El desconocimiento del gobernador Aguirre de los hechos de Iguala de ninguna manera lo exime de su directa responsabilidad. 

Javier Oliva Posada
Columnas
Ayotzinapa
Foto: NTX

Luego de un año, por fin supimos algunos de los aspectos más relevantes de lo que sucedió la noche y madrugada de los días 26 y 27 de septiembre de 2014, por voz del principal protagonista político de Guerrero, el gobernador en ese momento. Falta que hable otro, que también por razones desconocidas apenas acaba de ser convocado por la autoridad: el director de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, José Luis Hernández.

En aquellos días trágicos de fines de septiembre de 2014 el entonces gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero —que ya acumulaba tres años previos en el mismo cargo, del 12 de marzo de 1996 al 31 de marzo de 1999, como sustituto de Rubén Figueroa Alcocer, quien también renunció por un muy grave acto de violencia contra campesinos en el vado de Aguas Blancas— no pudo concluir su segunda oportunidad en el puesto, durando del 1 de abril de 2011 al 26 de octubre de 2014. De haberlo hecho, Aguirre habría estado en condiciones de haber servido a la entidad por poco más de siete años.

Sin embargo, no fue así: sus gestiones estuvieron plagadas de irregularidades administrativas, violencia social y criminal.

Por ejemplo, la Auditoría Superior de la Federación detectó que entre 2012 y 2013 hubo un faltante de mil millones de pesos. La Procuraduría General de la República encontró el dinero en cuentas de familiares y colaboradores cercanos. Incluso su hermano acaba de abandonar la prisión, bajo reserva, por ese caso. Hasta el momento no se sabe más de las investigaciones al respecto ni del castigo a alguno de los señalados responsables del mal manejo de los recursos públicos.

También en Guerrero, bajo su segundo gobierno, multiplicó el máximo indicador a nivel nacional de homicidios dolosos al llegar a 66.01 por cada 100 mil habitantes. En su gestión aumentó la pobreza y la pobreza extrema, de acuerdo con el Coneval, en cuatro por ciento.

Ignorancia

En su segunda gestión siguió muy de cerca los pasos desastrosos de otro perredista de última hora, hoy reconvertido en panista, Zeferino Torreblanca. Aguirre Rivero fue priista hasta que no logró la candidatura para los comicios de 2011.

La ignorancia del gobernador Aguirre o el desconocimiento de los hechos de Iguala-Ayotzinapa de ninguna manera lo exime de su directa responsabilidad, en el supuesto de que eso fuera cierto; recordemos que en pleno festejo patrio de 2013 el huracán Manuel causó severos daños, todo debido a que las autoridades locales no estaban ni dispuestas ni preparadas para atender a la población y ejercer las funciones por las que devengan un salario. Empezando por el gobernador y su gabinete.

Ahora, ante la Comisión Especial de la Cámara de Diputados, sin ningún problema señaló que tiene la conciencia tranquila. Y es cierto, pues trató de imponer a su hijo mayor como candidato del PRD a la presidencia municipal de Acapulco, incluso después de que se vio forzado a solicitar licencia como gobernador.

También dijo que el Ejército mexicano no actuó, pese a su solicitud (entonces, sí sabía lo que ocurría). Tiene que especificar, ante una acusación tan seria, con quién habló, en qué momento y qué dijo para plantear su petición de presencia de personal militar en Iguala.

Lo más grave es que afirmó, como se lee en un diario de circulación nacional en la edición del 15 de octubre pasado, que hubo “inacción del Ejército mexicano”. Vaya audacia. El problema, por otra parte, es que no hay a la fecha respuesta de parte de las estructuras civiles del gobierno federal para desmentir esa difamación.