Cobra factura el río revuelto

Hasta hoy no ha habido un incremento desbordado de precios internos en el efecto dominó del dólar, pero la amenaza está latente.

Alberto Barranco
Columnas
Pemex
Foto: NTX

En un afán por calmar las olas frente a la doble embestida a la economía del país que representa la depreciación del peso frente al dólar y la caída dramática en el precio del petróleo mexicano, el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, habló de una formidable trinchera.

México, dijo el funcionario, cuenta con la reserva en dólares más alta de su historia y en caso de contingencia tiene en puerta un crédito del Fondo Monetario Internacional por 70 mil millones de billetes verdes.

El problema en el primer caso es que el monto acumulado, 170 mil 728 millones de dólares, se ha venido erosionando ante la estrategia calificada de desgastada por los analistas de darle liquidez al mercado cambiario para defender la moneda.

De subasta en subasta, una de 400 millones y otra de 200 millones de dólares a precio mínimo, el instituto central ha consumido 22 mil millones.

En el segundo caso la reserva, el crédito latente, le ha costado al país un pago de comisiones por mil 578 millones de dólares.

La posibilidad del crédito flexible del organismo internacional se pactó en abril del 2009 en el marco de la llamada crisis de hipotecas de Estados Unidos, a cuya vera se ponía en peligro el mantener el flujo de exportaciones del país y se amenazaba la paridad.

La primera opción hablaba de 42 mil millones de dólares.

La línea de crédito fue renovada año con año, incrementándose esta a 70 mil millones.

El caso es que por cada año en espera el organismo cobra una comisión, que en el acumulado alcanza, decíamos, mil 578 millones de dólares.

Poco, de cara al golpe de confianza que representa el contar con lo que Carstens califica como arsenal; mucho, de cara a la precariedad financiera del gobierno, al que se le disminuyó de golpe el flujo de gravámenes por la venta de petróleo y se le multiplicó el monto en pesos de la deuda externa pactada en dólares.

Los ingredientes de una crisis.

Sin embargo, de acuerdo al secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, el país está muy lejos de llegar a una situación extrema augurando que este año el crecimiento económico llegará a tres por ciento.

Alto costo

Lo cierto es que México ya está pagando las facturas del río revuelto. Aunque se ha logrado evitar el traumatismo total por la baja del petróleo vía la contratación de coberturas para garantizar el precio mínimo de parte de la producción, el costo ha sido alto.

La última póliza costó seis mil millones de dólares.

Más allá, la posibilidad de financiamiento por la vía de bonos de deuda de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad se ha encarecido ante el crecimiento del fardo.

Y aunque hasta hoy no ha habido un incremento desbordado de precios internos en el efecto dominó del dólar, la amenaza está latente.

De aumentar la inflación crecerían los intereses que cobran los bancos por sus préstamos productivos.

De hecho, el Banco de México debió ya elevar la tasa líder en materia de depósitos para evitar una salida masiva de capitales golondrinos, por más que ya se fue la tercera parte de los que llegaron el año pasado.

El 2016, pues, empieza a tambor batiente.