España, enredada en el desgobierno

El año arrancó mal en materia política para el país ibérico: sin gobierno.

Redacción
Política
Mariano Rajoy
Foto: AP

Por: Claudia Luna Palencia

En España la maraña política formada por el resultado de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre mantiene entrampada a la nación ibérica, que recién cumplió dos meses en desgobierno en una crisis política que ya salpica de nerviosismo hasta a la mismísima Casa Real.

Lo malo es que no hay indicios de vislumbrar luces largas al final del oscuro túnel: la fragmentación en la cesta de escaños impide formar gobierno al actual presidente, Mariano Rajoy —el candidato ganador—, porque la aritmética no le suma para investirse más que buscando el algoritmo de los pactos y las coaliciones.

Al vacío de poder se añade la sal y la pimienta de los bloqueos partidistas, que se suma a la implosión de los escándalos de corrupción con investigaciones judiciales candentes que involucran al Partido Popular (PP), precisamente el del impertérrito presidente Rajoy.

En medio de una marisma de reproches mutuos, crece el hartazgo de la ciudadanía española y los electores intuyen un retorno a las urnas en plena primavera si es que fracasa —como se atisba— el intento de llegar a la investidura por parte de Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Temores

El año arrancó mal en materia política para el país ibérico: sin gobierno; pero se sortea el tema financiero porque hay un presupuesto vigente (votado por el Congreso en octubre pasado), lo que permite el funcionamiento de la rueca del Estado aunque se mantenga paralizada la agenda oficial de compromisos.

Los inversionistas no se toman nada bien que un cisma político se traduzca en una erosión institucional que puede terminar poniendo entre la espada y la pared la credibilidad, la certeza y el rumbo del país.

Para Fernando Jáuregui, analista político, han sido dos meses en los que han ocurrido muchas cosas: desde los encuentros del rey con los líderes políticos en busca de la formación de un gobierno para España, encargando finalmente a Sánchez que lo intente, hasta los escalofriantes saltos de trapecio del propio líder socialista para imponerse a su propio partido y convencer a los demás de que él, en efecto, puede hacerlo.

“Pasando, claro, por el empequeñecimiento de Mariano Rajoy, atenazado por el estallido de casos de corrupción en su partido y que sigue siendo presidente en funciones aunque, pese a sus esfuerzos por dar la sensación de que aquí no pasa casi nada, se convierte en una figura cada día más fantasmal, incluso con la lealtad admirable de los suyos”, puntualiza.

Seguimos, añade Jáuregui, como lo predijo todo el mundo antes de las elecciones, “sin atisbar qué gobierno tendríamos en caso de que Sánchez lograse la cuadratura del círculo entre tanto veto, tanta incompetencia, tantos personalismos y tanta suspicacia”.

Y es que Pablo Iglesias, representante de la extrema izquierda de Podemos, acostumbra improvisar su discurso y su posicionamiento “progresista” a las circunstancias del momentum listo para asaltar el cielo del poder y asirse a La Moncloa.

Nada menos, Iglesias le ha pedido a Sánchez que para “ayudarlo” en su investidura —se someterá al pleno del Congreso el próximo 2 de marzo— le dé a Podemos la vicepresidencia, aunque el pliego petitorio es todavía más dilatado.

Incluye que la marca morada tenga los ministerios de Economía, Educación, Sanidad, Servicios Sociales, Defensa e Interior, que son precisamente los dos brazos de control de las fuerzas del Estado; además del Centro Nacional de Inteligencia.

En letra pequeña solicita despacho para hacerse cargo del principal órgano de difusión en medios de comunicación, como es RTVE, lo que a muchos ha sonado como un intento de bolivarizar la difusión para fines de adoctrinamiento.

Para arrinconar aún más al candidato socialista, lo último que ha exigido Iglesias como condición sine qua non es “el reconocimiento de una España plurinacional, diversa”, en la que es necesario realizar un referéndum separatista en Cataluña.

Algo que los socialistas de tajo rechazan, ahondándose la incertidumbre de los pactos dado que la otra opción para investir a Sánchez sería aliarse con Ciudadanos, ubicado precisamente en el ala derecha, y contar con la abstención del PP (que ha dicho que en ningún caso lo hará).

