La Marcha de la Lealtad

La lealtad es algo que los mexicanos debiéramos observar como un rasgo distintivo y esencial de la institución militar.

Javier Oliva Posada
Columnas
Marcha de la Lealtad
Foto: NTX

El pasado 9 de este mes se conmemoró en el Alcázar del Castillo de Chapultepec el CIII aniversario del recorrido que hiciera Francisco I. Madero de ese lugar al Palacio Nacional, asaltado por quienes dieron un golpe de Estado y sumirían al país en una larga y violenta revolución.

A Madero, luego de arengar a los cadetes del Heroico Colegio Militar, lo escoltaron hasta la sede del Poder Ejecutivo y controlaron momentáneamente la situación. Luego vendrían los combates urbanos, incluso en el mismo centro de la capital del país.

Las efemérides militares tienen como principal función explicar a las generaciones contemporáneas la larga y difícil travesía de la nación para llegar a ser lo que es en este caso la denominación de Marcha de la Lealtad.

Obedece a que desde la escuela más importante del sistema educativo militar las bases fundamentales de la doctrina se encuentran fincadas en torno de la defensa del pueblo, las instituciones, sus leyes y, esto es importante considerarlo, de la democracia junto con las libertades que le dan sentido.

Bien sabemos que en la historia las Fuerzas Armadas en Latinoamérica, en particular, han tenido una presencia y participación polémica, incluso en muchos casos actuando como factor de poder, incidiendo en la toma de decisiones no siempre apegadas a la ley y la democracia.

El valor fundamental de la lealtad es algo que los mexicanos debiéramos observar como un rasgo distintivo, característico y esencial de la institución militar y de los soldados y marinos que deciden poner al servicio de la patria todas sus capacidades.

Compromiso

En su discurso el general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, luego de un repaso de algunos de los principales acontecimientos en donde los jóvenes cadetes del Heroico Colegio Militar participaron, destacó esa relación entre la sociedad, la historia y las Fuerzas Armadas. De allí proceden las bases de la conducta militar apegada a Derecho. Incluso, de nueva cuenta, reiteró el compromiso de las Fuerzas Armadas con el respeto a los derechos humanos.

Este señalamiento es parte de una adición al valor militar de la lealtad que en las relaciones civiles militares, sobre todo en el contexto de una ya prolongada lucha en contra del crimen organizado, el adiestramiento y capacitación de militares en la materia, han dado importantes resultados.

La disminución acumulada en 2015 de poco más de 85% de las quejas interpuestas ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es una muestra.

El compromiso asumido por parte de la institución militar, por mandato del Presidente de la República y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, para apoyar en el auxilio a la población y autoridades locales en la recuperación de la paz pública, les ha llevado a atender una larga lista de actividades adyacentes y que demuestran lo que en los hechos significa la lealtad al pueblo.

Lo mismo cuidan a niños y profesores a la entrada y salida de las escuelas primarias en Acapulco, que construyen carreteras en Tabasco. Esto sin dejar de lado las tareas sociales en donde destacan el Plan DN-III-E y el Plan Marina.

No abandonar la responsabilidad y asumir las tareas asignadas hace que cada año que se conmemora la Marcha de la Lealtad, los mexicanos sabemos que contamos con la presencia permanente y compromiso de los militares.

No hay, a la vista, opciones articuladas para que la autoridad local se responsabilice de la seguridad pública. Por tanto, las condiciones en las que las Fuerzas Armadas de México seguirán implicadas en esa tarea deben ser revisadas y ajustadas. Ahora nos toca a los civiles demostrar que podemos ser leales a los soldados y marinos.