Lo que no espera es el calendario: este 2 de marzo se presentará Sánchez como opción para formar gobierno en un pleno de investidura; el 3 se realizará la primera votación, que solo podría tener éxito si el PP se abstiene, al igual que Ciudadanos, lo que es muy poco probable; de no conseguir la mayoría absoluta, nuevamente el 5 de marzo se repetirá la votación para ver si sale en “mayoría simple”, también en tela de duda.

De ser así, el camino para España pasará por la brecha del 3 de mayo, donde se intentará que otros candidatos lleguen con pactos y coaliciones en busca de tener éxito con la investidura; en este punto de la carretera es donde pretende Rajoy investirse con una coalición con Ciudadanos; sin embargo, las bombas de la corrupción reventándole en las manos al también líder del PP son óbice para que alguien se le quiera aliar.

Si no se llega a mayo con gobierno, el rey Felipe VI disolverá las Cortes y convocará a nuevas elecciones para el plenilunio del 26 de junio.

Todo es brumoso. Ahora viene lo difícil, acota el especialista español Francisco Muro de Iscar, y es que no es únicamente quién gobernará sino cómo lo hará: ¿le dejarán hacerlo?

Estos son días de escasa gloria para la democracia española, atrapada en una vorágine de canibalismo político y egos calcificados, donde nadie quiere dar un paso atrás y nadie puede investirse sin el otro.

Para Muro, si Sánchez finalmente pacta con Ciudadanos el gobierno que se forme será absolutamente inestable y estará en minoría, porque le van a disparar desde la derecha y desde la izquierda.

“Si pacta con Podemos, con el apoyo crítico de Ciudadanos, la inestabilidad estará dentro del gobierno y dentro del PSOE. Basta ver lo que ha pasado en Portugal o en los ayuntamientos donde gobierna esa coalición con diversos pactos. Y todo eso sin mirar a Grecia, donde Tsipras no solo está haciendo todo lo contrario de lo que había prometido sino que tiene levantados en armas a todos los que le votaron. Gobernar no es lo mismo que hacer promesas”, subraya.

El meollo es que si se ponen a hacer cuentas sobre el almanaque, de repetirse las elecciones en junio la instalación del gobierno junto con la nueva composición de las cámaras sucedería hasta el mes de septiembre.

ESPANA-ELECCIONES
Francois Walschaerts/AP
Mariano Rajoy, jefe de gobierno de España, llega a una reunión en el edificio del Consejo de La Unión Europea, el jueves 18 de febrero de 2016, en Bruselas, Bélgica. (Foto AP/Francois Walschaerts)

Ciudadanía desencantada

España no es Grecia. Mucho menos Portugal. Aunque le llega cierto tufo italianizante por la forma de hacer política, en la que todos parecen ignorar que el enorme sacrificio de ajuste en la ciudadanía está dando sus resultados de recuperación económica.

Grecia, que el año pasado tuvo elecciones favorables para Syriza (de extrema izquierda) y el triunfo de Alex Tsipras, enfrentó su particular frenazo como producto de la reticencia del nuevo primer ministro de cumplir con la ruta de ajustes pautados por la Unión Europea (UE) para seguir recibiendo oxígeno financiero.

Ese estire y afloja llevó al país heleno a una crisis política consustancial, así como a profundizar la económica, lastrada además por un corralito bancario y fuga de inversiones, hasta pasar por un referéndum y otras elecciones en las que Tsipras volvió a salir ganador.

Sin embargo, fueron seis meses de una crisis de confianza nada buena para una economía que mostraba ya una ligera recuperación, esfumada en aquel semestre tormentoso.

Ahora es España, con resultados económicos plausibles —dos años en recuperación, pero con graves pendientes socioeconómicos y de desempleo—, la que podría enfrentar no solo seis meses sino alargarse hasta nueve... un punto hasta ahora no calibrado por los inversores, empresarios y agentes económicos.

Hace algunos días Juan Rosell, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), declaró no tener “miedo a Podemos, pero preocupación toda”, palabras que expresó durante su participación en el foro La España necesaria organizado por El Mundo y al que Vértigo asistió.

Allí manifestó que la ciudadanía exige transparencia, regeneración y corrupción cero: “Hay que regenerar nuestra convivencia; modernizar nuestras instituciones, empezando por Europa; rehacer nuestro mapa territorial y acometer, si así lo acordamos, una reforma constitucional para que todos nos sintamos cómodos”, señaló entonces.

Rosell insistió una y otra vez en su oratoria en afirmar que los empresarios quieren “una economía social de mercado, seguridad jurídica, que la administración funcione y las leyes sean simples”.

El no temor pero con preocupación es un sentimiento que va extendiéndose hacia otras esferas más terrenales, como son las masas. Por ejemplo, la consultora GAD3 advierte en su más reciente estudio demoscópico que 57% de los encuestados no quiere a Iglesias en la vicepresidencia, mientras que seis de cada diez de los preguntados rechazan la formación de una coalición para gobernar que dé más ministerios a Podemos que al propio PSOE.

Asimismo, 52.3% opina que un gobierno PSOE-Podemos avalado por partidos nacionalistas es abrir la puerta a la ruptura de España y “poner en riesgo la unidad territorial”.

Incluso se menciona la preferencia de una mayoría de ciudadanos desencantados por la vorágine actual, dispuestos a resolverla retornando a las urnas, lo que para Jáuregui es la resignación como mal menor, “si la contrapartida es tener a Iglesias en la vicepresidencia y a una amalgama de partidos sentados en el Consejo de Ministros o en sus aledaños de influencia”.

Pedro Sanchez
Francisco Seco/AP
El líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, interviene en la segunda jornada del debate de investidura en el Congreso de los Diputados, en Madrid, el 2 de marzo de 2016. (Foto AP/Francisco Seco)

Rajoy, inamovible; Sánchez, sucumbible

Las encuestas le dan la espalda al presidente Rajoy: según un sondeo de Metroscopia 71% de los ciudadanos cree que el líder del PP tuvo en cuenta antes su situación política personal y la de su propio partido que la situación política de bloqueo en que se encuentra España.

A ello hay que agregar el crudo desgaste de las dos caras visibles del bipartidismo —no se pueden ver ni en pintura, trabando más el bloqueo— y ninguno de los dos renuncia a su apetencia de poder. Es más, los dos —Sánchez y Rajoy— han dicho que en caso de repetirse las elecciones irían nuevamente de candidatos.

En esa pragmática resistencia los dos tienen la presión interna de sus propios correligionarios esperando que un hálito de humildad les haga renunciar e irse para abrir paso a una bocanada de aire fresco. Una que en el caso del PSOE le quite la trampa mortal en la que ha caído: si apoya al PP para formar gobierno pierde votantes y credibilidad por el tema de la corrupción rampante; igual trasvasa votantes en caso de pactar con Podemos, porque abre la posibilidad del escenario de ruptura de España.

Y luego está Rajoy: el presidente ha decidido “no ver, no oír, no enterarse de nada”, y encerrado en La Moncloa aguarda sigiloso el fracaso de Sánchez y la consecución de un milagro que le permita investirse en mayo o de plano le favorezca en junio.

El presidente sabe que no puede ganar la carrera hacia La Moncloa, asevera Victoria Prego, destacada analista, quien recalca que ello no tiene el menor sentido ni la menor justificación ya que “el líder del PP ha ganado las elecciones sí, pero no tiene los apoyos necesarios para ocupar el poder y tiene las habas contadas: cuando mucho dispondría de 163 votos afirmativos en la segunda votación para su investidura. Y como eso no le basta para salir elegido, sería del todo improcedente que se prestara a esa teatralización con final de sobra conocido”.

Cada vez suben más de tono las voces, tanto externas como internas al PP, que consideran que el desbloqueo requiere un paso fundamental derivado de la renuncia de Rajoy... abrir el melón a otros participantes del partido blanquiazul.

SEGUNDA JORNADA DE INVESTIDURA EN EL CONGRESO ESPAÑOL
JUAN CARLOS ROJAS/NOTIMEX
60302026. Madrid, 2 Mar. 2016 (Notimex-Juan Carlos Rojas).- El líder de la izquierdista Podemos, Pablo Iglesias, anunció que su formación descarta apoyar la investidura del socialista Pedro Sánchez, en la segunda jornada de investidura en el Congreso español. NOTIMEX/FOTO/JUAN CARLOS ROJAS/FRE/POL/

Las bombas estallan

Los escándalos de corrupción que brotan por borbotones en los juzgados, constituidos además como los ladrillos que todos los partidos reprochan en la cara al también líder del PP, pueden enterrar las esperanzas del mandatario en funciones.

Las detenciones de políticos circunscritos a las filas del PP se han vuelto cotidianas. En lo que va del año la más voluminosa ha sido la de Valencia: el Juzgado de Instrucción 18 ordenó la aprehensión de 24 personas del PP valenciano en una investigación por amaño de cobro de comisiones que apunta hacia la cabeza de Rita Barberá, ex alcadesa de Valencia y actual senadora por el PP, una de las niñas de los ojos del presidente Rajoy.

Pero tampoco Madrid se queda atrás. Justo el día de San Valentín, Esperanza Aguirre renunció a la presidencia del PP madrileño. “Un dardo envenenado”, dicen algunos avezados, para arrastrar a Rajoy a la renuncia de sus aspiraciones.

La ex dirigente suena como presunta sospechosa en una trama de financiamiento ilegal del PP madrileño. Precisamente Francisco Granados, su ex secretario general, está en la cárcel y en lo más nuevo la Audiencia Nacional solicitó la detención de Beltrán Gutiérrez, ex gerente del PP de Madrid, “por posible financiamiento ilegal del partido a nivel regional”.

Así es que en una rueda de prensa absolutamente improvisada, en domingo y además Día del Amor y la Amistad, Aguirre defendió que no tiene ninguna responsabilidad directa, aunque “sí tengo una responsabilidad política que asumo, porque entiendo que hay que asumirla. La corrupción nos está destrozando a todos”.

Si bien deja la dirección de su partido, se mantiene como portavoz municipal del PP en el Ayuntamiento, un movimiento político deconstruido en un mensaje bastante directo para el presidente Rajoy.

Pero la dimisión “no ha dado una puntada sin hilo”, afirma Carlos Carnicero, especialista que cree que la singular renuncia en realidad “organiza el funeral de Rajoy. A estas alturas, un poco tarde, asumir sus responsabilidades políticas por la corrupción en el PP de Madrid determina la necesidad de que Mariano Rajoy asuma sus responsabilidades por todos los escándalos políticos que le han rodeado. Desde Gürtel hasta los epicentros de corrupción en Valencia; de la destrucción de los ordenadores a los abrazos públicos a Rita Barberá, a Jaume Matas y a Luis Bárcenas”.

En este campo minado con las bombitas explotando, el PP tiene que elegir entre impedir nuevas elecciones, favoreciendo una investidura del PSOE con Ciudadanos, o atreverse a afrontar los comicios en una de las peores circunstancias posibles.

A lo que añade Carnicero: “Sería un suicidio político que este Partido Popular concurriera a unas elecciones inminentes bajo el liderazgo de Mariano Rajoy”.

Los próximos días serán, pues, de una intensidad política estresante. Aunque hay quienes, como Ignacio Camacho, uno de los expertos más reconocidos en la materia, remarcan que sería un error repetir las elecciones “para volver a votar lo mismo”.

A su entender, el resultado de unos comicios repetidos no sería esencialmente diferente del de diciembre pasado: “Podría haber ciertos trasvases de votos en el interior de los dos grandes bloques ideológicos: entre el PSOE y Podemos —acaso el más beneficiado— y entre el PP y Ciudadanos. Retoques en la correlación de fuerzas que cambiarían un poco la distribución de escaños. Pero no en la proporción necesaria para resolver el estancamiento con una mayoría natural clara. El bloqueo de la investidura no ha hecho sino aumentar la decepción de los electores con sus representantes, ahondar la desconfianza en el vínculo democrático”.

La repetición, subraya Camacho, es el clavo ardiendo al que se agarran muchos simpatizantes de la derecha para escapar del fantasma frentepopulista; y también el gobierno, reacio a comprender que Rajoy ha perdido la iniciativa y que Sánchez, aunque fracase en su intento, ha ganado posiciones de relevancia para competir mejor en otra partida.

El dilema es que en esencia el tiempo no detiene su marcha, ni los mercados perdonan la incertidumbre ni los inversionistas confían en la ausencia de certezas…

España está atrapada en un laberinto sin salida.